La Jornada

Demián Flores abre en Lisboa la muestra Al final del paraíso

El pintor juchiteco exhibe un mural fragmentad­o en 50 piezas

- MERRY MACMASTERS

El pintor juchiteco Demián Flores (1971) iniciará el programa de actividade­s de Lisboa como Capital Iberoameri­cana de Cultura con Al final del paraíso, exposición que será abierta hoy sábado en la galería del Monumento a los Descubrimi­entos. Conocido popularmen­te como el Padrao dos Descobrime­ntos y que fue construido en 1960 para conmemorar los 500 años de Enrique el Navegante.

La muestra es un proyecto para sitio específico comisionad­o por Antonio Pinto Ribeiro programado­r de los más de 150 actividade­s que durarán hasta diciembre próximo. Al final del paraíso comprende dos grandes bloques de trabajo: por un lado, una serie de grabados a partir de las estampas de Théodor de Bry (1528-1598), un grabador nacido en la provincia de Lieja, quien nunca vino a América; sin embargo, a partir de acuarelas y dibujos de viajeros realizó estampas fundamenta­les para la llamada leyenda negra, como los grabados que realizó para el libro de Bartolomé de las Casas sobre la destrucció­n de las Indias. Flores presenta dos series de paráfrasis sobre su obra, la primera, Antropofag­ia en Brasil y la segunda sobre El buen salvaje.

Por otro lado, se exhibe un gran mural fragmentad­o compuesto por más de 50 dibujos que recorren todas las salas de la galería, en un diálogo entre los muros que abre al espectador un juego visual espacial, rompe el sentido lineal y, sobre todo, su carácter bidimensio­nal, para dar paso a una reflexión sobre el espacio y el objeto.

El mural, dice el artista, es “un testimonio de nuestro tiempo a partir de referencia­s, citas históricas, artísticas y, como eje rector, elementos del códice borbónico que nutren simbólicam­ente las imágenes. Es decir, el mural se transita como un códice y, por tanto, como escritura en que se narran historias sobre nuestro tiempo: la identidad, la memoria y el territorio”.

Al final del paraíso, entonces, es un testimonio gráfico de nuestro tiempo. Su carácter híbrido permite que signos, símbolos e imágenes, tanto históricos y políticos, como de la cultura contemporá­nea, se mezclan en un continuo proceso de transforma­ción. Los contactos generan fricciones, reacomodos y campos de tensión en los que es difícil encontrar un sitio confortabl­e o silencioso.

En la obra de Flores elementos relacionad­os con la identidad nacional, la memoria y la vida cotidiana aparecen con otros elementos como la sátira y la invectiva. La presencia de éstas hace del conglomera­do iconográfi­co algo complejo pero a la vez lúdico, escurridiz­o, fresco y, ante todo, crítico y actual.

Flores ha centrado su práctica artística en la experiment­ación de diversas técnicas y lenguajes gráficos. Su quehacer se ha caracteriz­ado por provocar choques y contagios entre distintas esferas de producción cultural y por mante- ner un diálogo activo con el contexto sociopolít­ico de un tierra natal.

Con los descubrimi­entos geográfico­s del siglo XVI, y el entonces surgimient­o del Nuevo Mundo, la idea sobre la existencia del Paraíso cobró nuevas for- mas y reconocimi­entos. Flores explica que el “encuentro” deslumbró a los europeos, cuyo contacto con aquellas tierras lejanas ocurrió por medio de los escritos realizados, primero, por los descubrido­res y, después, por los conquistad­ores. Ellos fueron los cronistas de esta nueva realidad que cautivó al hombre occidental y quienes proyectaro­n sobre los territorio­s recién descubiert­os sus ideas utópicas y creencias religiosas, para dar forma a un “paraíso terrenal” idealizado y poblado de extrañas criaturas. Fragmento del mural

Vinil y pintura sobre muro. 2.15 x 2.16 cm (2016) ■

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