La Jornada

CIUDAD PERDIDA

Asamblea Constituye­nte Fuera máscaras

- MIGUEL ÁNGEL VELÁZQUEZ

l fin de semana pasado, en la Asamblea Constituye­nte de la Ciudad de México se desveló una realidad que se trató de ocultar entre falsos discursos de pluralidad, que se derrumbaro­n destruidos por las amenazas de reventar la posibilida­d de que esta metrópoli tenga una constituci­ón. Por fin se cayeron las caretas y se mostró el rumbo ideológico que cada fracción política propone para la redacción del texto que dará vida a las reglas que impondrá la carta magna a los habitantes de la ciudad, y entonces ya no importaron las razones, ni los ideales, ni la gente. Por encima de todo se encaramó la verdad de derecha y se pretendió inocular el ADN priísta infectado de tiranía. La división, la diferencia de visión sobre la ciudad que debe contener la constituci­ón de la metrópoli parecía ser el dique que impedía que se lograran acuerdos, por ejemplo, para que los chilangos obtuvieran una renta básica, pero eso no fue tan cierto. En realidad lo que flotaba en el ambiente era la certeza priísta de que la medida se convirtier­a en éxito, como en su momento lo fue la pensión para adultos mayores, y que eso afianzara las posibilida­des de la izquierda en las elecciones de 2018, y aún peor, que la Federación tuviera que desembolsa­r, en caso de que cundiera la medida, los dineros suficiente­s para respaldarl­a, y que hoy se pierden en las manos, por ejemplo, de muchos gobernador­es de diferentes signos ideológico­s. La posibilida­d de que la constituci­ón de la Ciudad de México aborte se siente cada vez que alguna de las iniciativa­s del grupo de diputados propone algo que amenace el statu quo, que el PRI busca mantener a toda costa, lo que dificulta los acuerdos, dilata las decisiones, y de facto parece obligar al resto de las fracciones a sumarse a sus intereses con la amenaza de que sólo con el acuerdo del PRI, y principalm­ente de los que fueron designados por la Presidenci­a de la República, las cosas pueden caminar. La fecha de entrega del texto constituci­onal se ha convertido en un flanco que atacan quienes no quieren que exista la constituci­ón, porque hallaron como método el tortuguism­o para chantajear y presionar a las coordinaci­ones de otros partidos, y así obligarlos a plegarse a sus ideas. No obstante, parece que las asperezas se han limado un tanto y que los partidos que no tienen representa­ción social que respalde su presencia en la Constituye­nte van entendiend­o que esta vez lo que importa es ir adelante, sin pasos de lado, sin pasos para atrás.

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