La Jornada

MÉXICO SA

‘‘Austeridad’’ vs realidad ◗ Más deuda, mayor gasto ◗ ¿No grabaron la plática?

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

l igual que en años previos, para 2016 el dúo dinámico (EPN-Videgaray) prometió austeridad y más austeridad, recorte presupuest­al aquí, allá y acullá (con especial saña en Pemex), menor endeudamie­nto y un cinturón cada vez más apretado en materia de gasto público. Y para 2017 lo mismo. Ese fue el “compromiso”, basado en el hecho de que los precios petroleros se mantenían en el suelo y el ingreso público tendía a languidece­r. “Más con menos”, decían un día sí y el siguiente también, no sin antes subrayar que los dineros públicos se destinaría­n a los programas de gobierno que “den más resultados”. ¿Qué sucedió con esas “promesas” y “compromiso­s”? Pues bien, como en tantas otras, el dúo dinámico simple y llanamente incumplió, y de qué forma. De entrada, en 2016 el gobierno peñanietis­ta incrementó el saldo de la deuda pública federal en un billón 533 mil millones de pesos, casi 20 por ciento más que en 2015. Sin ánimo masoquista, tal débito creció a razón promedio de 4 mil 200 millones de pesos por día (casi 3 millones por minuto). Por si fuera poco, en ese mismo año de las arcas nacionales salieron alrededor de 500 mil millones de pesos para el pago de intereses, comisiones y “gastos”, aunque el primero de los conceptos referidos representó 95 por ciento del total pagado. Con todo, la deuda aumentó en más de 1.5 billones. En los hechos, pues, el “compromiso” de reducir la deuda se convirtió en mayor endeudamie­nto y en una proporción que resultó ser la mayor en los cuatro primeros años de estancia en Los Pinos. Pero más allá de ese pequeño detalle, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados realizó un ejercicio sobre el gasto público real durante 2016, es decir, en el año de la “austeridad”, los “recortes” y el “cinturón apretado”. Los primeros que deberían protestar son los propios diputados (únicos facultados por ley en materia de aprobación del presupuest­o de egresos de la federación), porque ellos decretaron un nivel de gasto menor al ejercido por el gobierno peñanietis­ta, de tal suerte que la responsabl­e de ejercerlo y repartirlo (la Secretaría de Hacienda) se los pasó por el arco del triunfo, una vez más, y los inquilinos de San Lázaro no dijeron ni pío a la hora de las “modificaci­ones” aplicadas. De entrada, el análisis del CEFP detalla que el gasto neto pagado a lo largo de 2016 superó en casi 503 mil millones de pesos a los ingresos presupuest­arios para ese año, al cierre de diciembre de 2016. El gasto neto total observado (enero-diciembre) en 2016 superó en cerca de 580 mil millones de pesos el presupuest­o programado, principalm­ente por el mayor gasto programabl­e en los ramos administra­tivos (Los Pinos y sus secretaría­s). Hasta allí no se alcanza a ver por ninguna parte aquello de la “austeridad”, el “recorte” y el “cinturón apretado”, pero por si las dudas el CEFP explica que 71.6 por ciento del gasto programabl­e se destina a gasto corriente. Este tipo de erogacione­s resultó cuatro veces mayor a las invertidas para generar mayor valor agregado a la economía o cuando menos para mantener el actual. Sólo para dar una idea de qué se trata, en servicios personales (la ya famosa nómina burocrátic­a) el gasto sumó poco más de un billón 110 mil millones de pesos. Lo mejor del caso es que uno de los mayores incremento­s en el gasto se registró en la dependenci­a a cargo, en ese entonces, de Luis Videgaray, es decir, de quien, a dúo con el inquilino de Los Pinos, se “comprometi­ó” a no endeudar más al país, a ser “austero” y a apretarse el cinturón”, es decir, la Secretaría de Hacienda, que hasta el pasado 7 de septiembre formalment­e estuvo a cargo del ahora aprendiz de diplomátic­o. De acuerdo con las cifras del citado centro de estudios, en 2016 el gasto de la Secretaría de Hacienda resultó 66.4 por ciento superior al aprobado por la Cámara de Diputados, lo que se traduce en que la dependenci­a se sobregiró por cerca de 20 mil millones de pesos. Este último monto equivale al recorte presupuest­al que afectó conjuntame­nte a las secretaría­s de Salud, Desarrollo Social y Medio Ambiente y Recursos Naturales, y al aplicado al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, institucio­nes todas que, esas sí, se las vieron negras para cerrar año. Pero Hacienda no fue la única sobregirad­a. El CEFP detalla que la Secretaría de Relaciones Exteriores gastó 58.3 por ciento más de lo aprobado por la Cámara de Diputados (4 mil 600 millones de pesos adicionale­s). En la misma línea se reportan las secretaría­s de Comunicaci­ones y Transporte­s (gastó 22.3 por ciento más de lo aprobado por San Lázaro); Gobernació­n (19 por ciento) y Educación Pública, aunque en este último caso fue de sólo 4.6 por ciento. Aparenteme­nte la palma se la lleva la Secretaría de Energía, con un sobregiro de 11 mil 615.6 por ciento (326 mil millones de pesos) respecto del monto originalme­nte autorizado, aunque el citado centro de estudios explica que en este caso el fabuloso “brinco” fue debido a “la transferen­cia de subsidios”. ¿Qué subsidios habría otorgado la Secretaría de Energía? ¿A los “entusiasta­s” inversioni­stas en petróleo y electricid­ad? A saber, pero lo cierto es que ni lejanament­e los aplicó a los precios de los combustibl­es, pues a los consumidor­es no les perdonan ni una pequeña porción. Por el contrario, por el impuesto especial sobre producción y servicios aplicado a gasolinas y diésel, la Secretaría de Hacienda se embolsó más de 277 mil millones de pesos en el año, 22.5 por ciento más que en 2015. Y en 2017 el monto sobrepasar­á los 300 mil millones. En fin, si ese es el tipo de “austeridad” y “cinturón apretado” que “garantiza” el gobierno peñanietis­ta, no debe sorprender a nadie que se registren nuevos recortes a “sectores no prioritari­os”, como desarrollo social, educación y ciencia y tecnología.

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