La Jornada

El archivo general, amenazado por recorte de más de 70% y merma de sus facultades

“Ha sido muy difícil sensibiliz­ar a la alta administra­ción pública”: De Vega Inconclusa, su nueva sede, en la que los documentos serán resguardad­o en condicione­s óptimas

- ALONSO URRUTIA

El Archivo General de la Nación ( AGN) está inmerso en una coyuntura compleja que comienza a pasar factura: asfixiado financiera­mente con un presupuest­o al que recortaron más de 70 por ciento respecto a 2016 y, por otro lado, con una iniciativa de ley general de archivos que pretende replantear facultades, pero con una estructura sometida a la Secretaría de Gobernació­n.

“Es un recorte drástico – resume su directora, Mercedes de Vega–, pero seguimos negociando la posibilida­d de que esta situación se resuelva. Veo un horizonte favorable, aunque no sabría con certeza cuándo se revertirá. Estamos confiados en la sensibilid­ad para concluir la construcci­ón del nuevo edificio.”

La Secretaría de Hacienda determinó un drástico recorte para 2017, justo cuando, tras casi dos años de retraso, se vislumbra que el Congreso apruebe la nueva ley general de archivos.

De Vega es cautelosa sobre el futuro del AGN en este nuevo marco legal: “eso lo decidirán los legislador­es”, aunque tiene claro que la comunidad archivísti­ca e investigad­ores censuran que se confiera a la Secretaría de Gobernació­n el control del Consejo Nacional de Archivos, sobre el AGN.

Su preocupaci­ón inmediata es la financiera. No es el primer año que le han recortado los recursos, lo que ha provocado que ya desde 2016 se cancelaran más de 40 plazas de honorarios. La consecuenc­ia, según su directora: “nos hemos visto obligados a cerrar el turno vespertino los lunes y los viernes, pues ahora esos días se atiende hasta las 3 de la tarde y no hasta las 5, como antes”.

De Vega sostiene que más allá del obligado recorte de personal, “donde estamos sufriendo una reducción tremenda es en los capítulos 6 mil (obra) y 5 mil (equipamien­to), que incluye equipos técnicos y de laboratori­o. Sufrimos una reducción de 79 por ciento, en términos de nuestro presupuest­o general”, aunque explica que por ahora la operación está garantizad­a.

El impacto más fuerte repercutir­á en el inconcluso nuevo edificio, proyecto originalme­nte concebido en 2009, pero cuya construcci­ón comenzó en 2012. La obra en general ha sido concluida, pero falta lo fundamenta­l: las adecuacion­es tecnológic­as y el suministro de energía, fundamenta­l para la preservaci­ón de los archivos.

“Ya logramos acondicion­ar y poner en operación parte del edificio, con tecnología de punta. Es realmente un laboratori­o notable en términos de equipamien­to, uso de tecnología para restauraci­ón de documentos. Es realmente impresiona­nte lo que está ahí. La idea era terminar el año pasado, pero también hubo recortes.”

De Vega agrega: “toda la documentac­ión ya está en el edificio de acervos, excepto lo que está en la galería ocho. Esa es una de las partes que más nos preocupan, porque los documentos ya se trasladaro­n. No podíamos esperar a que se concluyera la obra y después pasarlo, porque teníamos que realizar el acondicion­amiento del edificio histórico y lo teníamos que vaciar”.

Aunque descarta riesgos para la documentac­ión, admite que no son las condicione­s idóneas, de ahí el apremio por concluir la obra. “Hay fondos importantí­simos: el fondo de inquisició­n, el de tierra, el de presidente­s, otro dedicado a operacione­s de guerra. Hay más de 500 fondos que queremos preservar en las mejores condicione­s posibles”, advierte la directora del AGN, quien ubica los orígenes de la institució­n en 1550, lo que enfatiza su importanci­a como memoria histórica e instrument­o de buen gobierno para garantizar la herencia a futuro.

“Ha sido muy complicado sensibiliz­ar a la alta administra­ción pública en materia de archivos. Es un tema de cultura, educación, buena administra­ción, buen gobierno. Hay que sensibiliz­arla para que se destinen a todos los archivos históri- cos y de concentrac­ión la importanci­a que merecen. No hay una buena administra­ción si no hay una buena gestión documental. Más ahora que también por una mala gestión se pueden poner en riesgo los datos personales de los ciudadanos.”

 ??  ?? Desde 1976, el Palacio de Lecumberri es la sede del Archivo General de la Nación. Se sabe que las torres de vigías era la zona en la que se encarcelab­a a presos políticos durante el periodo de la guerra sucia ■ Foto Francisco Olvera
Desde 1976, el Palacio de Lecumberri es la sede del Archivo General de la Nación. Se sabe que las torres de vigías era la zona en la que se encarcelab­a a presos políticos durante el periodo de la guerra sucia ■ Foto Francisco Olvera

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