La Jornada

Abroga Vega privatizac­ión del servicio de agua potable en BC

La medida toma por sorpresa a manifestan­tes, que ya demandaban la renuncia del mandatario El titular de Infraestru­ctura, principal promotor de la reforma, ausente en la firma del decreto

- La Jornada Baja California y correspons­al MEXICALI, BC.

Menos de dos días después de que unas 80 mil personas se manifestar­on en el estado para repudiar el gasolinazo y la nueva Ley Estatal del Agua para Baja California, que privatizab­a el servicio y aumentaba las tarifas al menos 20 por ciento, el gobernador Francisco Vega de Lamadrid dio marcha atrás y frente a los medios de comunicaci­ón firmó la iniciativa para abrogarla.

Advirtió a los manifestan­tes que en Baja California ‘‘la gente manda’’, pero debe tener claros ‘‘los riesgos’’ que el estado corre si no se toman medidas para hacer frente a la prolongada sequía en la región.

Además, dijo, en 2018 vence el Tratado de Aguas con Estados Unidos que permite a la península obtener agua del río Colorado, y el próximo 20 de enero Donald Trump tomará posesión como presidente de ese país.

El decreto, que se publicará en el Periódico Oficial de Baja California, fue firmado por el gobernador y el secretario de Gobierno, Francisco Rueda. En la reunión también estuvo la oficial mayor, Loreto Quintero, pero no el principal promotor de la ley, Edmundo Guevara, secretario de Infraestru­ctura y Desarrollo Urbano.

El anuncio tomó por sorpresa a los activistas que mantienen ocupados el palacio de gobierno, la alcaldía, el Congreso local y la oficina de recaudació­n de rentas, toda vez que en su pliego petitorio incluye la revocación del cargo de los diputados que aprobaron la Ley del Agua, una iniciativa que elimine las ocho diputacion­es plurinomin­ales y ‘‘la renuncia inmediata’’ de Vega.

La reforma molestó a amplios sectores de la población, no sólo porque abría la puerta a la iniciativa privada en todo el proceso de suministro de agua, sino porque, con el argumento de recuperar las inversione­s y obtener una ‘‘utilidad razonable” para las empresas participan­tes, se autorizaba­n aumentos mensuales y anuales y se permitía a los concesiona­rios cortar el servicio después de 90 días hábiles de retraso.

Asimismo, abrogaba todas las normas estatales y creaba el marco jurídico para resolver las necesida- des de abasto con tres nuevas plantas desaliniza­doras, que ya están en construcci­ón, en un esquema de asociación pública-privada. Una de ellas, la de Rosarito, será la más grande de América Latina.

También sentaba las bases para que dichas plantas vendie- ran el agua a los organismos estatales que actualment­e la administra­n y distribuye­n.

Las disposicio­nes abrogadas (159 artículos y 20 transitori­os) garantizab­an que las concesione­s, a 30 años con posibilida­d de renovación por un periodo igual, serían económicam­ente rentables.

La Ley del Agua fue aprobada el 20 de diciembre de 2016 por la mayoría panista en el Congreso local, con el apoyo de sus aliados de los partidos de la Revolución Democrátic­a y Movimiento Ciudadano. Incluía un aumento de 20 por ciento a las tarifas a partir de 2017, e incrementa­rlo cada año sin necesidad de aprobación del Legislativ­o, además de actualizar­las cada mes con base en una fórmula que incluye la inflación, la unidad de medida y actualizac­ión, la estimación del gasto corriente, así como costos de operación fijos y variables del año.

Si bien fue el gasolinazo del gobierno federal lo que prendió la mecha para la toma de casetas, garitas y plazas públicas en ciudades fronteriza­s, los bajacalifo­rnianos también tomaron en cuenta lo que consideran agravios de los gobiernos panistas y el movimiento amenazaba con radicaliza­rse. En los mítines ya no sólo se pedía la renuncia de Peña Nieto, sino también la del mandatario estatal.

El gobernador ya había intentado el jueves de la semana pasada contener la ola de manifestac­iones al dar marcha atrás a una medida que obligaba a remplacar los automóvile­s del estado para recaudar fondos; anunció una reducción de 10 por ciento al salario de los funcionari­os de primer nivel y prometió que no se comprarían más vehículos para uso oficial, entre otras medidas.

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Manifestan­tes mantenían ocupados ayer el palacio de gobierno de Baja California, la alcaldía de Mexicali, el Congreso local y la oficina de recaudació­n de rentas municipal en repudio a la privatizac­ión del servicio de agua potable, que ya fue derogada...

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