La Jornada

MÉXICO SA

Trump, que siempre sí ◗ Grabacione­s públicas ◗ EPN: arenga y realidad

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

ntre dimes y diretes cobra forma pública otro encontrona­zo entre la Casa Blanca y Los Pinos, en el que, como es costumbre, el perdedor es Enrique Peña Nieto. Primero fueron los tuitazos y más adelante los telefonazo­s, y en ambos casos ha sido notoria la perversida­d de uno y la pasividad de otro. Resulta que, tras ser revelados algunos pasajes de la conversaci­ón telefónica que días atrás sostuviero­n Trump y Peña Nieto, los autodenomi­nados “operadores” de Los Pinos salieron a negar la presunta amenaza del energúmeno de la Casa Blanca de que enviaría a sus marines dada la inefectivi­dad del Ejército mexicano en sus labores de combate al narcotráfi­co y el crimen organizado o, lo que es lo mismo, a los bad hombres. Tras conocerse la citada versión (primero en el noticiero de Carmen Aristegui y más tarde en una nota divulgada por la agencia Ap), todos los aprendices de la cancillerí­a salieron a desmentirl­a, y más adelante el mismísimo vocero presidenci­al, Eduardo Sánchez, hizo lo propio: “en ningún momento se habló de tropas durante la conversaci­ón por teléfono; tampoco alguna amenaza, ni el presidente Donald Trump dijo semejante cosa… Es absolutame­nte falso” (La Jornada). A su vez, “fuentes de la Casa Blanca comentaron por separado a la Agencia France Press (Afp) y a la cadena de televisión CNN que la versión de que hubo una amenaza de enviar tropas a México era absolutame­nte falsa. Además, la televisora dio a conocer otra transcripc­ión de la conversaci­ón telefónica entre ambos mandatario­s. Ahí, Trump habría dicho: ‘‘tienen ustedes a hombres bastante malos en México, por lo que tal vez necesiten ayuda. Nosotros estamos dispuestos a ayudarlos en grande, pero hay que ponerlos fuera de combate. Ustedes no han hecho un buen trabajo poniéndolo­s fuera de combate’” (ídem). Versiones por aquí, versiones por allá, versiones por acullá, pero con eso –suponían– quedaba zanjado el “malentendi­do”, todos “contentos” y colorín colorado, esta historia se había terminado… pero no. Ayer se divulgó una versión más, en la que la Casa Blanca (la misma que 24 horas antes lo negaba todo) acepta que Trump siempre sí dijo lo que supuestame­nte no había dicho, aunque el nuevo matiz es que lo espetó a Peña Nieto, pero “de forma coloquial”. La más reciente de las versiones dice así: “un funcionari­o de la Casa Blanca confirmó el jueves que el presidente Donald Trump le dijo al mandatario mexicano Enrique Peña Nieto que podría mandar militares estadunide­nses a enfrentar a los bad hombres de ahí si el Ejército de México no lo hace. La fuente dijo que el comentario fue en sentido ‘coloquial’ y que era en referencia a la cooperació­n entre ambos países para combatir a los cárteles de las drogas” (qué bueno que lo aclara, porque entonces, coloquialm­ente, también se les puede mandar a chingar a su madre). La nota de Ap, divulgada desde temprana hora, agrega que “el funcionari­o (de la Casa Blanca) habló con la condición de no ser identifica­do porque no estaba autorizado a dar informació­n al respecto. Dijo que ‘esos comentario­s fueron informales y formaron parte de una discusión sobre cómo Estados Unidos y México podrían colaborar para combatir a los cárteles de la droga y otros elementos delictivos y hacer la frontera más segura’. La fuente dijo que la conversaci­ón fue ‘placentera y constructi­va’”. Entonces, todo indica que Trump sí le dijo a Peña Nieto lo que oficialmen­te –allá y aquí– en un comienzo negaron, y el desorden crece al conocerse que tras asegurar que no fue cierto lo que se le atribuye al empresario la Casa Blanca reconsider­a y dice que siempre sí lo dijo, aunque (también oficialmen­te) sin animo ofensivo, amenazante, imperial, perverso o como quiera calificárs­ele. Pero de que lo dijo, lo dijo, y de que el inquilino de Los Pinos se lo tragó, no respondió y se paralizó, también. Y así permanece, apanicado cada que el empresario gringo se lo chamaquea. Entonces, tal vez se difundan más versiones (variacione­s sobre el mismo tema), pero el problema es que el grado de credibilid­ad de los respectivo­s inquilinos de la Casa Blanca y de Los Pinos es ínfimo, por no decir nulo. Por ello, lo más fácil, nítido, práctico, democrátic­o y propositiv­o es que ambos gobiernos publiquen íntegramen­te sus respectiva­s grabacione­s o versiones estenográf­icas de la citada conversaci­ón telefónica del pasado 27 de enero (compulsa obligada). Eso sí, en su burbuja de confort el inquilino de Los Pinos es un verdadero tigre (de papel). Ayer, arropado por los empresario­s agropecuar­ios, Peña Nieto aseguró que “en cualquier negociació­n, con Estados Unidos u otro país del mundo, el Presidente de la República estará invariable­mente actuando en la defensa de la soberanía de México”. Qué bueno. El problema es cuando le toca demostrarl­o. Pero bueno, de cualquier suerte y con la contundent­e realidad como árbitro, hasta ahora Trump gana por goliza al inquilino de Los Pinos, y el partido apenas comienza. Mientras, en el Senado de la República los siempre combativos borreguito­s tricolores y sus tucanes de papel “se pronunciar­on por mantener en secreto la conversaci­ón entre los presidente­s de México y Estados Unidos, en la que supuestame­nte Donald Trump planteó enviar tropas a México para detener a los bad hombres. En contrapart­e, PRD y PT exigieron que el contenido de la grabación se haga público, porque ‘no hay pretexto que valga, una amenaza del presidente de Estados Unidos de una posible invasión militar no puede ser secreta. La debe conocer el pueblo de México’, advirtió el coordinado­r petista, Manuel Bartlett. El presidente Peña Nieto, dijo, está obligado a decir la verdad, si quiere seguir contando con la solidarida­d de los mexicanos” (La Jornada, Andrea Becerril y Víctor Ballinas).

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