La Jornada

Carlos Saura cumple hoy 85 años convertido en un clásico

■ “Hay dos formas de vivir: con el pasado o en el presente y hacia el futuro, y a mí el pasado no me interesa demasiado”, ha afirmado el realizador, cuya trayectori­a abarca casi 50 películas

- DPA MADRID.

Carlos Saura al recibir la Concha de Oro honorífica en San Sebastián, en 2007 Autor de títulos fundamenta­les del cine español como La caza y Ay, Carmela, Carlos Saura cumple este miércoles 85 años convertido en un clásico que no parece tener ganas de abandonar la cámara.

Para mirar al pasado ya están sus películas, marcadas por una visión íntima, metafórica en unas ocasiones e irreverent­e en otras, en las que la fotografía y la música desempeñan un papel clave.

A él le importa lo que está por venir. “Hay dos formas de vivir: con el pasado o en el presente y hacia el futuro, y a mí el pasado no me interesa demasiado”, explicó en 2015 en el Festival de Venecia, donde presentaba el documental musical Zonda, folclor argentino”. Por eso ya no ve sus películas, aunque segurament­e tampoco tendría tiempo: el año pasado estrenó Jota de Saura, un homenaje a la música tradiciona­l de su tierra en el que, como en Zonda..., continúa la senda que arrancó hace más de dos décadas con Sevillanas.

Además, tiene entre manos un documental sobre el arquitecto Renzo Piano y el Centro de Arte Botín que ha diseñado para Santander, en el norte del país. Y, según confirmó en la pasada edición de Cannes, espera arrancar ya con su ansiado proyecto 33 días, sobre el proceso de creación del Guernica, de Pablo Picasso, del que precisamen­te este 2017 se cumplen 80 años. Antonio Banderas ya ha confirmado su interés en dar vida al genio cubista y se especula con Gwyneth Paltrow para el papel de Dora Maar.

Nacido en Huesca el 4 de ene- ro de 1932, el recuerdo de su infancia en zona republican­a durante la Guerra Civil lo marcó profundame­nte.

Ya instalado en Madrid, abandonó sus estudios de ingeniería espoleado por su hermano, el pintor Antonio Saura, para dedicarse a su primera vocación: la fotografía. Y dos años después del cortometra­je documental Cuenca (1958), dio su salto al cine sobre la alfombra roja de Cannes con Los golfos, cuyas imágenes “resultan precursora­s del futuro Nuevo Cine Español”, como reconoció en 1992 la Academia al entregarle su medalla de oro.

Una década más tarde llegó la película que marcó su carrera y su despegue internacio­nal: La caza (1966). Esta áspera reflexión sobre las heridas de la Guerra Civil le valió el Oso de Plata como mejor director de la Berlinale y supu- so el comienzo de una fructífera relación con el productor Elías Querejera. Con él filmó también Pepermint frappé (1967), en la que plasmaba simbólicam­ente las frustracio­nes del español medio, sobre todo en el terreno sexual, y que protagoniz­ó la que fue su pareja, musa y madre del tercero de sus siete hijos: Geraldine Chaplin.

Más aclamado fuera que dentro de casa, Saura siguió ahondando en las distintas facetas de la memoria en películas como La madriguera (1969), El jardín de las delicias (1970) o La prima Angélica (1973), por la que ganó con el Gran Premio del Jurado en Cannes.

Su comedia dramática Mamá cumple 100 años fue postulada en 1980 al Óscar a la mejor película de habla no inglesa y, un año después, se coronó con el Oso de Oro de la Berlinale por Deprisa, deprisa. En ella refleja de manera fría y testimonia­l las vidas de cuatro jóvenes marginados, marcados por la droga y la delincuenc­ia.

Aclamada trilogía

De su afición por la música y su buen oído –su madre era pianista– surge en la primera mitad de los años 80 una aclamada trilogía sobre el arte flamenco: Bodas de sangre, la exitosa adaptación de Carmen (postulada también al Óscar) y El amor brujo, todas ellas protagoniz­adas por el bailarín y coreógrafo Antonio Gades. Y desde otra perspectiv­a, retomaría más tarde esa admiración por el cante jondo en Sevillanas (1992), Flamenco (1995) y Flamenco, flamenco (2010), que junto a sus aproximaci­ones al tango y el fado conforman un género propio del musical-documental.

Desde su regreso a la Guerra Civil con Ay, Carmela (1990), por la que obtuvo 13 Goyas, a sus “ensayos sobre personajes”, como El Sur (Borges), Goya en Burdeos, Buñuel y la mesa del rey Salomón o la reciente Io, Don Giovanni (Mozart), Saura no ha dejado de recibir el aplauso de la crítica y ha sido distinguid­o con premios como la Concha de Oro honorífica del festival de San Sebastián a toda su trayectori­a (2007), de casi 50 títulos, que, al menos por ahora, no tiene visos de punto final.

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Foto archivo/ Iñaki Pardo

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