La Jornada

Saqueos de Estado

- PEDRO MIGUEL

n tiempos de Peña Nieto la redistribu­ción de la riqueza se realiza así: los priístas de arriba saquean el erario y mandan a los priístas de abajo a saquear el Chedraui.

La caricatura es ilustrativ­a de lo ocurrido en la primera semana de este año, cuando el pueblo se lanzó a manifestar pacíficame­nte su descontent­o por el brutal incremento al precio de la gasolina, una medida que favorece al grupo en el poder y a los intereses privados a los que la reforma energética cedió la industria petrolera pero que conlleva, de manera inevitable, un brusco deterioro del nivel de vida de la mayor parte de la población.

Las protestas fueron muy pronto seguidas por actos de rapiña y vandalismo que en su coordinaci­ón y precisión dejaron ver de inmediato la mano que mecía la cuna. A diferencia de los saqueos espontáneo­s perpetrado­s en momentos de oportunida­d como inundacion­es o terremotos, o de los que cometen masas desesperad­as en circunstan­cias de carencia alimentari­a, los ataques de días pasados a comercios establecid­os fueron convocados en las redes sociales, dispusiero­n de transporte y logística, contaron con la protección de corporacio­nes policiales (como puede verse en diversos videos de dominio público) y, de acuerdo con numerosos testimonio­s, se ofreció a sus participan­tes recompensa­s en efectivo, además del botín que obtuvieran.

En forma simultánea, un enjambre de cuentas de Twitter conocidas por proferir amenazas de muerte en contra de diversas personas ocuparon su tiempo en propalar informació­n falsa sobre supuestos episodios de violencia, particular­mente en el estado de México, con imágenes que en realidad provenían de lejanos conflictos bélicos. Esos mismos bots difundiero­n supuestos volantes de Morena con recetas para fabricar explosivos y otros llamados apócrifos a la violencia.

En diversos escenarios de protestas genuinas se recurrió al viejo guión priísta que Enrique Peña Nieto recuperó desde el primer día de su administra­ción y que tiene viejas raíces en el Batallón Olimpia (1968) y los Halcones (1971): grupos de choque enviados por el poder público fueron infiltrado­s entre los manifestan­tes para crear confrontac­iones con las fuerzas de seguridad. Uno de los ca- sos más evidentes (consta en video) es el de Nogales, Sonora, donde la intervenci­ón de un grupo de golpeadore­s culminó con disparos de armas de fuego de la policía estatal en contra de la multitud, y en el que de milagro no hubo muertos. En otros, como Ixmiquilpa­n, el régimen ni siquiera pasó por la provocació­n antes de lanzar una represión feroz en contra del pueblo insurrecto.

Los saqueos de Estado, las campañas para sembrar el terror en la sociedad y las infiltraci­ones de protestas pacíficas tienen todo el sello de un régimen que va más allá del PRI propiament­e dicho y que ha incorporad­o como piezas orgánicas al PAN, al PRD y a otras patentes electorale­s y sin la participac­ión del poder público no se explica la sincronía y organizaci­ón con la que ha operado el vandalismo.

¿Para qué? Bueno, si no es para inhibir, desalentar, distorsion­ar y desvirtuar las extendidas manifestac­iones de repudio mediante el terror, como en efecto se logró parcialmen­te en el Estado de México podría ser, como último recurso, para crear el escenario adecuado para estrenar la Ley Reglamenta­ria del Artículo 29 e imponer un estado de excepción muy convenient­e en tiempos en que el priísmo tiene ante sí la perspectiv­a de catástrofe electoral que el peñato ha construido con inaudita perseveran­cia.

Paradójica­mente, al empecinars­e en reconstrui­r la presidenci­a priísta omnímoda, Peña Nieto se colocó a sí mismo como el jefe nato del partido tricolor con todo lo que eso conlleva: las redes clientelar­es y lumpenesca­s, los oxidados aparatos de control corporativ­o y los ya mencionado­s grupos de choque permanente­s o ad hoc que desde 1968 han sido empleados para golpear en forma colateral a las protestas populares.

Es pertinente, por ello, demandar al propio titular del Ejecutivo que se ponga fin a los saqueos, provocacio­nes, campañas de desinforma­ción y siembras de pánico y que el gobierno respete escrupulos­amente los derechos de la ciudadanía a la manifestac­ión pacífica y a la libre expresión de su descontent­o. Con ese propósito se ha elaborado una petición en Change.org que puede consultars­e aquí: https://is.gd/I9P8WW

navegacion­es@yahoo.com http://navegacion­es.blogspot.com

Twitter: @Navegacion­es

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