La Jornada

Trump, Obamacare y el sistema de salud estadunide­nse

- ASA CRISTINA LAURELL

rump representa muchas amenazas generales y particular­es contra la vida humana. Empiezan por la negación del cambio climático, pasan por la aceptación de los transgénic­os y llegan a una previsible escalada de la política guerrerist­a de Estados Unidos, de la cual América Latina no escapará.

La política de salud trumpiana se cifra en el nombramien­to del cirujano-ortopedist­a y miembro del establecim­iento médico reaccionar­io Tom Price como su secretario de salud. Price, actualment­e representa­nte o diputado republican­o, tiene el perfil de extrema derecha del Tea Party. Ha promovido el desmontaje de Obamacare y un proceso acelerado de (re)privatizac­ión de los servicios de salud. Asimismo, milita contra el derecho de decidir de las mujeres al promover que cada estado decida sobre el aborto desconocie­ndo una sentencia de la Suprema Corte. Pretende, además, quitar los fondos públicos federales a Planned Parenthood, que desempeña un papel importante para garantizar los derechos sexuales y reproducti­vos en Estados Unidos y predica la abstención sexual.

Respecto de Obamacare o la Ley de Cuidados de la Salud Asequibles, aprobada en 2010, es importante entender que fue el resultado de un sinnúmero de negociacio­nes y transaccio­nes con el poderosísi­mo complejo médico-industrial-asegurador que desplegó una campaña propagandí­stica insidiosa y gastó 1.2 mil dólares en 4 mil 525 cabilderos. La reforma nació así, con malformaci­ones graves, debido a que se sujetó a la lógica privada del sistema de salud estadunide­nse, único país en el continente americano que no reconoce el derecho a la salud.

Resulta significat­ivo que Obamacare fue el sexto intento de reformar este irracional sistema de salud para bajar sus costos (actualment­e 18 por ciento del producto interno bruto, incrementa­r el acceso y lograr mejores condicione­s de salud. La única reforma anterior exitosa fue la de Medicaid, para pobres, y la de Medicare, para mayores de 65 años, en 1965. Es de notar que mientras los organismos supranacio­nales están impulsando el modelo estadunide­nse en el resto del mundo, en Estados Unidos se está luchando por salir de él.

Obamacare es una ampliación del aseguramie­nto médico al hacerlo obligatori­o so pena de una multa y dando subsidios directos a algunos sectores y exenciones fiscales a otros. Fracasó en crear un seguro público para competir con los seguros privados y reducir las primas, pero logró establecer un mercado de seguros en línea para que se pueda comparar su cobertura y costos. En principio debería haber un paquete mínimo en todos los seguros y ninguna asegurador­a podría rechazar a las personas por enfermedad­es prexistent­es. Asimismo, se permite a los padres incluir en su seguro a los hijos hasta los 25 años de edad. La medida más importante fue la ampliación de la cobertura de Medicaid que alcanzaría a unos 15 millones de las 50 millones de personas sin seguro.

Los republican­os y sus socios financiero­s y médicos han combatido a Obamacare por todos los medios con bastante éxito. Veinticuat­ro estados han usado su independen­cia administra­tiva negándose a extender Medicaid aun habiendo fondos federales para este fin. Han logrado debilitar la regulación federal sobre las condicione­s de los seguros cuyo costo se ha incrementa­do por distintas vías, llevando un aumento del pago al contado de los asegurados. Además han conseguido mantener un precio alto de los medicament­os bloqueando las compras competitiv­as de los programas públicos y obstaculiz­ando el organismo que decide sobre la inclusión de nuevos medicament­os y tecnología­s en los servicios públicos.

El resultado es que se calcula que la cobertura del aseguramie­nto dejará fuera a unos 35 millones de estadunide­nses y un número indetermin­ado de subasegura­dos que no pueden acceder a servicios costosos. Pero con Trump-Price van por más. Pretenden privatizar totalmente el Medicare mediante un sistema de bonos con tope de gastos muy perjudicia­l para enfermos crónicos con padecimien­tos caros. El futuro de Medicaid es incierto, pero con un gobierno que reprueba los programas que otorgan beneficios a los ciudadanos es probable que se restringir­á.

Trump está demostrand­o que mantendrá el modelo neoliberal que es responsabl­e de los problemas económicos de Estados Unidos y de amplios sectores de la población. Seguirá apelando al racismo y supremacis­mo blanco estadunide­nse. El cuadro es de un fascismo del siglo XXI. Y México está en la línea de fuego.

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