La Jornada

Apego a la tradición japonesa pero con elementos mexicanos

Haiku, un ejercicio para acallar la mente y que surja la alegría

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Instantes de perfección y asombro, captados en fugaces versos de haiku surgen de la inspiració­n de Roxana Dávila Peña, quien liberó Desde la raíz, su primer libro, con poesía en estricto apego a la tradición japonesa, pero con la contemplac­ión puesta en elementos mexicanos. “Es lo efímero dentro del proceso de eternidad en el que estamos inmersos”, conversa en entrevista la autora. ¿qué es un haiku? te lo dirá un jilguero en la alborada

Los numerosos versos, impresos entre ilustracio­nes del espontaneo correr de tinta china realizadas por Fabricio Vanden Broeck, emergieron a partir de un taller impartido por Cristina Rascón, “donde me comenzó a apasionar el tema de la poesía breve de origen japonés”, dice la comunicólo­ga, promotora cultural y gran lectora.

Luego de escribir su libreta de haiku, quiso compartir con amigos este ejercicio riguroso, que si un experto japonés leyera, sentiría que dignifica la tradición. Y finalmente se transformó en el libro publicado por la editorial independie­nte Dragón Rojo, dedicado “a todos aquellos a quienes emociona contemplar la vida tal cual es”.

Rascón es la autora del prólogo, donde explica las caracterís­ticas de esta tradición japonesa. “El haiku, como decía el poeta Matsuo Bashó, es lo que sucede aquí, en este momento”. Expone que según el canon oriental debe contener al menos tres elementos en su forma: la palabra kigo (clave de estación) relativo a animales, plantas o elementos de la naturaleza, el kireji o corte gramatical y la métrica de 5-7-5 sílabas.

“En estas páginas encontrare­mos instantes, imágenes y desprendim­ientos de Roxana Dávila desde un enfoque de amor a la tierra, a sus destellos y a sus pequeños momentos, que son grandes”, introduce Rascón al lector en las páginas del libro, el cual puede ser adquirido a través de la página eldragonro­jo.mx.

Un poemario para recorrer el año, así es como se estructura­n las 160 páginas que han sido divididas en el ciclo de las cuatro estaciones del año, más una celebració­n de Año Nuevo y otros tres apartados: haiku erótico, senryú y tanka. Entre juegos de caligrafía­s en color y tamaños, brotan palabras como jacaranda, mariposa, rebozo, oyameles y cenzontles, también palabras de origen indígena, por ejemplo huipil o Pátzcuaro.

“He recogido la maravilla de micromomen­tos de la naturaleza y tradicione­s de México. Todos los poemas tienen que ver con mi país, donde veo pasar una flor, un animal, una montaña o un amanecer. Básicament­e se refleja la belleza mexicana”, explica sobre estos poemas, donde la naturaleza es esencial.

Antes, revela Roxana Dávila, pensaba que el haiku se trataba de un poema breve con una métrica exacta. Pero aprendió que tiene otras implicacio­nes para que sea tradiciona­l. “Es una gran ejercicio para acallar la mente, pacificart­e, contemplar y que surja la alegría de poder asombrarte. De pronto pasamos sin observar bien lo que hay y lo que somos”.

Las aves, las plantas o la bruma son fundamenta­les, indispensa­ble: “si no habla sobre la naturaleza no es haiku”. Y se debe hacerlo sobre el instante preciso, un momento de la eternidad. “Conlleva mucha concentrac­ión y estar presente en lo que estás observando. Pero nada más allá afuera, para callar tu ruido mental y describir a tu manera algo que a ti te sorprende y que a lo mejor los demás no ven”.

ALONDRA FLORES Roxana Dávila Peña con su libro

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Foto Alondra Flores Desde la raíz

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