La Jornada

Los nuevos juguetes, sofisticad­os, pero no fomentan la imaginació­n

Aunque tienen más tecnología, no es suficiente: expertas

- JESSICA XANTOMILA

Lentes de realidad virtual, con los que los niños, mediante juegos que se descargan en celulares, pueden conducir una motociclet­a o matar zombies; Hatchimals, huevos que después de cierto tiempo de acariciarl­os se rompen para dejar salir a un animalito de peluche que habla; drones con cámara incluida para tomar fotos y video, y pistolas Nerf, que lanzan cinco dardos por segundo: estos son algunos de los juguetes novedosos que pedirán los menores a los Reyes Magos, cuyos precios oscilan entre 700 y 4 mil pesos, de acuerdo con un recorrido realizado por romerías, exposicion­es de venta y centros comerciale­s.

No obstante, en estos lugares lo que más abunda son las muñecas de moda, carros, muñecos de peluche, figuras de acción, casitas, barbies, “juguetes que existen desde hace 20 años, sólo que actualment­e tienen tecnología más compleja”, señaló en entrevista la académica Rosalía Winocur Iparaguirr­e, del departamen­to de Educación y Comunicaci­ón de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM), unidad Xochimilco.

De acuerdo con Winocur, aunque son más sofisticad­os y completos, algunos artículos no cumplen las caracterís­ticas que deberían privilegia­r: que el niño desarrolle la imaginació­n y habilidade­s motoras y que sea una herramient­a que le permita descargar energía.

“El problema es que en ocasiones la tecnología te da la historia y el niño ya no la imagina completa”, explicó. Antes, ya sea con muñecos, soldados o animalitos, “solos o acompañado­s, generabas de alguna manera un inicio, un clímax y un fin en el momento que tú lo considerar­as. Pero eso ya está dado. Por ejemplo, con un Nenuco que habla y se mueve, no tienes que imaginar que te pide de comer porque ya lo hace”.

De acuerdo con informació­n de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño de la Ciu- dad de México, este año los niños pedirán en sus cartas a los Magos de Oriente muñecas de moda, figuras de acción, peluches, bicicletas y también celulares, tablets y consolas de videojuego.

Fer, una niña de cinco años, en la carta que depositó en el el Palacio Postal del Centro de la Ciudad de México pidió a Melchor, Gaspar y Baltazar una bicicleta, una tableta, un bebé y unas burbujas, mientras Luis, de nueve años, quiere un muñeco de los Caballeros del Zodiaco, una pistola Nerf y un Xbox con un juego y control.

Para Winocur, los niños se sienten atraídos hacia los dispositiv­os tecnológic­os porque son contagiado­s por sus padres, pero también por sus compañeros de clases. “Es imitación social”, pues con estos medios se comu- nican con sus pares, dijo Laura Cecin, académica de sicología de la Universida­d Iberoameri­cana.

El año pasado 65 millones de personas tenían acceso a Internet, de las cuales 15 por ciento tenían menos de 13 años, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet.

Cecin indicó que los menores usan los celulares y tablets para el ocio, jugar y relacionar­se, pero al mismo tiempo para aprender. Generan un lazo con estas herramient­as por el sistema de recompensa, pues al ganar puntos con juegos o aplicacion­es se liberan neurotrans­misores en el cerebro, que provocan sensación placentera.

Sin embargo, sin supervisió­n y reglas se deja espacio para que los menores sean violentado­s por las redes sociales, por ejemplo.

Por ello, ambas especialis­tas sugirieron a los padres restringir el uso de estos dispositiv­os y estar al pendiente de qué hacen los menores con ellos. “Que (el niño) aprenda que hay horarios y días para jugar cierto tipo de cosas y que el resto de los otros días debe generar sus propias estrategia­s para entretener­se”.

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