La Jornada

Enrique Cárdenas, director del CEEY, apoya la sustitució­n de importacio­nes

Ante amenazas de EU, “debemos dirigirnos al mercado interno”

- REUTERS SUSANA GONZÁLEZ G.

El subgoberna­dor del Banco de México (BdeM), Alejandro Díaz de León, informó ayer que la entidad se enfocará en riesgos para la inflación y el crecimient­o económico al decidir nuevos movimiento­s de política monetaria.

Declaró en una entrevista con Bloomberg Tv que el Banco de México (BdeM) aumentó la tasa de interés de referencia a principios de mes para evitar que un peso débil y el alza reciente del precio de la gasolina golpearan las expectativ­as inflaciona­rias.

“Nuestro trabajo principal es mantener las expectativ­as de inflación bien ancladas”, aseveró.

“Creemos que el incremento a las tasas ha creado un ajuste significat­ivamente ordenado a choques significat­ivos que la economía ha estado viendo”, expresó el funcionari­o cuando se le preguntó si el banco central necesitaba hacer más.

Díaz de León afirmó que el próximo paso de la junta de gobierno dependerá de si la Reserva Federal, de Estados Unidos, aumenta sus tasas de interés, así como “la medida en que esta contaminac­ión de formación de precios podría afectar potencialm­ente las próximas cifras de inflación y la brecha del producto.

“Debemos tener en cuenta que probableme­nte la economía estadunide­nse acelerará el crecimient­o de su poducto interno bruto (PIB) y lo contrario se espera para la economía mexicana”, indicó. Se estima que el PIB de México se “Hay una ola natural de sustitució­n de importacio­nes” que en los hechos, y sin que el gobierno haya hecho nada, puede impulsar la economía interna de México y enfrentar la coyuntura con Estados Unidos, aseguró Enrique Cárdenas, director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

“Se habla de que la economía de México está muy amenazada por el presidente de Estados Unidos y que por eso debemos dirigirnos al mercado interno. Algunos dicen ‘eso es casi romántico’, pero yo diría que no tanto y, en cambio, es factible porque este momento se parece muchísimo a la gran depresión de 1929”, dijo en entrevista.

En ese entonces, expuso, se impulsó el mercado mexicano porque también se contrajero­n las exportacio­nes, el peso se devaluó y “Estados Unidos nos regresó 6 por ciento de nuestra fuerza laboral en dos años, unas 300 mil personas, pero ese porcentaje hoy equivale a 3.6 millones de mexicanos”.

Explicó que como el peso acumula una devaluació­n de 50 por ciento en los dos años y tres meses recientes, se han encarecido las importacio­nes de insumos que usan las empresas nacionales. Así que éstas han optado por buscar proveedore­s locales para abara- tar costos e igual sucede con los consumidor­es que, al cuidar sus ingresos, revisan más los precios y optan por productos más baratos o prescinden de otros importados.

“Es lo que pasó en los años 30 y ocurre hoy: por el tipo de cambio se está reorientan­do la economía al mercado interno”, puntualizó.

Ponderó que para “ayudar a esa tendencia, a esa ola, para llegar más lejos”, debe apuntalars­e tanto la demanda como la oferta.

En concreto señaló que debe generaliza­rse a casi 6 mil pesos mensuales el salario del grupo de trabajador­es del país que menos gana, e incluso aseguró que entre dirigentes de organismos del sector privado, como el Consejo Coordinado­r Empresaria­l y la Confederac­ión Patronal de la República Mexicana, están convencido­s de ello. No es una medida que se pueda ni deba imponer, aunque sí se deben sensibiliz­ar las empresas a que si no reducen sus tasas de ganancia tampoco tendrán quién les compre sus productos, porque sus trabajador­es son los consumidor­es.

“Nadie debe ganar menos de dos líneas de bienestar, que son 5 mil 600 o 5 mil 700 pesos al mes”, precisó, y consideró que las empresas no están muy lejos de eso porque aunque ante el IMSS reportan que pagan el salario mínimo a muchos de sus empleados, en realidad les dan más.

Sobre la oferta mencionó que debe impulsarse mediante la inversión para que se quede en el país, particular­mente en el sureste con una política industrial y planes conjuntos con el sector privado, como en los años 40 o 60.

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