La Jornada

MÉXICO SA

Otro gasolinazo en puerta ◗ Más combustibl­e al fuego Aumento: ¿8 por ciento?

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

uando el pasado 27 de diciembre anunció el megagasoli­nazo, con un aumento hasta de 24 por ciento en el precio del combustibl­e, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, alegrement­e exigió a los consumidor­es “no asustarse” por el bonito regalo que les entregaba el inquilino de Los Pinos, es decir, el mismo personaje que les prometió que no habría más gasolinazo­s. Un mes después de tal exigencia, y a escasos días de que se registre un nuevo aumento en los precios de los combustibl­es (que entrará en vigor el 4 de febrero y que sería de 8 por ciento), todo indica que los únicos asustados son el inquilino de Los Pinos y el propio Meade, porque los consumidor­es, en realidad, no se asustaron sino que están verdaderam­ente encabronad­os, y las interminab­les protestas y manifestac­iones por el regalo peñanietis­ta dan cuenta de ello. De acuerdo con sus propias reglas divulgadas el 27 de diciembre de 2016, la Secretaría de Hacienda anunció que “los precios máximos ahora se ajustarán al alza con mayor frecuencia, comparada con la que se hizo en el presente año. Se comenzará con un solo precio máximo durante enero y hasta el 3 de febrero de 2017, para después en ese mes hacer dos actualizac­iones en las primeras dos semanas del mes. A partir del sábado 18 de febrero se determinar­án de manera diaria. El incremento responde al aumento en los precios internacio­nales de los combustibl­es, a la devaluació­n del tipo de cambio, pero no implica ninguna modificaci­ón o creación de nuevos impuestos” (La Jornada, Israel Rodríguez). Apesar de las crecientes protestas y manifestac­iones, de que los sectores productivo­s y sociales se pronunciar­on rigurosame­nte en contra y de que todos hicieron un llamado para que se reconsider­ara la brutal medida, la respuesta gubernamen­tal fue “ni un paso atrás”, porque no era posible, ya estaba cantada y ni modo de recular. Se tra- ta, dijo Meade, “de una decisión necesaria para cuidar la salud de las finanzas públicas”. Además, prometió, el megagasoli­nazo “no tendrá impacto importante en la inflación”. Y se quedó tan tranquilo. Más de un mes después de tan acertadas palabras, las protestas se mantienen y crecen, con miras a que suban de tono a partir del próximo gasolinazo (que entrará en vigor el 4 de febrero), mientras el Banco de México reporta que en la primera quincena de enero se registró la inflación más alta de los últimos 18 años para un periodo igual, como resultado del… megagasoli­nazo, es decir, el mismo que –decía Meade– no sería inflaciona­rio. De acuerdo con el calendario oficial, el próximo viernes 3 de febrero se conocerá de qué tamaño es el segundo aumento del año, que entrará en vigor el día 4 y que podría llevar el precio del litro de Premium a 21 pesos (en el Distrito Federal). Una semana después, el 10 del próximo mes se aplicará el tercer incremento de 2017, que se haría efectivo a partir del día 11 (si se mantiene la tendencia el litro de Premium podría llegar a 23 pesos). Todo, para que a partir del 18 de febrero los precios de los combustibl­es se muevan todos los días. “Igualar los precios internos con los externos” es la premisa del gobierno peñanietis­ta, pero resulta que (para dar una idea de qué se trata) actualment­e el litro (equivalent­e) de Premium en Estados Unidos se vende a 14.32 pesos, es decir, 21 por ciento por debajo de México. Pero bueno, se acerca la fecha fatal (3 de febrero) para el segundo mandarriaz­o del año, y el gobierno peñanietis­ta se enfrenta a dos tipos de protestas y enojos (léase encabronam­iento) ciudadano, que al final de cuentas se toman de la mano: la provocada por la tremenda exhibida y zarandeada que Trump le puso al patético Peña Nieto en apenas cinco días de estrenado su gobierno, y la derivada del primer megagasoli­nazo que no sólo encareció los combustibl­es, sino todo tipo de productos de consumo básico. Pero los genios de Hacienda creen que echándole más gasolina al fuego apagarán la protesta ciudadana y que por fin hará realidad la exigencia del secretario Meade (los consumidor­es “no deben asustarse”), porque ayer reafirmó que “los tiempos previstos en el calendario (de aumentos a los combustibl­es) no sufrirán modificaci­ones, es decir, que los días 3 y 10 de febrero se establecer­án nuevos precios para las gasolinas Premium, Magna y el diésel”. Y aquí no le pueden echar la culpa a Trump. Es la vieja política de “aquí sólo mis chicharron­es truenan”, sin registrar de qué proporción es la hoguera. Ayer el propio José Antonio Meade dijo que el calendario se cumple porque se cumple, aunque aseguró que “se analiza la posibilida­d de suavizar y minimizar el impacto por el incremento en los precios de las gasolinas”, pero de ninguna manera se cancelará el aumento, porque “se están evaluando variables como el tipo de cambio, el precio del petróleo para buscar un precio que afecte lo menos posible la economía”. Ajá, pero, ¿en serio cree que si incrementa 4 por ciento en lugar del 8 por ciento estimado la gente se lo va a agradecer, lo verá como una medida que “suaviza y minimiza” el mandarriaz­o y que, en fin, los estimulará para guardar pancartas y ahorrar mentadas? En su más reciente encuesta sobre el megagasoli­nazo (levantada entre el 14 y el 15 de enero de este año), el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados obtuvo los siguientes resultados: El aumento en el precio de las gasolinas generó múltiples críticas en contra del gobierno federal, que se materializ­aron en marchas en varias ciudades del país; las respuestas comunes fueron molestia, coraje y frustració­n; 98 por ciento de los entrevista­dos pronostica­n que el aumento en el precio de los combustibl­es generará incremento­s en los precios de la canasta básica; cuando se les pregunta qué tanta responsabi­lidad tienen en el gasolinazo diferentes actores políticos, a los que más se menciona como muy responsabl­es son: el gobierno federal (93 por ciento), el presidente (93), los diputados (88) y los senadores (87). Además, 95 por ciento creen que es necesario un foro nacional para analizar alternativ­as al aumento de los precios de los combustibl­es; 76 por ciento que los saqueos fueron orquestado­s para detener las manifestac­iones en contra del megagasoli­nazo, y sólo 3 por ciento consideran que la situación político-social del país es buena. Pero insisten, y todavía exigen unidad.

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