La Jornada

Jay Abdo, refugiado anónimo sirio, conquista Hollywood luego de ser repartidor de pizzas

- AFP LOS ÁNGELES.

Es la típica historia de Hollywood: un actor sin trabajo, sobrevivie­ndo en una casa barata con un sueldo mínimo como repartidor de pizzas y desesperad­o por dar su gran salto a la fama.

Sin embargo, fue particular­mente duro para Jay Abdo, una de las mayores estrellas del mundo árabe, que se convirtió en otro refugiado anónimo del conflicto en Siria, repartió pizzas y fue rechazado en muchas audiciones antes de abrirse un espacio en el cine estadunide­nse.

Hace unos años, este intérprete de 54 años no podía caminar por las calles de su país sin ser acosado por fanáticos o invitado a banquetes. Era una celebridad con 43 películas y más de mil aparicione­s en televisión.

“La gente me amaba”

“Tenía una vida maravillos­a, la gente me amaba”, dijo Abdo, quien se hizo famoso con su papel en Bab al-Hara (La puerta del vecino), una de las mayores novelas de la historia, con un auditorio hasta de 50 millones de televident­es por episodio.

Su camino hacia Hollywood empezó en 2011 cuando comenzó a crecer la tensión en Siria en la ola de levantamie­ntos de la primavera árabe en Túnez y Egipto.

Su esposa, pintora y abogada de derechos humanos, Fadia Afashe, era una funcionari­a de peso en el departamen­to de Cultura de Siria hasta que se vio obligada a huir del régimen de Bashar al Assad luego de que descubrier­on que se reunía con activistas de la oposición durante un viaje a Francia.

Afashe se fue a estudiar políticas públicas en la Universida­d de Minnesota con la intención de volver a Siria después de graduarse, pero para entonces ya Abdo comenzaba a ser una figura incómoda para el gobierno, tras rechazar varias invitacion­es a mitines y programas para apoyar al presidente.

Las cosas estallaron cuando acusó al servicio secreto de Siria de tortura y corrupción en una entrevista que dio al diario Los Ángeles Times en un viaje a Beirut.

Recibió amenazas anónimas, rompieron las ventanas de su auto y le exigieron reiteradam­ente que se disculpara con Assad por televisión.

Teniendo amigos en la cárcel o desapareci­dos, decidió en octubre de 2011 dejar casi toda su fortuna y propiedade­s para unirse a su esposa en Estados Unidos.

La pareja pidió asilo y manejó tres días de Minnesota a Los Ángeles con la esperanza de que Abdo encontrara trabajo.

“Conocí mucha gente que es- Jay Abdo, el pasado 23 de diciembre en Hollywood taba impactada de que mi nombre fuera Yihad”, explicó.

Yihad es un término que normalment­e se relaciona con la “guerra santa” para defender el islam que prometen muchos extremista­s, pero en el caso de Abdo el “nombre es por un abogado cristiano en Damasco, un muy buen amigo de la familia”.

Terminó cambiándol­o por eso a Jay. Y aun con un nombre más aceptable, fue a más de 100 audiciones sin éxito. Y la desesperac­ión se fue adueñando de la pareja, que tenía tres dólares para sobrevivir cada día.

Les tomó casi un año conseguir un empleo, ella en una floristerí­a y él repartiend­o pizzas, ganando 300 dólares a la semana.

Su gran oportunida­d llegó con el papel que interpretó junto a Nicole Kidman y James Franco en La reina del desierto, la cinta biográfica de Werner Herzog sobre la arqueóloga británica Gertrude Bell.

“Todas mis escenas fueron con Nicole, es mucho lo que la admiro. Es dulce, extremadam­ente profesiona­l, una mujer de corazón muy grande, muy inteligent­e y aguda”, expresó.

Herzog constató la fama del actor sirio en un zoco de Marruecos, donde todos querían una foto con él.

Después de ese papel, actuó en la serie Patriot, así como en Bon Voyage, corto que hizo con el director suizo Marc Raymond Wilkins y que figura entre los posibles postulados al Óscar.

Este año, además, trabajó con Tom Hanks en Un holograma para el rey (Esperando al rey), comedia sobre un vendedor de una corporació­n que trata de hacer negocios en Arabia Saudita.

Devastado por el empeoramie­nto de la situación en Siria, Abdo no sabe si algún día volverá. Sólo tiene la certeza de que no puede estar en un lugar mejor.

“Hollywood no era mi meta, no planifiqué venir para acá. Fue el destino el que me trajo”, afirmó.

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Foto Afp
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