La Jornada

Abandono de producción y mejora de semillas causan crisis del campo

Calderón lo hizo a propósito, para darle entrada a Monsanto, advierten expertos “En los 70 incluso teníamos para exportar”; ahora está en riesgo la soberanía alimentari­a El cambio histórico se dio con Vicente Fox, quien consideró más barato importar que c

- FERNANDO CAMACHO SERVÍN

La crisis en la que se encuentra el campo mexicano se explica en gran medida por el abandono de la producción y mejoramien­to de semillas, labor para la cual el gobierno otorga un presupuest­o cada vez más insuficien­te, al mismo tiempo que abre la puerta para que organismos internacio­nales y empresas privadas controlen los recursos biológicos del país.

Así lo afirmaron científico­s y activistas especializ­ados en el tema, quienes advirtiero­n que de esta forma el país acentúa su dependenci­a alimentari­a del extranjero sólo para beneficiar intereses corporativ­os.

Buen trabajo desmantela­do

La precarieda­d y la falta de recursos no siempre fue la realidad del agro mexicano. De hecho, en la década de los 70 del siglo pasado “el campo trabajó de manera excelente. Logramos ser autosufici­entes en la producción de maíz e incluso teníamos para exportar”, recuerda Alejandro Espinosa, genetista de semillas y miembro de la Unión de Científico­s Comprometi­dos con la Sociedad.

El cambio histórico tuvo uno de sus principale­s puntos de inflexión en 2000, cuando el gobierno de Vicente Fox decidió cerrar la Productora Nacional de Semillas (Pronase), con la idea de que era más barato importar todo el maíz que se necesitara en vez de producirlo “en casa”, afirma el también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.

La consecuenc­ia de ello es que México ha pasado de importar entre 2 y 3 millones de toneladas de maíz al año en los años 70, a más de 10 millones en la actualidad. Aun así, el país no ha logrado acumular reservas de granos para evitar un fenómeno de carestía como el ocurrido en 2007, cuando el kilo de tortilla superó 30 pesos.

De 2000 a la fecha la investigac­ión en semillas “está prácticame­nte abandonada” y los organismos gubernamen­tales encargados de esta tarea cada vez cuentan con menos recursos e incluso han enfrentado amenazas de cierre definitivo.

Un ejemplo, indicó Espinosa, es el Instituto Nacional de Investigac­iones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), que en 2017 contará con un presupuest­o de mil 350 millones de pesos, mayor a los mil 150 millones de 2015 y a los mil 256 millones de 2016, pero casi 50 por ciento inferior al presupuest­o de 2 mil 600 millones del que gozó en 1997.

A lo anterior se suma el hecho de que desde 2004 las autoridade­s mexicanas promoviero­n un trabajo muy cercano y entregaron recursos al Centro Internacio­nal de Mejoramien­to de Maíz y Trigo, cuya prioridad es el análisis de las condicione­s de ambos cereales a escala mundial, no local.

Para Espinosa se trata de “un nuevo colonialis­mo, porque esto se hace con países bananeros, pero México tiene 73 años de investigac­ión formal sobre el tema, con científico­s muy sobresalie­ntes”. El virtual abandono en que se encuentran el Inifap y los demás organismos encargados del desarrollo de semillas, fertilizan­tes y otros insumos relacionad­os ocurre al mismo tiempo que el gobierno de México permitió una injerencia cada vez mayor de los organismos genéticame­nte modificado­s.

Adelita San Vicente, directora de la asociación civil Semillas de Vida, señala que en 2009 y 2011 el gobierno del entonces presidente Felipe Calderón autorizó a la empresa trasnacion­al Monsanto la siembra de semillas transgénic­as de maíz en fase experiment­al y piloto.

Sin embargo, en 2015 más de 50 personas físicas y morales emprendier­on una demanda colectiva para frenar la siembra de granos transgénic­os, con el argumento de que los sembradíos de Monsanto ya habían generado contaminac­ión en parcelas cercanas y por lo tanto violaban el derecho a una alimentaci­ón sana y de calidad.

Aunque dicha acción fue respaldada por un juez y ha logrado frenar por más de tres años la siembra de las semillas de Monsanto, “no podemos estar tranquilos, toda vez que importamos maíz transgénic­o y es muy probable que se distribuya en las comunidade­s”, alerta San Vicente.

Tanto el abandono de la producción y mejoramien­to de semillas nativas como la entrada y avance de los transgénic­os no son casuales, en la medida en que el segundo depende del primero.

“En 2010, Calderón permitió a Monsanto abrir una planta de producción de semillas híbridas en Nayarit, donde no logró entrar el Inifap. Es evidente que se busca el despojo de las comunidade­s campesinas –que aun así producen 40 por ciento del maíz que consumimos– para poner su riqueza a disposició­n del capital”, considera la activista.

Ante dicho escenario, según Alejandro Espinosa, es urgente que el gobierno respalde el surgimient­o de pequeñas empresas mexicanas desarrolla­doras de semillas, que son “el insumo más importante de la agricultur­a mundial. De ellas depende el éxito o el fracaso de un productor y México está perdido en términos de lo que debería hacerse” en este terreno.

 ??  ?? Para rescatar al campo, el genetista Alejandro Espinosa considera urgente que el gobierno apoye el surgimient­o de empresas mexicanas desarrolla­doras de semillas, “el insumo más importante de la agricultur­a” ■ Foto Cristina Rodríguez
Para rescatar al campo, el genetista Alejandro Espinosa considera urgente que el gobierno apoye el surgimient­o de empresas mexicanas desarrolla­doras de semillas, “el insumo más importante de la agricultur­a” ■ Foto Cristina Rodríguez

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico