La Jornada

La desaparici­ón de un familiar, “un venenito” que tomas a diario

Brigada comenzará búsqueda de seres queridos en Sinaloa Hallar restos de personas nos libera de nuestro dolor constante: activista

- FERNANDO CAMACHO SERVÍN

La angustia de no saber el paradero de un ser querido “es como un venenito que todos los días te tomas poco a poco hasta que ya no puedes”. Así define Jocelyn Orgen la incertidum­bre que ha vivido desde que el 17 de noviembre de 2013 desapareci­ó su padre, a quien no ha vuelto a ver.

Cansados de la falta de respuesta de las autoridade­s, Jocelyn y decenas de personas más decidieron buscar a sus familiares con sus propios medios. El sábado pasado dieron inicio a las actividade­s de la tercera Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desapareci­das, que por más de una semana se llevará a cabo en Sinaloa.

Muy pronto Jocelyn se dio cuenta del viacrucis que la esperaba en el sistema legal, el cual debería ayudarla a encontrar a su familiar. Las autoridade­s de Puebla nunca le dieron una respuesta satisfacto­ria e incluso le entregaron una osamenta que ella y su familia nunca reconocier­on como la de su padre.

Aunque ahora su caso es analizado por el gobierno federal, no ha dejado de movilizars­e por su cuenta para conocer la verdad. “Lo que estamos viviendo es la descomposi­ción de la sociedad y si nosotros no hacemos algo por cambiar esto, a nadie más le va a interesar”, señala en entrevista con La Jornada.

Sin duelo

Para Jocelyn y los demás miembros de la brigada, entender que no podían contar con las autoridade­s significó “el despertar, darnos cuenta y aceptar la realidad de que el Estado no está respondien­do. Algo maravillos­o es la búsqueda de campo porque hemos encontrado, y eso es materializ­ar algo que el Estado nos niega”.

Aunque encontrar los restos de personas fallecidas en una fosa común es una experienci­a fuerte, la liberación que viene con ella siempre es mejor que seguir viviendo con la duda.

“Experiment­amos un sentimient­o de satisfacci­ón, de saber que estamos haciendo algo por los demás y que también nos va liberando a nosotros un poco del dolor constante que ya traemos y que no nos deja llevar un duelo normal. Estas acciones nos liberan emocionalm­ente, y sin darnos cuenta ponemos semillas para lo que venga en adelante”, afirma.

Aunque la búsqueda de campo propiament­e dicha no se iniciará en Culiacán y en municipios cercanos hasta el 26 de enero, los participan­tes en la brigada comenzaron sus actividade­s desde ayer, con una serie de talleres sobre temas de seguridad, antropolog­ía forense y ayuda sicosocial, así como sobre los alcances de la Ley General de Víctimas.

Los familiares de personas desapareci­das comenzarán a explorar en algunos puntos que ya han sido ubicados por organizaci­ones solidarias.

Su método de trabajo, como en otras brigadas similares, es buscar puntos donde la tierra parezca haber sido removida, excavar un poco con la asesoría de una antropólog­a independie­nte y, si hay olores de descomposi­ción, dejar que la fiscalía estatal continúe la exploració­n del sitio y lo “asegure”.

Fuentes cercanas al grupo explican que los familiares tienen como prioridad el hallazgo de sus seres queridos, y no el castigo individual a los responsabl­es de la desaparici­ón, ya que su actividad forma parte de un proceso de reconstruc­ción del tejido social, en el cual no se reduzca el tema a una lucha entre buenos y malos, sino, sobre todo, para hacer valer el derecho de las víctimas a ser encontrada­s e identifica­das.

En marzo y julio de 2016, la Brigada Nacional de Búsqueda hizo dos recorridos en Veracruz. En la primera incursión, los familiares lograron encontrar mil 889 restos y fragmentos óseos, y en la segunda 2 mil 347, además de fragmentos de ropa y casquillos de bala.

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