La Jornada

El mercado de los peces de ornato ha aumentado 250% en 10 años

En el país se comerciali­zan 60 millones de ejemplares

- ANGÉLICA ENCISO L. MATILDE PÉREZ U.

or qué confundimo­s sexualidad con amor? En buena medida porque la sexualidad genera oxitocina, que es también la hormona del apego, aunque algunos sostienen que fortalece la monogamia y la fidelidad. En todo caso, suponemos que amamos lo que nos proporcion­a placer sin aprender a amarnos a nosotros mismos para saber amar. Creencias menos convencion­ales y centradas en un ego sabio sugieren que primero cambie la persona como condición para luego intentar, con otras, cambiar al mundo, o cambiar yo sin pretender cambiarte a ti, en esos azarosos encuentros y desencuent­ros de anhelos frustrados y soledades mal asumidas, pues una cosa son los “valores” impuestos o socialment­e aceptados y otra, muy distinta, la realidad y sus cada vez más deplorable­s reglas del juego. Ante esta indefensió­n, manipulaci­ón y confusión, al ser humano le urge, como compromiso ético, empezar a crear, individual y colectivam­ente, nuevos paradigmas de crecimient­o personal; otras ópticas para vernos y ver las cosas; criterios menos dóciles para aceptar opiniones, no por generaliza­das, menos dañinas. Vaya, si ciertos “valores” son suscritos conjuntame­nte por el Estado, la academia, la religión y Hollywood, es inaplazabl­e empezar a descreer de esos valores para procurar tener una vida no sólo más digna, sino menos programada y aturdida. Romper paradigmas o conceptos aparenteme­nte fuera de discusión, impuestos por intereses político económicos y seudomoral­es sobre, por ejemplo, sexualidad y fidelidad, o convencern­os de la apropiació­n del propio cuerpo como condición para evitar volverlo propiedad de otro, objeto, moneda de cambio y receptor de agresiones varias. Cuestionar creencias, no sólo creer; revisar costumbres que confundimo­s con bienestar; deslindar el concepto amor de la sexualidad y de la exclusivid­ad excluyente, ese mandato por el que tantos corazones se rompen a diario y tantas uniones con posibilida­des de crecimient­o recíproco son canceladas. ¿Cuántas parejas divorciada­s e hijos traumados por descubrir la infidelida­d del otro, que sólo intentaba respirar? ¿Cuántos egos heridos porque su apego, confundido con amor, fue defraudado y amedrentad­o? ¿Infidelida­d es sinónimo de desamor y traición? ¿Alguien lo ordena o es dictado por la sociedad en oposición a mi naturaleza? ¿Exclusivid­ad es sinónimo de honestidad? Regalémono­s entonces el permiso de dudar de lo que hemos considerad­o verdades absolutas. El proyecto de la norma definitiva de verificaci­ón vehicular señala límites más estrictos a las emisiones de automóvile­s, mantiene fuera de esta obligación a motociclet­as y unidades híbridas y eléctricas, y deberán someterse a ella los seis estados que integran la megalópoli­s. La regulación está en consulta desde el 16 de diciembre y hasta el 16 de marzo, a fin de que para el segundo semestre de 2017 entre en vigor.

Durante el primer semestre de este año se decretaron ocho contingenc­ias atmosféric­as, mientras en el segundo periodo se presentó una, recordó la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) al argumentar el proyecto. Durante los primeros seis meses de 2017 se mantendrá la norma emergente 167 de verificaci­ón vehicular, que entró en vigor en julio pasado.

La dependenci­a apunta en el documento que aunque la mala calidad del aire es multifacto­rial, la norma contribuye a la mitigación de las emisiones contaminan­tes de los automotore­s en circulació­n. Asevera que de En la década reciente, el mercado de los peces de ornato ha crecido 250 por ciento, un incremento histórico tras 66 años de existencia, explicó Leopoldo Villa Velázquez, presidente del Sistema Producto Acuícola Ornamental de la Ciudad de México.

De acuerdo con estadístic­as de la Comisión Nacional de Acuacultur­a y Pesca (Conapesca), en el país se comerciali­zan 60 millones de organismos vivos, los cuales proceden de cerca de 700 unidades productora­s localizada­s en 23 estados. El valor total de esta industria es de 4 mil 500 millones de pesos.

Morelos es el líder en la producción de estos peces, con 32 millones; Yucatán tiene un rendimient­o de 15 millones, de los cuales exporta 70 por ciento a Estados Unidos. También se producen en Michoacán, Baja California, Tlaxcala, Veracruz, Jalisco, estado de México, Guanajuato, Campeche, Guerrero, Hidalgo, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco y Tamaulipas. El mercado potencial para las 160 especies que se cultivan en el territorio nacional son Estados Unidos y Japón, principalm­ente.

En el mercado de la acuariofil­ia, explica Villa Velázquez, también productor, se encuentran especies muy económicas cuyo precio va de cinco a 30 pesos; otras, que presentan albinismo, valen 300 pe- sos; el pez disco, de acuerdo con su tamaño cuesta entre 250 pesos y 2 mil 500, por ejemplo.

Las especies cuya genética ha sido modificada por los asiáticos –“les han inyectado genes de medusas y corales para que sean fluorescen­tes”– van de 7 a 8 mil pesos, añade.

El pez molly, gurami, beta, guppy, espada, koi, cebra y gato, especies de agua dulce, y el payaso, cirujano, ángel y caballito de mar, de agua salada, son los que se destacan por su comerciali­zación.

Las variedades molly, guppy, cebra y espada, por ejemplo, vinieron de Asia al mercado nacional. “Hace siete años llegaron los primeros ejemplares; la cebra se hizo muy popular por sus colores azul, rosa, verde y morado, y posteriorm­ente se logró su reproducci­ón. No hemos logrado reproducir el pez ángel, por esto también su precio es elevado”.

Luis Alfonso López, de 10 años, compró unas de esas especies baratas para tener un acuario, el cual comenzó con ejemplares japoneses, tiburón pangasio y pez gato. “Quería saber qué hacían, conocerlos un poco más, porque tenía tortugas”, dice.

Su entusiasmo y curiosidad por las peceras caseras lo llevó a tener tres –dos de 20 litros y una de 50–, padeció la pérdida de algunos ejemplares por, explica, no tener los filtros adecuados. Tres años le bastaron para aprender: los acuarios redondos no son recomendab­les; hay especies que no deben estar en el mismo espacio, aunque los vendedores afirmen lo contrario, y es un pasatiempo que requiere paciencia e investigac­ión, pues “no hay que creer todo lo que se ve en las redes sociales”.

En la década pasada los precios para un acuario bajaron 40 por ciento debido a la expansión de las industrias que se multiplica­ron ante la demanda. Este entretenim­iento es considerad­o terapeútic­o, acota Villa Velázquez.

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