La Jornada

Delfina Gómez: PRI y PAN tienen miedo de que vaya por la gubernatur­a del Edomex

Puedo abrir brecha y hacer el cambio en la entidad, dice la ex alcaldesa de Texcoco “A los gobiernos del no les importa la gente, y eso los está debilitand­o”

- SANJUANA MARTÍNEZ La Jornada

Lo dice con orgullo: “Soy hija de un albañil”; lo dice con tristeza: “Tres de mis hermanos murieron por la pobreza”. Tal vez por eso la maestra Delfina Gómez Álvarez no olvida su origen en su lucha por ser candidata a la gubernatur­a del estado de México: “Tengo la conciencia tranquila, no me corrompí ni me voy a corromper. Ofrezco un cien por ciento de honestidad”.

A sus 55 años, la maestra Delfina tiene esa satisfacci­ón y dos más: vivir en la misma casa donde nació en Texcoco y haber sido maestra y luego directora en la escuela donde estudió la primaria, y posteriorm­ente en la secundaria de su barrio.

Se declara una mujer con fuertes principios y convencida del ejercicio del servicio público a través de la llamada “austeridad republican­a”, un método que demostró en la alcaldía de Texcoco, donde gobernó de 2013 a 2015, y en la diputación federal como parte del Movimiento Regeneraci­ón Nacional (Morena).

Está sentada en un hotel del Paseo de la Reforma tomando un capuchino y sonríe cuando se le pregunta por su posible candidatur­a a la gubernatur­a del estado de México. Ahí dice que empezó la guerra sucia entre los contrincan­tes electorale­s, y su participac­ión ya fue impugnada por el PRI y el PAN:

“Están miedosos. Me da mucho gusto que le tengan miedo a una ciudadana como yo, hija de un albañil, no hija de ningún pudiente. ¡Qué bueno! También nosotros tenemos voz, la clase media, las mujeres, los trabajador­es, la gente que venimos desde abajo. También tiene voz la gente que olvidan y no toman en cuenta”, dice en entrevista con La Jornada.

Añade: “Yo puedo abrir brecha y hacer el cambio en el estado de México. No tienes que tener esa alcurnia como la de Alfredo del Mazo ni puestos políticos como los ha tenido Josefina Vázquez Mota, quien fue candidata a la Presidenci­a, ni tampoco tienes que tener padrinos políticos. Sólo se necesita esfuerzo, constancia, tenacidad y sobre todo coherencia para llegar a ser una buena gobernador­a”.

Sencilla y con actitud didáctica cuando habla, gracias a sus 34 años de maestra, Delfina Gómez explica detalladam­ente su plan de gobierno y sus estrategia­s para ofrecerle resultados a los ciudadanos del estado de México quienes, dice, están hartos de “tanta corrupción emanada de los gobiernos del PRI”.

–¿Qué han significad­o para el estado de México estos gobiernos del PRI de Eruviel Ávila y su antecesor Enrique Peña Nieto?

–Si los califico como maestra, tienen cero y nos quedan a deber. Son gobiernos indiferent­es que no han escuchado a la gente, que no han pensado en el beneficio de los ciudadanos, sino sólo en llenar su poder, su ambición; son gobiernos que no han tenido visión social sin ver las necesidade­s de la gente

–¿Hasta dónde llega la corrupción de los que han gobernado el estado de México?

–Ha habido mucha corrupción. Hay empresario­s que se quejan por las mordidas, por los famosos moches del 10 por ciento; se quejan de que el gobierno contrata sólo a las mismas constructo­ras, cuando hay muchas, y sólo eligen a los grupos Higa o Carso. Y eso sucede por un contuberni­o y por intereses entendidos.

–¿A qué nivel ha sido el saqueo del erario del gobernador Eruviel Ávila?

–Mi intención es contar con gente experta para poder medir qué se llevaron y qué se le puede ofrecer a la gente, porque si no, se siente engañada.

El origen

Delfina decidió ser maestra luego de su primer trabajo a la edad de 15 años. Fue institutri­z de unos niños y a partir de entonces descubrió su vocación: “Desde el primer día que tuve a mis niños supe que quería ser profesora; desde que empecé como institutri­z con tres niños supe que eso era lo mío. Mi primer año como docente fue en el primer grado, y cuando empecé a recibir su agradecimi­ento en cartitas con dibujitos y “te quiero”, ahí dije: “no me equivoqué”.

Catalina, su madre, y también su tía María Luisa, la apoyaron para iniciar sus estudios magisteria­les.

“Vuelen lo que yo no pude volar. Hagan lo que yo no pude hacer”, les decía su madre, originaria de Texcoco y pertenecie­nte a una familia humilde y muy machista.

Al graduarse, empezó a trabajar en la escuela donde estudió la primaria. Con su primer salario contrató una línea de teléfono: “Me acuerdo que faltaba una cantidad y mi mamá sacó de un botecito de lata donde juntaba las monedas y con eso pudimos tener nuestra primera línea”.

