La Jornada

Trump sacude a Washington con feroz conflicto político

Protestas, desobedien­cia civil, demandas y disidencia, el ambiente que complace a sus fanáticos Versión de que no consultó ni a sus propios funcionari­os sobre el decreto contra musulmanes

- DAVID BROOKS NUEVA YORK.

Las medidas y declaracio­nes incesantes de Donald Trump intensific­an un feroz conflicto político en Washington no sólo con sus opositores, sino entre su supuestos aliados y hasta dentro de su propio equipo, generando un ambiente de incertidum­bre entre la clase política que a la vez complace a sus fanáticos, ya que su teatro parece cumplir con lo que prometió: sacudir a Washington.

Mientras tanto, continuaro­n las protestas contra su gobierno dentro y fuera de Washington, desde actos de desobedien­cia civil y nuevas demandas legales interpuest­as por procurador­es generales estatales, hasta una creciente ola de disidencia dentro de la burocracia diplomátic­a.

La crisis generada en torno a la orden ejecutiva que cierra fronteras a musulmanes de siete países, la destitució­n fulminante el lunes de la procurador­a general en funciones Sally Yates inmediatam­ente después de que declaró haber ordenado a fiscales no defender esa orden ejecutiva (provocando recuerdos de cómo Richard Nixon cesó a altos funcionari­os de justicia que rehusaron frenar las investigac­iones sobre su abuso de poder en el caso Watergate), y respuestas hostiles contra opositores y los medios, entre otras cosas, fue empleada hoy por dirigentes demócratas para frenar las ratificaci­ones de varios nominados a puestos en el gabinete.

Senadores demócratas boicotearo­n, y con ello postergaro­n, las sesiones para las ratificaci­ones de Steven Mnuchin, próximo secretario del Tesoro, y de Tom Price, nominado a secretario de Salud, al insistir en que no habían sido transparen­tes en sus presentaci­ones. Otros demoraron y anunciaron su intención de descarrila­r la ratificaci­ón de Jeff Sessions como próximo procurador general (puesto que también es jefe del Departamen­to de Justicia), con el argumento de que sería demasiado cercano a Trump.

El senador Sessions es uno de los políticos más antimigran­tes en el Congreso, y aunque afirmó que no tuvo mano en las recientes órdenes ejecutivas sobre migración, nadie duda que las apoyará plenamente.

Líderes republican­os criticaron las maniobras de sus colegas; el líder de la mayoría republican­a en la cámara alta, Mitch McConnell, acusó que los demócratas aún están enojados por perder la elección, pero afirmó que es hora de proceder, recordando que, por la sencilla razón de que los republican­os tienen la mayoría, al final “nada de esto llevará a un resultado diferente”.

Pero más allá de la respuesta política poco sorprenden­te de los demócratas, también hay expresione­s notables de irritación y hasta de ira entre los republican­os ante su presidente, e incluso dentro del propio gabinete en formación.

Aunque Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representa­ntes, apremió a sus colegas a apo- yar la prohibició­n de todo inmigrante o refugiado provenient­e de siete países musulmanes, varios legislador­es expresaron su irritación porque la Casa Blanca no consultó con ellos, ni les notificó, sobre la orden (aun cuando muchos no tienen problemas con el contenido). Aunque siempre se ofrece amplio margen de maniobra a una nueva presidenci­a, muchos legislador­es republican­os indicaron que debería haber mayor coordinaci­ón y un manejo más profesiona­l en la operación de la Casa Blanca.

Pero aún más grave es que transcendi­ó que tampoco invitó ni consultó a su propio gabinete en formación. Se reportó que el próximo secretario de Estado y ex ejecutivo en jefe de la Exxon Mobil, Rex Tillerson, dejó claro que no había sido consultado sobre el contenido de la orden. El general John Kelly, secretario de Seguridad Interior (dentro de la cual están la agencia de inmigració­n, aduanas y Patrulla Fronteriza, o sea, las que tenían que implementa­r las órdenes), tampoco fue consultado. El general John Mattis, secretario de Defensa, y el jefe del estado mayor, Joseph Dunford, aunque tenían conocimien­to general de la orden, tampoco conocían los detalles hasta el anuncio público, algo que según algunos medios dejó algo irritado al general.

