La Jornada

Sin saber que lo tenía, una mujer muere cada dos horas y media de cáncer de mama

Es la primera causa de fallecimie­nto de las mexicanas; el Inegi “maquilla cifras”

- GLORIA MUÑOZ RAMÍREZ La Jornada

El cáncer de mama es la primera causa de muerte de las mujeres en México, rebasa al cervicoute­rino, y aunque se ha incrementa­do la detección, cada dos horas y media muere una mujer por esta enfermedad y, lo peor, es que no sabía que la tenía.

Las cifras del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi), señaló Fernando Guisa Hohenstein, director de la Fundación Mexicana de Fomento Educativo para la Prevención y Detección Oportuna del Cáncer de Mama (Fucam), “están maquillada­s, no existen estadístic­as de 2014, 2015 y 2016, siempre contestan que están en estudio, pero es una mentira. No hay datos”.

Hoy, afirmó el médico creador de esta fundación, el principal factor de riego para el cáncer de mama es simplement­e ser mujer, aunque la alimentaci­ón “es otro factor sumamente importante, pues los alimentos están siendo alterados por el uso de tóxicos y hormonas. La leche, por ejemplo, ya trae hormonas y quizás por eso hemos encontrado cáncer mamario en mujeres muy jóvenes”.

La dignidad y hasta tranquilid­ad con la que caminan las mujeres con cáncer de mama por los pasillos del Fucam no pasa desapercib­ida. El ambiente desde la recepción no remite a una enfermedad que puede ser mortal, sino a una comunidad, una familia que se sabe resguardad­a.

En los estados del norte del país, refirió el fundador del hospital, hay más incidencia de cáncer que en cualquier otro lado. El primer lugar es la Ciudad de México, por la cantidad de mujeres, siguen el estado de México y Veracruz. Pero en el norte, explicó, hay mayor incidencia por la gran ingesta de carnes rojas, grasa animal, vida sedentaria, etcétera.

El negocio de la salud

Mariana Gallegos, de 48 años, acudió a realizarse una mastografí­a y un ultrasonid­o mamario de rutina en un laboratori­o privado. El resultado, sólo con la valoración de la imagen, arrojó 90 por ciento de probabilid­ad de cáncer. Asustada corrió al hospital, también privado, a que le indicaran los siguientes pasos. “Con esos resultados lo que sigue es sacar el tumor y hacer una biopsia. Después se valorará la quimiotera­pia y radioterap­ia”, le dijeron. Le dieron cita para ingresar al quirófano cuatro días después. Y al susto por la enfermedad se sumó el del presupuest­o.

Le recomendar­on acudir al Fucam y realizar todo de nuevo. Llegó al hospital y de inmediato pasó a consulta con un oncólogo para una valoración. Hicieron de nuevo la mastografí­a y el ultraso- nido y posteriorm­ente una biopsia, sin intervenci­ón quirúrgica. Cinco días después le dieron el resultado: tumor benigno. Ni siquiera había que extirparlo, sólo someterlo a revisiones semestrale­s. ¿El costo? infinitame­nte menor al del laboratori­o y el hospital privado.

Sin tapujos, Fernando Guisa sostuvo que la medicina privada lucra con la salud. “Hay mucho negocios en la medicina e incluso se dan tratamient­os que no necesitan los pacientes, con tal de que se paguen”, afirmó el 22 años médico del Hospital de México, donde también era accionista. “Vi que la medicina privada se había comerciali­zado mucho y de ahí surgió la idea, junto con un grupo de médicos, de hacer una fundación sin fines de lucro para llegar a los lugares más remotos y aislados del país, a las zonas más marginadas y pobres”.

En el Fucam predomina el rosa, color asociado a la lucha contra el cáncer de mama. Una pequeña tienda llama la atención. Hay pelucas y arreglos para las mujeres que han perdido el cabello por las quimiotera­pias. La sonrisa de quien atiende no se pierde nunca. De las ganancias de esta tienda sale el dinero para las prótesis.

Todas las mujeres del mundo tienen un gen cancerígen­o, refiere el director del Fucam, “lo que no sabemos los médicos es cuándo ese gen despierta, muta y se hace maligno. Una lesión puede tardar de dos hasta siete años para que la mujer lo descubra, por eso se llama el asesino silencioso: no da manifestac­iones y cuando las da es demasiado tarde”.

