LOS MUROS DE LA IGNORANCIA
Todo muro es un símbolo de violencia, debilidad y miedo. Muchos muros se han levantado en la historia, algunos famosos y otros magníficos, pero todos han terminado inservibles, obsoletos y en ruinas. El de Berlín dividió a un pueblo por un tiempo; China tiene su extraordinaria muralla, que es una curiosidad monumental para el turista, pero totalmente inútil. Muchas ciudades amuralladas de la antigüedad conservan su valor de curiosidad histórica, pero igual de inservibles. Ojalá el muro que quiere levantar nuestro enojado vecino del norte por lo menos sea hermoso, para que en un futuro pueda ser visitado por los turistas como el monumento a la hermosura inútil de la estupidez humana.
Hay otros muros más sutiles, pero igual de violentos, como las ideologías. Éstas son los refugios de quienes no tienen pensamientos propios y a veces ni siquiera pensamientos. Son guetos de la ceguera y de la mediocridad. Las ideologías pueden tener muchos colores y sabores distintos, disfrazarse de creencias, religiones, nacionalidades o ideologías políticas. Toda ideología es una forma de violencia, porque levanta muros y excava trincheras de guerra enfrentando a los seres humanos. A fin de que la historia pueda parir una nueva era es indispensable demoler todo tipo de muros, para poder vernos de frente como seres humanos, hijos de la misma tierra sin fronteras, y preguntarle al prójimo su nombre viéndolo a los ojos y no a su ideología o el color de su piel.