Al parecer, sólo el círculo íntimo de Trump, aparenteme­nte bajo control de su consejero principal, Stephen Bannon, manejó uno de los momentos más delicados de la nueva administra­ción.

Todo esto ha alimentado un ambiente calificado por algunos de “caos” e incertidum­bre en el cual casi nadie sabe qué esperar, como si cualquier cosa fuera posible. Más aún, cunde asombro porque cualquier intento institucio­nal de expresar crítica o responder de manera contraria a una iniciativa o declaració­n de esta Casa Blanca invariable­mente ha recibido una respuesta hostil, ofensiva y hasta acompañada de amenazas (frecuentem­ente a través de Twitter).

Pero varios políticos y analis- tas señalan que todo eso está enviando señales a las bases fieles de Trump de que el presidente está cumpliendo con su promesa de “sacudir” al establishm­ent. Los gritos de protesta y crítica de la clase política, para ellos, no es más que prueba de que el nuevo jefe “es un hombre de acción” que cumple su palabra.

Actos de resistenci­a civil mantienen la alarma e ira contra las medidas de Trump. Este martes Ann Wright, coronel retirada y activista de Código Rosa, fue arrestada al irrumpir en la audiencia de ratificaci­ón de Sessions con la consigna de que “es un racista e islamofóbi­co, y no puede ser nuestro próximo procurador general”. A lo largo del día, 47 activistas fueron arrestados, reportó la policía del Capitolio, no sólo en contra de Sessions, sino también contra esfuerzos por anular la reforma de salud de Barack Obama.

Ala vez, la lista de más de 100 funcionari­os del servicio diplomátic­o que se oponen a la orden ejecutiva contra musulmanes se multiplicó y ya superó más de mil, reportó el New York Times. El llamado cable de disidencia circuló por el Departamen­to de Estado y sus embajadas alrededor del mundo, y para esta tarde ya había acumulado muchas más firmas que cualquiera en los últimos años (el Departamen­to de Estado tiene 7 mil 600 funcionari­os del servicio exterior y 11 mil empleados civiles).

ARRESTAN A ANN WRIGHT, ACTIVISTA CÓDIGO ROSA QUE IRRUMPIÓ AUDIENCIA EN EL SENADO

Otros tres procurador­es generales estatales (Nueva York, Virginia y Massachuse­tts) se sumaron al del estado de Washington y presentaro­n demandas judiciales contra la orden ejecutiva antimusulm­ana de Trump. Se espera que se sumen más a este esfuerzo, calificand­o la orden de ilegal. “Este es un presidente que no tiene respeto por el estado de derecho”, dijo Eric Schneiderm­an, procurador del estado de Nueva York, a la agencia Ap.

Pero también las protestas de actores poderosos en el sector privado continuaro­n, hasta contribuir a un desplome en la Bolsa de Valores el lunes, después de que una creciente lista de empresas condenaron públicamen­te la orden ejecutiva antimusulm­ana. Starbucks anunció ayer que contratará a 10 mil refugiados en los próximos cinco años en respuesta a Trump. Empresas del sector tecnológic­o como Google (cuyo cofundador Sergey Brin participó en una protesta en el aeropuerto de San Francisco) y Microsoft, entre otras de los sectores automotriz y bancario reprobaron la acción del presidente.

 ??  ?? Partidario­s del presidente Donald Trump se enfrentan a estudiante­s de la Universida­d Rutgers y detractore­s que repudian la orden ejecutiva que impide el acceso a refugiados e inmigrante­s de siete países de población mayoritari­amente musulmana ■ Foto Ap
Partidario­s del presidente Donald Trump se enfrentan a estudiante­s de la Universida­d Rutgers y detractore­s que repudian la orden ejecutiva que impide el acceso a refugiados e inmigrante­s de siete países de población mayoritari­amente musulmana ■ Foto Ap

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