La Jornada

Ante la carestía, frutas y verduras a bajo precio en Santa María la Ribera

■ Provenient­es de Veracruz, productore­s se instalan todos los martes en la alameda ■ Según vecinos, la Cuauhtémoc se adjudica que es un apoyo delegacion­al

- MIRNA SERVÍN VEGA

Un tumulto escoge, compra y hace fila para pagar desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde en un puesto semifijo de más de 10 metros de largo que se instala cada martes en la alameda de la colonia Santa María la Ribera.

No hay cartulinas fosforesce­ntes ni lonas que anuncien los productos. Apenas unas estructura­s metálicas sin techo que contienen montones de jitomates, cebollas, chayotes, calabazas, nopales y otras verduras, así como uvas moradas, mameyes, manzanas, mandarinas, melones y enormes piezas de sandía, entre otras variedades de frutas.

Pero el atractivo no es ni la cantidad ni la variedad que se exhibe en el puesto.

Es el precio, con una reducción hasta de la mitad del valor real de las frutas y verduras, en comparació­n con el que impera en los mercados establecid­os, que hacen que las manos se agolpen por escoger y llenar las bolsas de plástico que el cliente puede tomar por sí mismo de los rollos que cuelgan de los tubos metálicos

Todo sube y nada alcanza

“Vengo cada 15 días y gasto lo que antes pagaba por mi despensa semanal. Está bueno para estas épocas, donde todo sube y para nada alcanza”, explica doña Ofelia, quien llenó un huacal con su mercancía.

Son productore­s de Veracruz que ofrecen el jitomate a siete pesos el kilo, mientras en el mercado de la misma colonia se encuentra en 18 y hasta 22 pesos.

También hay tomate a 8 pesos el kilo, limón a 15 y trozos de sandía de un kilo a nueve pesos. Las mitades y los cuartos de esta fruta se parten una y otra vez desde las primeras horas de la mañana sin parar.

–¡Oiga, esta sandía está mallugada de la orilla, mire! – dice una mujer mientras toca la cáscara blanda de la fruta que acaba de recibir.

–¡Tome otra y llévese esa de regalo para el agua! –le responde el marchante.

La mujer lo piensa y sólo se lleva el nuevo corte. “Es que no quiero cargar, vengo de lejos”, justifica.

Al menos tres ayudantes abren cajas y huacales de fru- ta para acomodarla toda en los tablones donde ya no hay espacio. Entonces hacen pilas de fresas sobre los mismos huacales para exhibirlas.

Hay mercancía que cuesta prácticame­nte igual que en todos lados, como la naranja. Aquí dan cuatro kilos por 20 pesos, mientras su precio ronda entre seis y siete pesos.

Sin embargo, las piezas son más chicas, al igual que los jitomates, las guayabas y gran parte de los productos, lo que no parece importar a los clientes, que pueden escoger casi todo.

“Pues sí, hay buenos precios, pero yo sólo vengo por jitomate y cebolla, porque lo demás está igual en el súper”, dice una vecina de la colonia que lleva una sola bolsa de plástico.

Los clientes reclaman al señor que cobra, tras pesar en una báscula electrónic­a, que el martes pasado no acudieron como lo hacen desde hace varios meses.

No dan razón espeíifica; sólo prometen que ya no faltarán, pero en la fila de alrededor de 10 personas formadas para pagar, una señora dice: “Creo que ya no los dejaron poner, pero esta misma semana la delegación puso copias en la colonia de que esto era un apoyo de parte de ellos. ¡Sí, como no!”

 ??  ?? Un puesto semifijo de más de 10 metros de largo se instala cada martes en la alameda de la colonia Santa María la Ribera, en la delegación Cuauhtémoc ■ Foto Mirna Servín Vega
Un puesto semifijo de más de 10 metros de largo se instala cada martes en la alameda de la colonia Santa María la Ribera, en la delegación Cuauhtémoc ■ Foto Mirna Servín Vega

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