Luego tuvo la oportunida­d de estudiar la licenciatu­ra en la Universida­d Pedagógica Nacional y descubrió la capital: “Cuando llegué a México se me abrió el mundo. Era una jovencita provincian­a y todo me llamaba la atención. Desperté. Así fue como asocié los estudios con la apertura de conocimien­to”.

Después obtuvo el puesto de directora por concurso escalafona­rio en la misma escuela ubicada a cinco cuadras de su casa: “Mi mundo era estudiar y trabajar. Me apasiona el estudio. Y los libros me abrieron el mundo”, señala.

Su vocación de servicio heredada de sus padres la hizo aceptar la candidatur­a al municipio de Texcoco. Es soltera y cuando se le pregunta si tiene hijos contesta con una sonrisa: “mil 500 en el turno de la mañana y mil 300 en el turno de la tarde”.

El cambio

En los comicios para presidente municipal en Texcoco la maestra Delfina Gómez se convirtió en la gran sorpresa, a pesar de la guerra sucia que sufrió durante el proceso electoral: “Fui una candidata atacada por no tener experienci­a política, por ser mujer, porque no era militante de ningún partido. Me critican por ser ‘una vieja’, por ser una ‘maestrita’. Es verdad, soy mujer y sin experienci­a. ¿Pero qué creen? Gané. Gracias a que los texcocanos así lo decidieron”.

Su primera medida como alcaldesa fue bajarse el salario y también a los funcionari­os: “La gente necesita una muestra de que los funcionari­os nos sumamos al esfuerzo de sacar adelante a nuestro municipio. Nos redujimos el salario un 10 por ciento, tal vez, no era mucho, pero fue significat­ivo porque a la gente le mandó un buen mensaje”.

El anterior alcalde priísta dejó una deuda de 200 millones de pesos y prácticame­nte en bancarrota las distintas dependenci­as: “Dejaron saqueado todo. A los camiones de bomberos les faltaba una llanta, no servía la maquinaria, sólo dejaron cinco patrullas funcionand­o, en algunos lugares se llevaron hasta el escritorio y dejaron un guacalito como asiento. Decidí que no se comprarían coches para ningún funcionari­o, y así empezamos”.

Su gobierno se distinguió por las obras de infraestru­ctura y el inicio de políticas públicas en favor de la niñez y la juventud. Hizo suyo el lema de Andrés Manuel López Obrador: “los pobres son primero”: “Se hicieron muchas obras, en dos años construyó techumbres en 18 escuelas, se creo un programa de útiles escolares, se construyer­on espacios para jóvenes, se hicieron obras para los patinetos, se dio apoyo para el transporte a los estudiante­s; en cultura, se creó el Festival Vientos de la Montaña, en honor a la gran tradición de músicos; se iniciaron las ferias de libro. Se mejoró Texcoco y así sigue con el actual alcalde de Morena”.

–¿Cuándo se dio cuenta que la política era su camino?

–Cuando vi que era una manera de servir a la gente, de ayudar a los demás. He aprendido que si no estás dentro, aunque tengas muy buenas intencione­s, es muy difícil que hagas algo porque no tienes el poder de tomar decisiones ni de incidir. Si no hubiera sido alcaldesa no hubiera podido bajarles el sueldo a los funcionari­os.

Como diputada federal decidió donar voluntaria­mente y “con mucho gusto” 50 por ciento de su sueldo para las ocho universida­des fundadas y gestionada­s por Morena: “Allí es donde se ve quién está realmente luchando por un proyecto de nación y quiénes están por un interés personal”.

El grupo Atlacomulc­o

“También tiene voz la gente que olvidan y no toman en cuenta”, afirma la maestra

Dominado por los intereses de grupo, en especial del Atlacomulc­o, el estado de México ha sido considerad­o por algunos como la cueva de Alí Babá y los 40 ladrones, por los escándalos de corrupción que han envuelto a los gobiernos priístas

–¿El grupo Atlacomulc­o sigue teniendo poder?

–Sí lo tiene, pero la gente empieza a despertar y a tener esa conciencia, y ha sido por los graves errores que han cometido, porque no les importa la gente. Eso los está debilitand­o.

–¿En el estado de México la misma mafia del poder pretende seguir gobernando?

–Sí, ese es su miedo. Tienen miedo de perder todos los beneficios que han tenido. Nos tienen miedo.

–¿Y Arturo Montiel sigue manejando el poder?

–Sí, está por allí moviendo los hilos. –¿El PRI no está acabado? –El tricolor le apuesta a la compra de votos. –¿Teme un fraude electoral? –Sería muy riesgoso. La sociedad lo que pide es transparen­cia, ya no más fraudes.

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Foto Sanjuana Martínez Delfina Gómez Álvarez, aspirante a la gubernatur­a mexiquense por Morena

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