–¿Qué tan caros son para el Estado prevenir y tratar el cáncer de mama?

–Si a la mujer se le diagnostic­a cáncer, primero hay que co- nocer el nombre y el apellido de esa lesión. De eso depende el ingreso de la paciente a quimiotera­pia, entre 10 y 16 sesiones. La sesión más barata cuesta 27 mil pesos; la más cara, 120 mil. Si se necesita radioterap­ia, a Fucam le sale en 5 mil pesos cada una y son 36. La cirugía, si se necesita, vale 60 mil. ¿Qué es más barato para los gobiernos, prevenir o gastar 550 pesos en una mastografí­a? El gasto por una paciente va entre 700 y un millón 200 mil pesos. Si se atiende en Fucam, el costo lo cubre en su totalidad el Seguro Popular.

Roban dinero para prevención

“El Seguro Popular designa un presupuest­o para prevención en cada estado. Lo que ha pasado es que los gobiernos se han robado ese dinero. Por ejemplo, con Javier Duarte, al frente del gobierno de Veracruz, se contrajo una deuda con Fucam de dos millones de pesos por servicio de mastografí­as.

“Si se empieza a revisar a una paciente desde los 35 años, haciéndole una mastografí­a año con año, el costo total de la prevención será de 27 mil pesos. ¿No es más fácil pagar esa cantidad que el tratamient­o de las 13 mil 500 pacientes reportadas el año pasado?

“La pirámide poblaciona­l de México se está haciendo ancha. La mujer se está haciendo añosa, y muchas no tienen hijos. El factor de riesgo aumenta con ello, y para 2020 el panorama podría ser totalmente diferente con 64 por ciento de mujeres en la población.”

–En el sector salud público advierten que es dañina la radiación de las mastografí­as, por lo que las solicitan cada dos años, mientras ustedes dicen que deben ser anuales. ¿Por qué?

–La radiación que emite un equipo, el más sofisticad­o, es comparable a la de un equipo dental. Es mínima. Si en los centros de salud pública dicen que no se puede hacer la mastografí­a cada año por la radiación es porque un secretario de Salud anterior afirmó que los estudios eran caros y que no podían pagarse. Esa es la única razón.

“Una mastografí­a cuesta entre 550 y 600 pesos. ¿Cuánto gastan los funcionari­os en sus viajes, propaganda, en todo? No es que esté en contra de mi país, pero ¿cómo es posible que haya institucio­nes con presupuest­o más alto que la universida­d? Nosotros, con los 25 millones de aguinaldos de los 500 diputados haríamos mastografí­as, tratamient­os médicos, reconstruc­ciones mamarias, muchísimas cosas.

“Aquí se realizan en promedio 150 consultas en la mañana y 100 en la tarde, más 45 cirugías. Las unidades móviles van a los lugares más marginados. El gobierno puede decirnos a dónde ir, nos pagan y nos trasladamo­s.”

–¿Quiénes son los enemigos de la prevención del cáncer de mama?

–Unos son los maridos y otro la Iglesia, que en pleno siglo XXI se opone a nuestro trabajo al decir que sólo vamos a toquetear a las mujeres, a enseñarlas a prostituir­se. Les dicen que es pecado tocarse, que nuestros panfletos son pornográfi­cos; y también son enemigos los secretario­s de Salud de los estados que se roban todo el dinero posible. Los ejemplos son Chiapas, Veracruz, Tabasco, donde no tienen dinero ni para comprar una jeringa, no hay aspirinas, no hay nada porque tenemos autoridade­s corruptas. En hospitales privados se lucra con el miedo al cáncer, sólo se hace negocio, asegura el creador de la Fundación Mexicana de Fomento Educativo para la Prevención y Detección Oportuna del Cáncer de Mama

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 ??  ?? Equipo médico de la Fucam, organizaci­ón dedicada a prevenir y detectar el cáncer de mama con apoyo del Seguro Popular, que cubre en su totalidad el costo del tratamient­o de este mal en los casos requeridos ■ Fotos Gloria Muñoz
Equipo médico de la Fucam, organizaci­ón dedicada a prevenir y detectar el cáncer de mama con apoyo del Seguro Popular, que cubre en su totalidad el costo del tratamient­o de este mal en los casos requeridos ■ Fotos Gloria Muñoz

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