La diversidad biocultural en la COP
urante 2016, y a la par de los preparativos de la reunión de la 13 Conferencia de las Partes de la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB), COP 13, realizada en Cancún, Quintana Roo, del 4 al 17 de diciembre pasados, diversas organizaciones, comunidades y movimientos sociales comenzaron una serie de reflexiones y acciones en torno a las implicaciones en esa deliberación mundial. Para tratar ese trascendental tema se llevaron a cabo reuniones entre universidades, organizaciones y comunidades indígenas y campesinas. Destaca, por ejemplo, la del 29 de noviembre pasado, realizada por el Diálogo Indígena y Campesino de la Caravana de la Diversidad Biocultural, integrado por un conjunto de comunidades, académicos y organizaciones sociales que han impulsado la defensa de la diversidad biológica y cultural. En él se congregan quienes desde diversos ámbitos han luchado por la conservación y cuidado de la Madre Tierra y se oponen a la privatización y comercialización de la biodiversidad cultural.
La Caravana considera que “son las comunidades las legítimas poseedoras de la biodiversidad” y que “son ellas quienes han creado y resguardado en sus territorios, por cientos de años, la inconmensurable riqueza biocultural”. Asimismo, del 9 al 11 de diciembre siguientes se realizó igualmente en Cancún la Cumbre Múuch’tambal sobre Experiencia Indígena: Conocimiento Tradicional y Diversidad Biológica y Cultural, para discutir y proponer medidas locales, nacionales y globales, con el fin de integrar saberes tradicionales de personas y comunidades indígenas en el cuidado de los bienes comunes, así como el bienestar económico y social de los pueblos. Dicha cumbre, gestionada también por comunidades indígenas, académicos y organizaciones sociales, fue convocada casi al mismo tiempo que se realizaba la reunión formal entre estados de la COP 13. Todas estas acciones evidencian la oposición que existe entre las posturas que los distintos espacios sostienen. La COP 13 dejó ver que en razón de la mayoría de acuerdos que sostuvieron, su mayor apuesta es la cooperación internacional a partir de las empresas y la iniciativa privada, las cuales claramente ponen en riesgo la diversidad cultural y biológica, al priorizar el lucro de los bienes comunes y los conocimientos tradicionales, por encima de la libre determinación de los pueblos y su relación ancestral con los ecosistemas que los sustentan.
A decir de las organizaciones y comunidades, se trata de una agenda que impulsa “la mercantilización de la diversidad biocultural”. Por otro lado, las organizaciones integrantes de la Caravana por la Diversidad Biocultural, así como la Cumbre Múuch’tambal, entre otras redes de organizaciones que acudieron a intentar participar e incidir en la reunión de la COP 13 –que se caracterizó por su cerrazón ante las demandas sociales–, se posicionaron no sólo por atender la crisis ambiental que se da a nivel global, sino también por hacer frente al sistema neoliberal, causante de estas crisis, mediante la defensa de la autonomía de las comunidades, la legitimidad de los saberes tradicionales, el derecho a la tierra y al territorio, el derecho a la consulta y al libre consentimiento, así como al cuidado y la conservación de los bienes comunes.
La Caravana de la Diversidad Biocultural se constituyó precisamente para hacer frente a los atropellos de empresas trasnacionales contra el cuidado de la biodiversidad y el bienestar de los pueblos indígenas y originarios, te-