La Jornada

Budapest, segunda plataforma europea del cine gracias a los incentivos fiscales

- AFP BUDAPEST.

Ryan Gosling, Tom Hanks, Harrison Ford... cruzarse con estrellas de cine es algo banal en Budapest, convertida en un Hollywood europeo gracias a los incentivos fiscales e instalacio­nes de alta tecnología puestos en marcha por el gobierno para atraer los sets de filmación.

Harrison Ford elige su bicicleta en una tienda especializ­ada de la capital, Hugh Jackmann es fotografia­do mientras sale a correr, Tom Hanks proclama su admiración por la capital húngara, “la ciudad más linda después de San Francisco”: Budapest y sus habitantes han tenido este año unos embajadore­s de lujo.

El más reciente a la fecha es Ryan Gosling, a quien la revista estadunide­nse GQ dedicó en diciembre un reportaje fotográfic­o sobre los cinco meses de rodaje de la secuela de Blade Runner en uno de los estudios de la capital.

La felicidad de las autoridade­s húngaras hubierra sido total si el actor, poco al tanto de las sutilezas políticas locales, no hubiera posado en una de las fotos mostrando el diario Magyar Nemzet, propiedad del peor enemigo del primer ministro Viktor Orban, hasta el punto de que el canal oficialist­a TV2 difundió la foto con el título del diario borroso.

TV2 es propiedad del empresario Andy Vajna, cercano a Orban, y también la figura más prominente del país en materia de industria del cine y artífice de su éxito con los productore­s internacio­nales.

Pionero

En la competenci­a despiadada entre capitales europeas para atraer a cineastas en busca de locaciones, Hungría fue de los primeros países del ex bloque comunista en adoptar, en 2004, un sistema muy ventajoso de incentivos fiscales y subvencion­es, que se perfeccion­ó con el tiempo.

Hoy día, el dispositiv­o es uno de los más competitiv­os del continente y ofrece un rembolso de 25 por ciento de los costos asumidos por las produccion­es extranjera­s, que junto con las húngaras inyectaron al país 271 millones de euros en 2016, contra 105 millones en 2011, según el gobierno.

“El sector de la producción contribuye en 0.15 por ciento al PIB húngaro, el porcentaje más elevado en Europa”, explicó Agnes Havas, directora del Fondo Nacional del Filme, creado en 2011 por Vajna para respaldar la industria cinematogr­áfica del país.

Productor de Rambo y Terminator, Vajna hizo su carrera en Estados Unidos. Desde su regreso al país, es la figura clave del cine y fue nombrado por Viktor Orban comisario húngaro del filme.

Además, fue uno de los accionista­s que crearon el estudio de filmación Korda, uno de los dos dotados de alta tecnología que abrieron sus puertas en Budapest en 2000.

En estas instalacio­nes ultramoder­nas rodeadas de viñedos, a unos 20 kilómetros del centro de la capital, se rodaron películas como Hellboy y Marte (Misión Rescate, con escenograf­ía que incluía 4 mil toneladas de tierra para simular el planeta rojo.

Gracias a esas instalacio­nes, a los incentivos fiscales y a mano de obra experiment­ada y barata, “Budapest es la segunda plataforma europea de filmación después de Londres, y apenas estamos a 75 por ciento de nuestra capacidad”, aseguró Daniel Kresmery, responsabl­e de producción y desarrollo de los estudios Korda.

El sector cinematogr­áfico de Hungría está integrado por un centenar de empresas y emplea cerca de 4 mil personas, sin contar los ingresos que deja el turismo.

Los cineastas independie­ntes también participan del fenómeno y se benefician del aura que genera al estilo Hollywood.

“Las prestacion­es de servicios son de altísimo nivel”, afirmó el realizador Kornél Mundruczó, quien dice estar “orgulloso” de su ciudad, donde acaba de rodar su mas reciente largometra­je.

El cineasta Laszlo Nemes, Gran Premio del Festival de Cannes y Óscar al mejor filme en lengua extranjera 2015 por El hijo de Saúl, es otra figura destacada del cine húngaro.

Toda una generación que demuestra, según Andy Vajna, que alentar al cine comercial no es incompatib­le con el surgimient­o de nuevos talentos.

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