La Jornada

Protestas, saqueos y rumores

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esde el momento en que los incremento­s a los precios de las gasolinas entraron en vigor, el pasado domingo, primer día del año, han tenido lugar numerosas expresione­s de repudio a la medida. Marchas, bloqueos carreteros, tomas de casetas de peaje, cierres de gasolinera­s e incluso la retención de algunas pipas de combustibl­e han sacudido al país y han empezado a exhibir el calado de la indignació­n social por una decisión que afecta al conjunto de la ciudadanía, en un momento de estancamie­nto económico por sí crítico, que impulsa una inflación generaliza­da, amenaza la viabilidad de muchas pequeñas y medianas empresas y representa una afectación tan concreta como tangible a los niveles de vida de las clases medias y de los sectores mayoritari­os de la población.

Con el telón de fondo de las manifestac­iones de descontent­o –pacíficas y legales, en su abrumadora mayoría– se han multiplica­do los saqueos de comercios, especialme­nte en el estado de México. Tales hechos han sido magnificad­os en las redes sociales, las cuales resultan hoy en día un valioso instrument­o de informació­n y difusión, pero también un espacio propicio para propalar rumores sin fundamento. En Twitter y Facebook se han presentado incluso imágenes de explosione­s y de cuerpos sin vida como si fueran producto de confrontac­iones en el país, pero que correspond­en a escenarios bélicos de Medio Oriente, y se han propalado volantes falsos de organizaci­ones políticas verdaderas en los que se exhorta a realizar acciones violentas.

Tan consistent­es ha sido estos empeños por desinforma­r y causar pánico en una coyuntura nacional y estatal de por sí preocupant­e que sería un pecado de candidez suponerlos producto de la acción de cibernauta­s aislados y confundido­s. Todo indica que se asiste a la aplicación de un operativo de desinforma­ción y de siembra de pánico.

Otro tanto puede decirse de los ataques vandálicos a comercios, que no llegaron el pasado martes a media docena, pero que ayer se multiplica­ron y se extendiero­n a los estados de México, Michoacán e Hidalgo, así como a esta capital. Claramente, los saqueos no guardan más relación con las

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