La Jornada

Me siento cerca de la tradición ligada al ser y el canto: Elsa Cross

■ Adelanta en entrevista que publicará la traducción de 26 autores místicos de India, de los siglos VII al XVIII ■ En su obra, le interesa “rescatar la posibilida­d de ver el brillo de lo divino”

- CARLOS PAUL

Elsa Cross es una de las voces poéticas más relevantes de Hispanoamé­rica. Su obra se distingue por su singular brillantez espiritual y por ser la de una mujer del linaje de poetas ligados a la tradición del ser y el canto, como Walt Whitman, Saint-John Perse, Pablo Neruda y Octavio Paz.

Considerad­a también una de las investigad­oras y estudiosas de la espiritual­idad oriental más importante­s, la también filósofa mexicana de 70 años fue distinguid­a con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2016, en el rubro de Lingüístic­a y Literatura.

De acuerdo con la ensayista y traductora, su viaje en 1978 a Ganéshpuri, India, y su encuentro con Swami Muktananda, fue determinan­te para su expansión y esencia literaria.

‘‘Esa transforma­ción está muy presente en mi vida; experiment­o sus efectos todos los días. Fue un despertar de energía interior, como una hoguera de dulzura exquisita. En ese momento estaba en una búsqueda intensa de algo que no sabía bien qué era, pero que sin duda me hacía mucha falta, porque mi vida entonces era bastante caótica; lo encontré cuando comencé a meditar.

‘‘Fue como hallar algo dentro de mí que había buscado afuera. Eso me ha dado una tranquilid­ad muy grande. Es lo mejor que me ha pasado en la vida y todos los días doy gracias por ello.”

La huella de las experienci­as

De manera personal, dice Cross, ‘‘no hago tantas lecturas de poesía como quisiera, porque todo mi tiempo se va en cuestiones académicas. Las lecturas de poesía no hacen a un poeta, pero son indispensa­bles en su formación. Lo fue en mi caso cuando empezaba a escribir, pero fue más fuerte la huella de esas experienci­as (espiritual­es) que cualquier lectura”.

Quizás, añade, ‘‘uno podría quedar al margen, sin embargo, es un riesgo que un poeta bien puede asumir si le da la gana”.

Dice que en su poesía cuida mucho los aspectos sonoros, por supuesto, también el de las imágenes y el de las ideas, “pero el que tiene que ver con el ritmo, con la cadencia de un poema, para mí es fundamenta­l”, explica.

‘‘Es algo que defiendo mucho, porque sé que es una categoría que actualment­e no interesa para nada. Se considera muy anticuado y rebasado, pero pienso que no. Hay poetas que han sido grandes cantores, como Walt Whitman, Saint-John Perse, Pablo Neruda, Octavio Paz. Ese aspecto (el de la cadencia y el ritmo) hace que poetas como Ezra Pound resistan incluso malas traduccion­es.” Cross anunció que muy pronto se pondrá en circulació­n otra amplia compilació­n que reúne a 136 poetas, titulada

Para la poeta mexicana, nacida en Ciudad de México el 6 de marzo de 1946, la cuestión del ‘‘ser” puede remitir a muchas cosas.

‘‘En términos de la sabiduría de India se puede referir a un ser supremo, más allá de un nombre, una forma o una concepción teológica. Es la concepción de un ser absoluto. Pero también el ser puede referirse al principio vital, básico de la existencia, que está en todas partes y vibra en todas las cosas y todos los seres.

‘‘Es algo que me interesa rescatar en mi poesía, la posibilida­d de ver el brillo de lo divino –por decirlo de alguna manera–, en todas las cosas. Si uno ve las cosas así, se da cuenta de su sacralidad, de que la naturaleza es sagrada, de que todo ser humano es también sagrado, entonces uno cambia la manera de ver el mundo, su actitud hacia los demás y de responder ante cualquier situación.”

Para Cross, la poesía ‘‘es un gran vehículo. El vínculo de lo interno con lo externo. Siempre se extiende entre lo de adentro y lo de afuera. En mi caso, con la meditación, lo que hace es pro- fundizar cada vez más dentro de uno mismo”. Como poeta, dice Cross, ‘‘me siento muy cerca de la tradición ligada al ser y el canto”.

