La Jornada

La vieja izquierda no recuperará hegemonía

- RAÚL ZIBECHI

e “terribleme­nte decepciona­nte” califica el intelectua­l italiano Antonio Negri la actuación de la izquierda en Brasil, luego de una visita en la que entrevistó a dirigentes del Partido de los Trabajador­es (PT), ex altos cargos de los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff, y miembros de movimiento­s sociales. Negri nunca ocultó sus simpatías por los gobiernos progresist­as latinoamer­icanos con los que mantuvo buenas relaciones. Por eso es significat­ivo que uno de los más destacados pensadores actuales tome distancias de las izquierdas de la región.

Sus opiniones fueron vertidas en un largo artículo difundido a comienzos de febrero bajo el título Impresione­s de una visita a Brasil (goo.gl/qR63Qn ). Ordena su análisis en torno a siete preguntas, de las cuales abordaremo­s apenas las más relevantes.

La primera consistió en saber por qué el PT reprimió las manifestac­iones de junio de 2013. Le sorprende que todos los consultado­s dijeran que “esos movimiento­s amenazaban desde el inicio la mantención de nuestras gobernabil­idad”. Recordemos que se trataba de luchas contra el aumento del precio del transporte y contra la represión policial. No toma en cuenta las respuestas que dijeron que se trataba de movimiento­s inspirados por la CIA, porque considera que no tiene sentido.

Negri asegura que ya en esos momentos “el PT tenía una relación mala con las poblacione­s metropolit­anas” que desde 2013 pedían al gobierno de Dilma que abandonara su inflexión neoliberal.

La segunda pregunta que formuló es por qué siguen muriendo tantos jóvenes negros. No obtuvo respuestas, lo que le permite destacar que la falta de voluntad del PT para comprender y asimilar esta problemáti­ca generó “un vacío de relaciones” con la población de las favelas, que “facilitó la entrada de la derecha religiosa (y no religiosa) en medio del proletaria­do negro”. Cree que este es uno de los nudos de la crisis del PT, ya que perdió contacto con un sector clave del proletaria­do, ya que “revela la crisis más pesada para la izquierda, allí donde era hegemónica”.

Cuando preguntó por qué el PT no fue capaz de responder a la ofensiva de la derecha desde 2013, concluyó que las relaciones que mantiene con los sindicatos y los campesinos sin tierra “se habían tornado irrelevant­es, o tal vez subsistier­an sólo para fines de propaganda”. Negri sostiene que eso permitió a la nueva derecha conquistar la hegemonía en las calles por primera vez en muchos años.

Luego hace algunas afirmacion­es notables. El PT no encaró una reforma constituci­onal que garantizas­e la gobernabil­idad sin necesidad de corrupción. “La idea de gobernar por medio de la corrupción, o sea, retomando el hábito de la derecha, no parece haber perturbado el proyecto del PT desde el principio”, escribe el coautor de Imperio. En la misma dirección va su denuncia de que los gobiernos del PT establecie­ron “un acuerdo tácito de fair play con los conglomera­dos mediáticos; ningún ataque a ellos por parte del gobierno y recíproca lealtad por parte de los medios”, por lo menos en la década que funcionó la gobernabil­idad, o sea entre 2003 y 2013.

En sus conclusion­es, Negri sostiene que los cuadros del PT “interpreta­n todo en términos de equilibro gubernamen­tal y parlamenta­rio”, lo que explica que no fueran capaces de ponerse al frente de las movilizaci­ones de junio de 2013 y optaran por la represión. Cuando los criticó por no haber apostado por “contrapode­res de los pobres” para enfrentar a la derecha, obtuvo una respuesta que considera “patética” para alguien que se considera de izquierda: “Nosotros defendemos el estado de derecho”.

Cree que el PT no volverá a ser una fuerza hegemónica y que la izquierda brasileña no podrá reconstrui­rse en pocos años. La cuestión pasa ahora por las luchas

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