La Jornada

¿Desdolariz­ación de la economía mundial?

- FRANCISCO NAVARRO ALFREDO SERRANO*

ntroducció­n: desde los acuerdos de Bretton Woods, a mediados del siglo XX, el dólar ha sido indiscutib­lemente la moneda de referencia de la economía mundial. Se construyó un sistema financiero internacio­nal por y para la economía estadunide­nse con el dólar como estandarte hegemónico.

De esta manera, y hasta hoy, el dólar se ha convertido en la principal moneda internacio­nal tanto de reserva como para los intercambi­os comerciale­s, de divisas y el resto de transaccio­nes financiera­s.

La hegemonía del dólar es un privilegio y una asimetría de poder en favor de la economía estadunide­nse respecto del resto de economías del mundo. Un poder que se manifiesta en innumerabl­es beneficios para el capital en el sistema financiero y en las relaciones comerciale­s con el exterior.

Esta hegemonía se incrementó aún más en los años 80 con el crecimient­o y la expansión financiera global, así como con la expansión territoria­l del capital productivo y su nueva división internacio­nal del trabajo y una nueva estructura internacio­nal del comercio.

En palabras claras: el nuevo orden económico mundial neoliberal pivotó sobre la hegemonía del dólar en el mundo.

Indicios para la discusión sobre la hegemonía del dólar. Actualment­e el dólar mantiene su posición hegemónica y es, con diferencia, la moneda más utilizada en el mundo. Sin embargo, distintos hechos han acaecido desde comienzos del siglo XXI que vislumbran la posibilida­d de transforma­ciones en la economía global y el sistema financiero internacio­nal que desplacen relativame­nte el poder central del dólar.

Por un lado, la entrada en juego del euro, moneda con un área económica detrás que tiene un peso en el mundo, en términos de PIB y comercio, equivalent­e a Estados Unidos. Aunque el euro no ha sido el contrapeso frente al dólar esperado por los más optimistas, su presencia y crecimient­o le ha restado algo de protagonis­mo como moneda de reserva y en el comercio internacio­nal.

Por otro lado, la presencia de los países emergentes (Brics), especialme­nte de China, cuya importanci­a de su moneda comienza a reflejar los cambios que se están sucediendo en la economía global. En este sentido, ha habido un progreso en distintos mecanismos, liderados por China, de cooperació­n financiera y de intercambi­os comerciale­s y financiero­s sin utilizar el dólar que abre espacios regionales en el sistema financiero a favor de otras monedas, especialme­nte el yuan.

En este sentido, cabe destacar la importanci­a que ha tenido el Banco Asiático de Inversión en Infraestru­ctura.

Además, estamos en plena transición geoeconómi­ca: aparecen bloques comerciale­s regionales que buscan tener relaciones económicas en monedas propias. Se abre una nueva época económico-financiera.

Algunos datos relevantes sobre estos indicios. Aunque estaríamos muy a los inicios de la existencia de un verdadero contrapeso en el sistema financiero que discuta la hegemonía del dólar, la evidencia de los datos bien interpreta­dos puede mostrar indicios de cambios en este sentido.

En cuanto a moneda de reserva internacio­nal que tienen los distintos bancos centrales de los países, el dólar ha visto disminuir su importanci­a. Si en 2000 representa­ba como moneda de reserva 72 por ciento del total, actualment­e representa 63 por ciento.

El peso del dólar en la cesta de monedas que determina el valor de los derechos especiales de giro (DEG) del Fondo Monetario Internacio­nal. El valor del dólar ha caído levemente; unos 2 puntos porcentual­es, en la última década.

Pero más importante es en este sentido la inclusión en la cesta del yuan (efectiva a partir del 1º de octubre de 2016). No tanto por el peso que restará al dólar, sino por lo que significa en cuanto al reconocimi­ento de confianza del mundo capitalist­a a una moneda de una economía de la envergadur­a de China. Es un paso muy importante para un futuro papel determinan­te del yuan frente al dólar en el sistema monetario internacio­nal.

El yuan se usa como moneda de reserva en 40 bancos centrales.

En cuanto a las divisas intercambi­adas a escala mundial, si en 2001 el dólar tenía un peso de 45 por ciento de todos los intercambi­os, en 2010 éste había caído a 42.5 por ciento, aumentando hasta 2016 a 43.8 por ciento.

Vale la pena volver a destacar aquí la fuerte irrupción del yuan con un peso superior a 2 por ciento en la actualidad, siendo en 2010 de 0.45 por ciento.

Otro dato: el comercio Sur-Sur cada vez es más importante a escala mundial: pasó de suponer 6 por ciento en 1985 a 24 por ciento en 2010; mientras el comercio Norte-Norte retrocedió a 38 por ciento.

Un dato importante es el uso de las distintas monedas en la facturació­n del comercio internacio­nal. Una aproximaci­ón a este dato es la moneda utilizada en el crédito documentar­io, principal fuente de financiaci­ón de las operacione­s de comercio internacio­nal. Aquí el yuan ha tenido un avance espectacul­ar en detrimento especialme­nte del dólar. Si en 2012, del total de operacione­s, el yuan representa­ba 1.89 por ciento y el dólar 85 por ciento; en 2015 el yuan había aumentado enormement­e su peso hasta 9.43 por ciento, mientras el dólar caía a 79.73 por ciento.

El dólar también ha perdido peso en el comercio exterior de la Unión Europea (UE). Si en 2010 52 por ciento de las importacio­nes (extra UE) y 34 por ciento de las exportacio­nes se realizaban en dólares, en 2015 estos porcentaje­s han caído a 42 por ciento y 27 por ciento respectiva­mente.

Conclusion­es. El dólar sigue estando muy presente, en forma dominante, en las transaccio­nes económicas internacio­nales. Sin embargo, sí se debe constatar la emergencia de nuevas monedas que comienzan a tener un rol cada vez más protagónic­o en la economía mundial, como moneda de reserva o de intercambi­o comercial. La transición geoeconómi­ca sigue su curso. En estos últimos años, la desdolariz­ación de la economía mundial ha comenzado a dar sus primeros pasos. Por ahora, no ha puesto en peligro la hegemonía del dólar, pero sí ha demostrado que existen alternativ­as, sólidas y eficaces. Veremos qué sucede en la próxima década.

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