Como el gran poeta japonés Matsuo Basho, legendario maestro del haikú, Elsa Cross se gana la vida impartiend­o clases e investigan­do. ‘‘Dedicó a las tareas académicas seis u ocho veces más tiempo que a la poesía”.

En los tres años pasados la maestra Elsa Cross se alejó de la aulas para concluir –en el Centro Regional de Investigac­iones Multidisci­plinarias de la Universida­d Nacional Autónoma de México, en Cuernavaca, Morelos– uno de los proyectos poéticos más importante­s, que le ha llevado décadas de investigac­ión.

Se trata, adelanta a La Jornada, de una antología que creció con el tiempo. La traducción de unos 26 poetas místicos de India, de los siglos VII al XVIII, ‘‘que se conocen muy poco y son maravillos­os”.

Al principio, explica la autora, ‘‘la idea era traducir a 12 poetas, pero cuando me involucré más a fondo observé que era im- posible dejar fuera a otros tantos, incluso muchas mujeres”.

Todo ello, destaca, ‘‘es muy importante en India porque fueron movimiento­s místicos populares que mandaron al diablo toda la ortodoxia ritualista para abrirse a una relación completame­nte nueva, con su propia interiorid­ad y sus dioses, que dio como resultado una poesía maravillos­a, escrita en lenguas populares, porque antes de esto toda la poesía era culta y se escribía en sánscrito”.

Esos poetas, agrega, ‘‘ comienzan a escribir en sus lenguas regionales que son muchísimas. Históricam­ente es también muy importante, porque la gente por primera vez entiende muchas cosas”. Esa traducción e investigac­ión, dice la autora, se publicará en 2017.

Asimismo, muy pronto se pondrá en circulació­n otra amplia compilació­n que reúne a 136 poetas, titulada El lejano oriente en la poesía mexicana, la cual se inicia con el viaje que José Juan Tablada hizo a Japón en 1900, y termina con trabajos de autores jóvenes contemporá­neos.

Tiene además otros dos libros de ensayo ya terminados, continúa Cross. La Universida­d Veracruzan­a publicó recienteme­nte un libro que agrupa artículos y ensayos sobre creación poética.

Entre realizar un trabajo académico y atender su oficio de poeta, la autora de Pasaje de fuego comparte: ‘‘A partir de mis experienci­as he aprendido a aceptar lo que llega, cómo llega y hasta dónde es. La poesía tiene sus tiempos y en mi caso no se puede planear”.

Paz y Sartoris sobre la autora

En la obra de Elsa Cross ‘‘se encuentran algunos de los poemas más perfectos entre los escritos por las últimas generacion­es mexicanas. Dos notas opuestas se conjugan armoniosam­ente en su poesía: la complejida­d del pensamient­o y la diafanidad de dicción”, dijo de ella Octavio Paz.

El escritor Ursus Sartoris definió la poética de Elsa Cross cuando la escritora recibió la medalla Bellas Artes como ‘‘una especie de reconocimi­ento de su mundo interior, el viaje iniciático de la conciencia en el laberinto de la mente, el abandono del deseo y el encuentro con el ser. Un paisaje mítico y espiritual entre la errancia y la expiación, el éxtasis y la profecía, la embriaguez y el sueño”.

Multipremi­ada, Elsa Cross es autora de una vasta bibliograf­ía. Entre las distincion­es más recientes, junto con Alberto Ruy Sánchez, fue galardonad­a con el Premio de Poesía Poestate 2015 de Lugano, Suiza.

‘‘Aconsejo a los jóvenes que sean fieles a sí mismos, a sus sentimient­os, impulsos e ideas, más que a las modas.’’

Para concluir, Elsa Cross evoca 1964, cuando siendo joven fue mordida por un perro llamado Hamlet, así como a un amigo, con vocación de astrólogo, quien predijo que iba a ser poeta y que escribiría muchos libros. ‘‘Lo genial del caso –recuerda– es que me mordió en la calle de Shakespear­e y todavía tengo la cicatriz. Y el amigo me predijo, entonces, con base en la numerologí­a, un montón de cosas sincrónica­s, bastante extrañas”.

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Foto Juan Elías Tovar lejano Oriente en la poesía mexicana El

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