El desconcierto
como presidente a Manuel Ávila Camacho en vez del general Francisco J. Múgica, revolucionario como él.
Para tener hoy gobiernos nacionalistas se necesitan por lo menos procesos sociales como el chavista o el boliviano, no inyectar dosis de moralina a la gente de Peña Nieto. El conservadurismo paralizante impide construir un futuro, superar el desastre actual, con sus miles de muertos y desaparecidos y con un semi-Estado que es un servil vasallo de Washington. Mediante la autogestión social generalizada y la descentralización democrática y participativa hay que acabar con este Estado asesino y corrupto, no pedir más Estado centralizado y corporativo.
También como expresión del desconcierto político imperante hay quienes, alentados por las luchas, hablan de insurrección popular.
La impaciencia y la fiebre no son buenas consejeras. Las revoluciones, los estallidos sociales o los embarazos no se producen de repente, sino que son procesos. El embarazo, en nuestra especie, requiere entre siete y nueve meses para hacer posible y seguro el parto. Si a los tres meses de gravidez, para acelerar el nacimiento, se empieza a saltar sobre la panza de la embarazada se producirá un aborto que hará peligrar su vida.
Actualmente en México todavía la gran mayoría de la población es conservadora. Las huelgas solidarias son rarísimas y lo normal, en cambio, son los estallidos de cólera y hasta los linchamientos. No hay todavía ni siquiera un sindicalismo combativo de masas y la Nueva Central Obrera es todavía sobre todo