Florencia acoge la primera retrospectiva en Italia del artista chino Ai Weiwei
Reframe, instalación formada por 22 balsas, evoca la travesía de los migrantes en el Mediterráneo En México participó en la Ruta del peregrino, con El santuario, mirador de descanso en Jalisco
De entre las 60 obras incluidas en esa exhibición, ésa es la más atractiva, formada por 22 balsas que enmarcan las correspondientes ventanas del primer piso del edificio, evocando la travesía de los migrantes en el Mediterráneo, que este año marca récord en el desembarque de indocumentados en Italia: 170 mil desde el primero de enero al 27 del pasado noviembre, emparejándose con Grecia, que desde los acuerdos con la Unión Europea (UE) y Turquía entrados en vigor en marzo de este año, con una drástica disminución de arribos en tierra helénica (datos del ISMU, Iniziative e Studi Sulla Multietnicità).
Por ser virulenta y porque remueve problemas que superan incluso la intención política del artista, su obra funciona.
Al ubicarse en los muros externos del museo, involucra activamente a la ciudadanía, pues fomenta el debate y la discusión. Aunque la instalación no sea particularmente aguda o insólita (ver Safe Passage en el Konzerthaus de Berlín, o Remembering, en el Haus der Kunst en Múnich), su efecto en Florencia ha resultado explosivo.
Por incomodar al observador
La obra secunda la postura política del ex primer ministro Matteo Renzi en su ciudad natal, frente a una UE indiferente al desembarque de migrantes en sus costas (en su mayoría africanos), que cierran las fronteras dejando a Italia sola, a lo cual se ha respondido amenazando con poner el veto de Italia en la revisión del presupuesto de la unión continental, al afirma que ‘‘se necesi- ta una reglamentación para los países que van en contra de la política europea irguiendo muros contra la inmigración”.
Las balsas de Ai Weiwei –como enunció el artista en conferencia de prensa– ‘‘no son las de color negro que transportan a los migrantes, sino las naranjas de salvación utilizadas por los italianos”.
Fuocoammare de Gianfranco Rosi –imperdible documental, ganador del Oso de oro en Berlín y elegido para representar Italia en los premios Óscar– se mueve en esta temperie, mostrando la labor italiana en la acogida de migrantes en la isla de Lampedusa.
Desde un punto de vista meramente artístico, Reframe también ha incomodado a varios expertos de arte.
El edificio, con su perfección clásica, representa uno de los momentos cumbres del Renacimiento italiano y de la cultura occidental. La instalación es inevitablemente violenta, como si fueran panes chorreantes de mermelada lanzados sobre sus paredes. La irreverencia es sutil, pero 1995-2011, obra de Ai Weiwei (Pekín, 1957) incluida en la exposición montada en el Palazzo Strozzi, que con- potente. Sugiere una crisis de la hegemonía cultural occidental y su necesario replanteamiento que no deja de incomodar.
Desgraciadamente dentro del museo, la exposición no presenta una sola obra o reflexión dedicada a los refugiados, sobre lo cual el artista ha trabajado últimamente (como la muy criticada foto, que lo muestra a él mismo varado en la orilla de una playa de Turquía, imitando a Alan Kurdi, el niño sirio muerto, símbolo del drama de la migración), visitando los principales campos de refugiados de Medio Oriente y Europa. Tal vacío reduce la obra a un eslogan político sin fondo.
Decrece la aiweweimanía
La muestra Libre sigue el hilo de la aiweiweimanía, que sin embargo en la nueva lista de ArtReview de 2016 ha perdido posición, pues de ‘‘ser el artista más influyente del mundo”, como los museos señalaban con la finalidad de llenar sus salas, ha bajado a la décima posición.