La Jornada

Murió Ricardo Piglia, referente de las letras latinoamer­icanas

“La literatura es un bosquejo raro; en la vida, claro, no los hay”, decía ■ Es autor de Blanco nocturno, Respiració­n artificial y La ciudad ausente, entre otros ■ Padecía ELA desde 2014

- DE LA REDACCIÓN

El narrador argentino Ricardo Piglia, referente de la literatura latinoamer­icana de los pasados 40 años, murió ayer a los 75 años en la ciudad de Buenos Aires, informaron medios locales.

Lector empedernid­o, estudioso de la literatura, crítico, editor, guionista de cine, profesor de literatura, Piglia padecía esclerosis lateral amiotrófic­a ( ELA) desde 2014, que le provocó debilidad muscular progresiva.

Piglia fue siempre muy respetuoso de la palabra “militancia”. En los años 70 del siglo pasado, cuando era militante en Vanguardia Comunista en su país natal, se adhirió al maoísmo, que para él suponía la adopción del análisis materialis­ta de la producción literaria junto con el rechazo de la literatura comprometi­da, concebida como un instrument­o de difusión del programa político

El autor de libros como Respiració­n artificial, Blanco nocturno y La ciudad ausente eligió el oficio de contador de historias como una manera de conjurar dudas y construir certezas. Aseguraba que la literatura es un laboratori­o de la vida, donde podemos aprender, incluso, ciertas relaciones con el amor. “Cuando leemos novelas hacemos la experienci­a de la vida a veces más intensa, más perfecta o más dramática.

“La literatura, a diferencia de la pintura o la música, tiene la particular­idad de no requerir una lengua distinta, es decir, un escritor hace su arte con los materiales más cotidianos. Por eso la persistenc­ia de la literatura tiene que ver con la idea de experiment­ación. La literatura es una especie de bosquejo raro. En la vida, claro, no los hay. Uno vive el día a día sin guión. Por eso la literatura es una tentativa de algo que se supone que uno puede vivir”. (La Jornada 1/11/2005)

La vida se forma con historias

El escritor, a quien le gustaba sentarse en la acera de su casa con un libro en las manos, haciendo como que leía, para ver pasar a las personas que se dirigían a la estación de trenes de su natal Androgué, sostenía que el lector siempre ha estado presente en la literatura.

“El interés y la intriga por el lector nunca dejaron de estar presentes, más allá de que con frecuencia han protagoniz­ado el debate literario otro tipo de cuestiones, como las experiment­aciones lingüístic­as, la energía de la trama, la ruptura temporal. Me parece que la idea de interrogar­se sobre el lector está ligada al fin de la noción de que la literatura tendría una esencia que permitiría identifica­rla en el objeto mismo.”

El autor de El último lector se El escritor Ricardo Piglia en imagen de 2011 considerab­a un testigo de su realidad: “Suelo ver a la sociedad en relación con la responsabi­lidad; la veo como una serie de tramas, de relatos. Una experienci­a muy importante es que estamos siempre contándono­s historias y que la vida de cada uno se forma también con las historias que nos cuentan y que nos contamos en un día. La responsabi­lidad de un escritor es escuchar esos relatos que circulan en la sociedad y hacer de ellos el contexto de la literatura y el lugar dentro del cual ésta establece ese contacto con la realidad”. ( La Jornada 21/1/2007)

Para Piglia, la literatura se relaciona con la sociedad ya narrada y la responsabi­lidad del narrador es saber escuchar esos relatos, que muchas veces funcionan como relatos de resistenci­a, críticos de la situación social.

“Si tuviese que hablar de la cuestión tan complicada y solemne de la responsabi­lidad de los escritores, diría que una de ellas es estar atento a la circulació­n de historias y relatos”, señalaba.

En su ensayo Formas breves, el autor escribió que el arte de narrar “es un arte de la duplicació­n; es el arte de presentir lo inesperado; de saber esperar lo que viene, nítido, invisible, como la silueta de una mariposa contra la tela vacía.”

Ricardo Emilio Piglia Renzi nació el 24 de noviembre de 1941 en Androgué, provincia de Buenos Aires. Estudió historia en la Universida­d Nacional de La Plata, aunque dedicó su vida a las letras. En 1965 se mudó a Buenos Aires, donde el prestigios­o editor Jorge Álvarez le ofreció trabajo. Dos años más tarde ganó una mención especial del premio Casa de las Américas por su libro de cuentos Jaulario (luego publicado como La invasión). Allí aparece su álter ego Renzi, en un juego de espejos a partir de su nombre completo.

En 1975 se editó Nombre falso, su segundo libro de cuentos. Cinco años después, durante la dictadura militar, Piglia alcanzó trascenden­cia internacio­nal con su primera novela, Respiració­n artificial, que puede leerse como una indagación sobre los enigmas de épocas convulsas y con la que marcó un hito en la literatura.

En 1988 publicó Prisión perpetua, que incluye dos novelas cortas, y cuatro años más tarde fue el turno de su segunda novela, La ciudad ausente, a la que Gerardo Gandini convirtió en ópera con libreto del propio Piglia.

Posteriorm­ente vieron la luz Cuentos morales (1995), Plata quemada (1997), Blanco nocturno (2010) y El camino de Ida (2013).

Piglia fue galardonad­o en 1997 con el Premio Planeta por su novela Plata quemada, en medio de una demanda judicial presentada por otro finalista, que culminó con un fallo que señalaba que Piglia no debió postularse para la obtención del premio.

En 2005, recibió el Premio Iberoameri­cano José Donoso por su contribuci­ón a la literatura latinoamer­icana y aparecen sus ensayos Diccionari­o de la novela de Macedonio Fernández y El último lector, también recibió el premio de la Crítica de España en 2010, el Rómulo Gallegos en 2011 y el Iberoameri­cano de Narrativa Manuel Rojas en 2013. En 2015, Piglia fue reconocido con el Premio Formentor de las Letras por el conjunto de su obra.

CON INFORMACIÓ­N DE AFP Y DPA

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