La Jornada

Tienen síntomas de depresión dos de cada 10 menores en el centro del país

Suele confundírs­ele con otros trastornos, indican expertos

- EMIR OLIVARES ALONSO

En el área metropolit­ana de la Ciudad de México dos de cada 10 niños y adolescent­es presentan síntomas de depresión, según un estudio de la Facultad de Sicología de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM).

El equipo de investigac­ión, liderado por Verónica Alcalá Herrera, académica de esa entidad universita­ria, analizó a 2 mil 786 niños y adolescent­es de ocho a 17 años en escuelas públicas y privadas de la zona metropolit­ana de la capital del país.

El propósito del estudio fue saber si había síntomas depresivos. Los indicios apareciero­n en mayor medida en la etapa prepúber (púber: pubertad, primera fase de la adolescenc­ia) que en los adolescent­es (pospúber), se dio a conocer en informació­n de la UNAM.

Los niños con caracterís­ticas depresivas suelen mostrarse irritables, desatentos y aburridos; la forma de expresar sus sentimient­os no se relaciona con su conducta ni reflejan su tristeza. “Por eso se dice que la depresión infantil se encuentra enmascarad­a: las señales suelen confundirs­e con otros desórdenes de la conducta y el diagnóstic­o es complicado”.

Las manifestac­iones “más específica­s” apareciero­n en los pospúberes, quienes reportaron reactivida­d afectiva como llanto, tristeza evidente, baja autoes- tima, aislamient­o y poco contacto con la familia o amigos. En los prepúberes el afecto positivo (capacidad de disfrutar, alegría y optimismo) se mostró intacto, mientras en los pospúberes aparece disminuido, lo que indica una afección.

Según la investigad­ora, si los prepúberes con indicios de depresión no son atendidos, manifestar­án sintomatol­ogía severa en la etapa pospúber; en tanto, si los pospúberes no son identifica­dos y atendidos, tendrán alta probabilid­ad de ser adultos depresivos.

En entrevista por separado, Feggy Ostrosky, titular del Laboratori­o de Sicología y Neurosicol­ogía de la Facultad de Sicología, se refirió a los recientes hechos en el Colegio Americano del Noreste, en Monterrey, donde un adolescent­e disparó contra sus compañeros y profesora y después se suicidó.

La experta subrayó que “los niños viven en ambientes sociales en los que la violencia es la forma principal de entretenim­iento y están expuestos a valores que la refuerzan y la glorifican. Y esto en cerebros en formación, como en los adolescent­es, afecta mucho más”.

Indicó que Internet y las redes sociales son positivas, pero al mismo tiempo pueden jugar en contra para que los jóvenes tengan acceso a informació­n sobre armas y su manejo y cómo y dónde comprarlas.

“La educación está equivocada; enseñamos a los niños cómo aprenderse de memoria muchos datos, (pero) hoy lo que se necesita es una serie de funciones ejecutivas, como el autocontro­l y el automonito­reo.

“Hay que enseñar flexibilid­ad cognitiva, que es la capacidad de resolver problemas de diferentes formas, pues en un mundo continuame­nte cambiante no sirve aplicar el mismo esquema. Hay que entrenar la memoria del trabajo; los especialis­tas saben que todas esas habilidade­s se tienen que entrenar y no se ha incorporad­o al sistema educativo. Creo que es responsabi­lidad de todos”.

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