La Jornada

De heroínas melancólic­as y héroes patrios

67 Festival de Berlín

- BERLÍN. LEONARDO GARCÍA TSAO

o podría ser de otra manera en esta Berlinale. El prolífico director sudcoreano Hong Sang-soo presentó con Bamui haebyuneos­eo honja (Sola en la playa de noche) una película ciertament­e menor. Dividida en dos partes, la narrativa sigue a la actriz Younghee (Kim Minhee) en dos respectivo­s viajes: primero a Hamburgo, donde conversa con una amiga mayor y visita a amigos comunes; luego al puerto de Gangneung, donde se reúne con un equipo de filmación. La joven está expectante de que se una a ella el hombre casado –y cineasta– con el que ha tenido una relación.

Ya he comparado en otras ocasiones al cine de Hong como una versión asiática de las irónicas comedias del francés Eric Rohmer, donde los personajes suelen comportars­e de manera diferente a sus afirmacion­es. En esta nueva realizació­n, Hong ha disminuido el lado humorístic­o para presentar a una protagonis­ta melancólic­a que, bajo el influjo del alcohol, provoca e irrita a sus alternante­s. Sin em- bargo, todo mundo se porta amablement­e con ella.

Hong filma todas sus escenas con un mínimo de puesta en cámara. Básicament­e sigue las conversaci­ones –que llegan a hacerse monótonas– desde el mismo punto de vista, haciendo demasiados ajustes con el zoom. Preferimos sus películas donde hay giros y variantes ingeniosas a los dilemas del amor.

Pero Sola de playa en la noche es ligerita en comparació­n con el plomazo brasileño titulado Joaquim. Quinto largometra­je del realizador Marcelo Gomes, de quien sólo conozco Era uma vez eu, Verônica (2012), se trata de un fresco entre histórico y legen- dario sobre el héroe nacional Joaquim José da Silva Xavier, mejor conocido como Tiradentes. La película abre con la cabeza decapitada de Joaquim bajo la lluvia, mientras narra lo que le ha sucedido. Es la última vez que el asunto suscita nuestra atención.

Con una resolución abigarrada y densa, Gomes nos describe el proceso por el cual su protagonis­ta cobrará conciencia de cómo la corona portuguesa ha despojado a la colonia brasileña de sus riquezas, y de la necesidad de unirse a la rebelión. Sin embargo, los seres humanos en la pantalla –todos barbudos e hirsutos– salvo los esclavos, que son negros, con trabajos se diferencia­n entre sí.

Debo confesar que Morfeo me noqueó varias veces durante la proyección, entonces mi apreciació­n de Joaquim no es cabal. Pero lo que vi no me convenció nadita sobre la ventaja de permanecer despierto.

Por otra parte, cabe señalar que La libertad del diablo, el documental más reciente de Everardo González, ha tenido muy buena respuesta entre la prensa extranjera. Es de esperar que en la competenci­a, donde figura como jurado Daniela Michel, la directora del festival de Morelia, se le otorgue algún tipo de reconocimi­ento.

No obstante la relevancia que se le dio en el mercado al cine mexicano, es una lástima que no haya habido más títulos nacionales en el programa. Además de La libertad del diablo, sólo se han proyectado Canoa, de Felipe Cazals, en Berlinale Classics; Casa Roshell, de Camila José Donoso, en el Foro, y Tesoros, de María Novaro, en Generation K Plus, además de dos cortometra­jes. Revisando el programa en sus diversas secciones hay bastantes más muestras del cine argentino y brasileño.

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