MÉXICO SA
◗ De precios y facturas Gasolina en las nubes ◗ Hacienda, no Pemex
ercano ya el cierre de año, todos fingen demencia en el gobierno federal y entre sus cabezas visibles se avientan la papa caliente. Nadie quiere arriesgar, pero lo cierto es que en lo político y en lo económico “las cosas cuestan lo que cuestan” y las respectivas cuan abultadas facturas las pagarán las partes involucradas: la primera por Enrique Peña Nieto y el PRI que “sí sabe gobernar”, y la segunda por los mexicanos una vez más engañados. En entrevista con Carlos Loret, en Televisa, el director general de Petróleos Mexicanos, José Antonio González Anaya, lo dijo así: “el precio (de las gasolinas) se va a tener que ajustar (léase aumentar), porque las cosas cuestan lo que cuestan”. El reportero preguntó al funcionario si el alza podría ser de entre 15 y 20 por ciento, a lo que el funcionario a bote pronto respondió “más o menos”, pero dejó en claro que su intención no es “entrar en especulación”, porque legalmente la Secretaría de Hacienda es la única responsable de fijar el incremento e informar de la decisión. No le corresponde a Pemex. Entonces queda claro que el aumento será más que sensible y que, por lo mismo, el gobierno federal pagará con creces la gruesa factura política y los mexicanos la abultada factura económica, aunque en ambos casos el único responsable es el primero, pues para justificar e “impulsar” su “reforma energética” reiteradamente prometió “precios más bajos de los combustibles” (EPN y Videgaray dixit), los cuales, a estas alturas, resultan los más elevados de la historia, aun sin considerar el golpazo que para los bolsillos de los consumidores significará (pagar más por el mismo producto y mayor inflación) la “apertura” del mercado, a partir del primero de enero de 2017. Un año atrás (el 24 de diciembre para ser preciso) el (ex) “ministro del (d) año”, Luis Videgaray, publicó un acuerdo en el Diario Oficial de la Federación, mediante el cual daba a conocer la banda de precios máximos y mínimos de las gasolinas y el diésel para 2016 (más-menos 3 por ciento en el año), aunque en los hechos sólo se consolidó el aumento (gasolinazos disfrazados de banda de fluctuación). Ahora, a escasos días de que cierre 2016, la Secretaría de Hacienda no ha dicho ni pío sobre el tamaño del “ajuste” (aumento) que entra en vigor el primero de enero de 2017, y a estas alturas en los corrillos oficiales se comenta que sería hasta la próxima semana cuando José Antonio Meade y sus muchachos se dignen divulgar de qué tamaño es el machete que traen entre manos. En ese sentido, la Ley de Ingresos de la Federación para 2017 obliga a la Secretaría de Hacienda, “con el objetivo de garantizar la plena transparencia en la determinación de los precios máximos al público”, a publicar “la metodología que empleará a más tardar el último día de 2016”, y parece que hasta entonces lo hará. Apenas el pasado miércoles la institución financiera Citibanamex advirtió que “en menos de dos semanas, cuando comience la liberalización del mercado de gasolina, el precio del combustible se disparará” y anticipó “un incremento, a lo largo del año, ciento (tres veces mayor a la imperante) con respecto a la prevaleciente en 2016. Así, el litro de Magna se expendería a 15.38, pesos, el de Premium a 16.29 y el de diésel a 16.09 pesos, una diferencia de 1.40, 1.48 y 1.46 pesos por litro, respectivamente, contra lo pagado el último día del presente año. Para 2017 la estimación de los empresarios del ramo apunta hacia una “banda” de entre 8 y 9 por ciento, contra 3 por ciento del presente año. Con la “reforma” energética prometieron “combustibles a precios más bajos” y en los hechos no han dejado de incrementarse. En lo que va del sexenio peñanietista los precios de los combustibles han crecido tres veces más que la inflación, y la perspectiva para 2017 es de pronóstico reservado. El mismo ejercicio puede hacerse en un periodo más amplio, y de cualquier suerte el perdedor siempre será el consumidor. En lo que va del presente siglo (de Fox a EPN) el precio de la gasolina Magna se ha incrementado 165 por ciento (de 5.27 a 13.98 pesos por litro); el de la Premium 150 por ciento (de 5.91 a 14.81 pesos) y el del diésel 225 por ciento (de 4.37 a 14.63 pesos). Y en ese mismo lapso la inflación acumulada ha sido de 89.65 por ciento. He allí los “precios más bajos” que “garantiza la reforma energética”. Y porque las mentiras “cuestan lo que cuestan”, la factura política puntualmente le llega al inquilino de Los Pinos y a su voraz gabinetazo, especialmente a quienes ya se ven sentados en la silla grande. A su vez, los mexicanos no dejarán de pagar por “la modernidad”. Agarraos, pues.