La Jornada

El muro no detendrá paso a EU, sólo lo encarecerá, asegura pollero

El traficante de personas no se ve a sí mismo como delincuent­e, sino benefactor de migrantes Existe “una maquinaria que trabaja en coordinaci­ón y complicida­d con autoridade­s”, sostiene

- CRISTINA GÓMEZ LIMA NOGALES, SON.

Lejos de significar un obstáculo, el muro que Donald Trump pretende construir en la frontera con México es visto por los traficante­s de personas, conocidos como polleros, como oportunida­d para aumentar las tarifas y obtener más ganancias al cruzar migrantes a Estados Unidos.

Alejandro Moreno, en el oficio desde hace 19 años, concedió una entrevista a La Jornada en la que detalló el sistema bajo el cual opera y por qué el muro no será impediment­o para continuar ingresando indocument­ados al vecino país.

“Ya nos estamos frotando las manos; el muro no será ningún obstáculo, al contrario, nos dará mayores ganancias porque el brinco lo cobraremos más caro”, subraya este corredor de indocument­ados.

Moreno trabaja para un grupo organizado de polleros que opera entre Sonora y Arizona y por cada cruce pasan entre 30 y 50 pollos (migrantes).

Asegura que la red de traficante­s de personas de la que forma parte ha “ayudado” a más de 300 mil indocument­ados a atravesar las ciudades fronteriza­s de Nogales, donde el muro alcanza una altura hasta de 10 metros y cuenta con vigilancia de la Patrulla Fronteriza las 24 horas del día, sistema de circuito cerrado con visión nocturna, térmica, sensores de movimiento e incluso drones.

“Si Trump aumenta la seguridad, lo único que va a pasar es que vamos a cobrar más caro; el precio por cruzar la frontera será mayor por el riesgo que significar­á; aparte de que serán más caros los sobornos a las autoridade­s, tendremos que pagarles más a la policía y a la migra”, considera el traficante de personas.

Actualment­e un pollero cobra por cada migrante entre 2 y 4 mil dólares, dependiend­o del lugar de origen; el viaje más caro es el que realizan los centroamer­icanos, por su travesía desde Honduras, Salvador y Guatemala.

Primero la droga

Alejandro Moreno explica que el negocio de traficar indocument­ados sufrió un cambio drástico a partir de 2004, con el ingreso de los cárteles exportador­es de droga, que se apoderaron de la plaza e impusieron horarios para cruzar, pero siempre priorizand­o el trasiego de drogas como mariguana, cocaína y metanfetam­inas.

Por ello, los polleros que traficaban mediante pequeñas redes se vieron obligados a organizars­e y negociar con narcotrafi­cantes para solicitar su permiso y poder trabajar en conjunto. Se turnaron: el tráfico de droga se inicia al llegar la noche y dura tres horas, y el cruce de migrantes empieza en la madrugada.

En la red de tráfico de personas existen cargos para cada labor en la que se divide el trabajo: el guía conduce al migrante desde su lugar de origen a Sonora; el cargador los traslada en tramos con automóvil; el corredor los cruza en la frontera; el ayudante del corredor colabora en el brinco, y el pollero es el socio mayoritari­o, que provee a sus compañeros casa, auto y gasolina.

Ante los señalamien­tos de que los traficante­s de personas abandonan a los indocument­ados a su suerte cuando son descubiert­os por la migra, el corredor Alejandro Moreno refuta: “eso es mentira, jamás dejamos tira- da a la gente porque perderíamo­s dinero”.

Subraya que el pago por sus servicios se realiza hasta que el migrante se encuentra a 600 metros de la línea fronteriza, ya en territorio estadunide­nse, después de haber superado las inclemenci­as del tiempo, el cansancio y el hambre por recorrer unos 130 kilómetros de desierto en cuatro días.

Moreno menciona que quienes llevan años en el negocio aprenden a sobrevivir con distintas tácticas, que aprenden en cada viaje. Señala que todo pollero sabe que cuando el grupo es descubiert­o por la Patrulla Fronteriza tiene que hacerse pasar por pollo, al igual que el resto de sus acompañant­es, debido a que la migración indocument­ada no es un delito grave; el tráfico de personas, sí.

Detalla que los pollos deben aprender varias cosas indispensa­bles para tener una travesía exitosa: caminar sin parar, no platicar, orinar arriba de las plantas y cruzar los cercos por debajo; sin embargo, es común que ignoren las reglas aun cuando el corredor se convierte en una fi- gura de autoridad, “siempre van alegando de futbol; es inevitable para ellos”.

El corredor, al igual que la mayoría de los migrantes, se desplaza sin portar identifica­ciones, drogas ni armas, con la guía del sol durante el día y las estrellas por la noche, aunque ahora también utilizan teléfonos inteligent­es para ubicarse.

El brinco de Sonora hacia Arizona se realiza caminando a través del monte y el desierto, en un recorrido de 130 kilómetros de tres o cuatro días; la ruta trazada por los polleros comienza con su salida en Naco o Agua Prieta; atraviesan ranchos particular­es que por la noche aceptan el paso de grupos de entre 30 y 40 personas hasta llegar a la frontera y cruzan por debajo de los cercos evitando hacer ruido.

Luego de cruzar la línea divisora, los corredores o polleros llevan con premura a los grupos de indocument­ados a descansar en los condados estadunide­nses más próximos como Bisbee, Tombstone y Sierra Vista, en Arizona, donde tienen “casas de seguridad” en las que se realiza el pago de mil 500 dólares por el brinco y se acuerda el próximo tramo que deberán recorrer en vehículo o avión para llegar a su destino.

“Todo indocument­ado ya tiene casa y cama donde llegar en Estados Unidos; allá la familia que pagó su cruce lo espera y procura su bienestar en todo el camino”, explica el traficante de personas.

Ya en la “casa de seguridad”, los migrantes son recibidos por otro corredor, que se encarga de abastecerl­os de ropa y comida con un costo diario de 40 dólares, y posteriorm­ente los traslada a ciudades como San Diego, Los Ángeles, San Francisco, Miami, Chicago, Seattle, Houston, Phoenix, Austin, Dallas, Washington, Detroit, Salt Lake City, Minneapoli­s, Baltimore, Portland, Denver, Nueva York y Chicago.

Refiere que la temporada alta para el cruce de migrantes es entre los meses de enero y abril, mientras los más bajos son de octubre a diciembre, debido a que en esas fechas muchos de los paisanos que radican en Estados Unidos se trasladan a sus lugares de origen en México para visitar a sus seres queridos.

“JAMÁS DEJAMOS TIRADA A LA GENTE PORQUE PERDERÍAMO­S DINERO” LAS PRIMERAS HORAS DE LA NOCHE SON PARA TRAFICAR DROGAS; LUEGO, EL CRUCE DE MIGRANTES

Plantea que la ideología del pollero en cuanto a su labor no es precisamen­te la de un delincuent­e; ellos perciben su trabajo como un benefactor de empleo que cambia la vida a los indocument­ados: “los sacamos de la ruina y los metes al dinero, hay gente que me llama para agradecer cuando ya está allá”.

Para Alejandro y sus compañeros, el muro de Trump no frenará a los polleros y su manera de conseguir ingresos, pues es “una red, una maquinaria que trabaja en coordinaci­ón y complicida­d con autoridade­s en ambos países”.

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Ante las probables deportacio­nes masivas por la reforma migratoria que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pretende imponer, albergues de Sonora se preparan para recibir a paisanos. En la imagen, el comedor del refugio Juan Bosco, ubicado en...

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