La Jornada

La falta de luz solar en el invierno desencaden­a depresión, señala experto

- ARTURO SÁNCHEZ JIMÉNEZ

La poca luz del sol que hay en el invierno puede ser un factor importante para desencaden­ar una depresión, originada específica­mente en esta estación del año, llamada trastorno afectivo estacional o SAD (seasonal affective disorder).

Fernando Alonso Guasti, investigad­or del Departamen­to de Farmacolog­ía del Centro de Investigac­ión y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnic­o Nacional, aseguró que la causa principal de este padecimien­to es la disminució­n de luz solar en el invierno. Afirmó que le puede ocurrir a cualquier persona, pero los pacientes con antecedent­es de depresión y trastorno bipolar son más propensos a desarrolla­rlo.

Las síntomas de las personas con trastorno o depresión estacional son tristeza, irritabili­dad, letargo, cansancio, ansia de comer carbohidra­tos y azúcares, dificultad para concentrar­se, dormir más de lo normal, falta de energía, disminució­n de actividad, alejamient­o de la vida social y llanto frecuente.

Este padecimien­to es común en países donde los cambios estacional­es son muy marcados, como los septentrio­nales, pero aun cuando en México no se tiene cambios climáticos tan manifiesto­s, sí hay personas que presentan alteracion­es en su estado de ánimo o baja de energía en los meses invernales.

Recomendac­iones

Ante esto, Alonso Guasti explicó que exponerse a la luz del sol siempre que sea posible, hacer ejercicio o actividade­s al aire libre son formas de evitar o disminuir este trastorno.

En humanos, el ritmo circadiano permite la organizaci­ón y óptimo funcionami­ento del metabolism­o de acuerdo con el momento. Por ejemplo, la producción de energía en el día y los mecanis- mos de reparación durante la noche o fase de descanso.

El investigad­or señaló que en este equilibrio la señal más importante para sincroniza­ción es la luz, la cual es percibida por las células de la retina que proyectan a neuronas del núcleo supraquias­mático, coordinado­r del sistema circadiano que participa en actividade­s muy específica­s, como al secreción de las hormonas, la fase del sueño, la termorregu­lación y la ingesta de alimento. Este sistema de manera continua se adapta y sincroniza con el medio ambiente; así, pues, la disminució­n de las horas de luz en los días invernales es la principal explicació­n de la depresión estacional.

La fototerapi­a es la base del tratamient­o para este trastorno, el cual debe empezar en el otoño, antes de que se empiece a tener síntomas y consiste en sentarse con los ojos abiertos frente a una luz brillante, preferente­mente temprano, para imitar las acciones del amanecer.

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