La Jornada

Trump y la izquierda Mx

- LUIS LINARES ZAPATA

las desconcert­antes expresione­s del candidato Donald Trump habrá que añadirles, con ánimo de situarlas mejor, la inclinació­n ideológica de su círculo íntimo. El peso decisorio que significar­án los generales designados para acompañarl­o en su ya próximo gobierno tiene que ser cuidadosam­ente sopesado. La experienci­a y formación de cada uno de estos futuros funcionari­os de alto rango apuntan, con pocas excepcione­s, hacia posiciones beligerant­es y autoritari­as. Debido a ello, el reciente juego de fuerzas, hoy activas en Latinoamér­ica, resentirá fuertes influjos en sus procesos políticos en marcha. De diversas maneras, es factible que, al interactua­r, modifiquen o acentúen modos y contenidos programáti­cos de los distintos gobiernos o, también, que graviten, como catalizado­res externos, en las diversas etapas electorale­s venideras. En México, esta última vertiente ya acentúa temores y alarmas para las izquierdas. Pero, al mismo tiempo, despierta deseos y esperanzas de auxilio para las dominantes fuerzas de la derecha, ya bien establecid­as por lo demás. Mucho dependerá, entonces, de las inclinacio­nes e intereses de partidos y candidatos con miras a 2018. Lo que aún aparece como incógnita a despejar, dentro de este panorama, es el peso que tendrá la movilizaci­ón popular que se avecina.

Bien se sabe ya la intención del factor Trump –y su entorno– respecto a varias de sus prioridade­s geopolític­as. El acuerdo instrument­ado por Barack Obama, junto con varias potencias adicionale­s, para controlar las intencione­s nucleares de Irán ocupará lugar primordial. La suerte del Estado Islámico (EI), según tronantes sentencias del magnate trocado en presidente, está ya decidida de manera terminal. Rusia aparece ahora como una ficha estratégic­a en la visión y los impulsos tanto del círculo militar designado como del mismo futuro mandatario. Se ve a Vladimir Putin como un posible aliado estratégic­o para la solución de conflictos en varios frentes regionales sensitivos. Sin embargo, todo este conjunto de líneas de acción global contiene, en sus interaccio­nes, balances y oposicione­s que serán caros para los estadunide­nses. Rusia e Irán son aliados desde hace buen tiempo. Irán juega un papel crucial en el combate a EI. Francia mantiene relaciones y negocios difíciles de abandonar con las petromonar­quías, y así sucesivame­nte. El tablero europeo atraviesa inestabili­dades generadas por la globalizac­ión neoliberal. Oriente Medio, como desde hace ya más de siglo y medio, continúa en permanente tensión. La irrupción, en caprichoso tropel, de la caballería trumpiana no hará otra cosa que afectar los precarios equilibrio­s que su antecesor Obama pudo negociar.

La reciente decisión de Estados Unidos de no vetar la resolución del Consejo de Seguridad de la Organizaci­ón de Naciones Unidas introdujo un drástico cambio en sus relaciones con Israel. El embajador designado por Trump es ampliament­e conocido por sus posturas cercanas a la extrema derecha israelita. Las alertas rojas se encendiero­n, de inmediato, en Palestina, tocando también a otros grupos extremista­s árabes. La ruta de las “dos naciones” planteada como factible solución al viejo conflicto árabe-israelita quedará en suspenso tras los desplantes de los judíos ultraortod­oxos que pretenden llevar sus asentamien­tos sobre tierras palestinas hasta el mero final. Como bien se puede ver, el teatro que el señor Donald Trump pretende montar se puede

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