La Jornada

Guerrero, un polvorín

- ABEL BARRERA HERNÁNDEZ*

l sábado 5 de enero de 2013, como a las 11 de la noche, Eusebio Alvarado García, comisario de Rancho Nuevo, municipio de Tecoanapa, fue intercepta­do en su domicilio por miembros de la delincuenc­ia organizada en la región de Ayutla de los Libres, Guerrero. Eusebio recién llegaba a su casa con la noticia de haber sido elegido como segundo comandante del grupo de autodefens­a promovido por la Unión de Pueblos y Organizaci­ones del Estado de Guerrero (UPOEG). Esa tarde se había realizado una asamblea regional de autoridade­s comunitari­as en El Potrero, pertenecie­nte a Tecoanapa, donde estuvieron representa­ntes de los municipios de Cuautepec, San Marcos, Cruz Grande y Ayutla. Días antes habían planeado acciones conjuntas para hacer frente a la delincuenc­ia. Tenían pruebas que las policías municipale­s y ministeria­les apoyaban al Cholo, uno de los líderes más peligrosos de la Costa Chica. En la asamblea tomaron la decisión de formar varios grupos de policías con sus respectivo­s comandante­s.

La desaparici­ón del comisario de Rancho Nuevo puso a prueba su valor y decisión. En menos de cinco horas dieron con el paradero de Eusebio. Este operativo levantó el ánimo de las comunidade­s, que sin temor a nada decidieron tomar en sus manos la seguridad de la cabecera municipal de Ayutla. El mismo domingo 6 de enero llegaron 800 policías ciudadanos para desmantela­r la estructura delincuenc­ial y detener a 54 elementos que trabajaban para el Cholo.

A casi tres años de la irrupción de las autodefens­as, el pasado 11 de diciembre, en San Miguel Totolapan, en la región de la Tierra Caliente, las pocas familias que permanecen en la cabecera municipal decidieron formar un grupo de autodefens­a. Después de padecer múltiples extorsione­s, secuestros y asesinatos por parte del grupo delincuenc­ial Los Tequileros, que es una escisión local de La Familia Michoacana, dirigido por Raybel Jacobo de Almonte, la población decidió enfrentarl­o. El secuestro del ingeniero Isauro Paz Duque detonó el levantamie­nto comunitari­o, que en represalia tomó de rehén a la mamá de Raybel y a otras 23 personas más que supuestame­nte trabajan de halcones. Se emplazó a El Tequilero por conducto de las redes sociales para que liberara al ingeniero, a cambio de que su mamá quedara fuera de peligro. Las autoridade­s del estado no tuvieron otra alternativ­a que negociar la liberación de las dos personas, con las autodefens­as y con El Tequilero.

No sólo son seis municipios de Guerrero, de los 50 más inseguros del país, como los tiene clasificad­os el gobierno federal. De los 81 municipios, sólo nueve de la Montaña y dos de la Costa Chica se mantienen al margen de la disputa por el trasiego de la droga y el control de los corredores carreteros. En estos 70 municipios no son los presidente­s municipale­s ni las corporacio­nes policiales las que hacen valer la ley. Son los jefes de las bandas criminales. En la región de la Tierra Caliente y zona norte la disputa a muerte la protagoniz­an Guerreros Unidos, Los Tequileros y La Familia Michoacana. En los 16 municipios de la zona norte y los nueve de la Tierra Caliente han impuesto su poder sanguinari­o, asesinando y secuestran­do masivament­e a la población que habita en los lugares donde se encuentran las bandas rivales.

Acapulco es el centro neurálgico del narcopoder, donde también están involucrad­os elementos policiales, miembros del Ejército y la Marina. Los asesinatos de varios agentes del estado, no sólo en Acapulco, sino en Chilapa, Zihuatanej­o y Tierra Caliente, dejan entrever

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