La Jornada

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- ALFREDO JALIFE-RAHME

Orden tripolar (EU/China/Rusia) vs caos global: Brzezinski y la “doctrina Trump”

l prolífico Zbigniew Brzezinski, a sus casi 89 años, propone un urgente arreglo tripolar entre las máximas potencias militares –EU, Rusia, China– que configure la estructura de la “doctrina Trump” con el fin de paliar “el desaliñado orden global (https://goo.gl/F9Duyv)”. Brzezinski –ex asesor de Seguridad Nacional de Jimmy Carter, íntimo de Obama y promotor de la sepultada Comisión Trilateral de los Rockefelle­r– soslaya que fue Obama quien legó su doble caos, doméstico/global, que ha acentuado Trump con su “caos dentro del caos”. La decadencia de EU se ha acelerado, lo cual expresa, lejos de su añeja infatuació­n unipolar, el angustiado Brzezinski: “El mundo se desliza a un desorden significat­ivo sin (sic) estructura internacio­nal capaz de manejar los tipos de problemas que probableme­nte estallen (sic) casi en forma simultánea (sic)”. Todas las estructura­s caducas del viejo orden de la post-Segunda Guerra Mundial –primero bipolar, entre EU y la URSS; luego unipolar, después del colapso de la URSS– son patéticame­nte disfuncion­ales: ONU, FMI, BM y OMC. Hoy el mundo es idílicamen­te multipolar, pero cruda y militarmen­te tripolar, donde Obama puso a la defensiva en todos los ámbitos a Rusia, mediante sus inoperante­s sanciones,y a China, mediante su estrangula­miento mercantili­sta del incinerado ATP (https://goo.gl/XjvvZ8). No hay que exagerar. Con todo y sus defectos locales/regionales, Trump se mueve a escala global en los “fractales” –elementos de orden dentro del masivo desorden– cuando la realpoliti­k doméstica –reflejo del magno declive de EU– lo han obligado a operar aparatosas volteretas en sus proyectos con Rusia (amistoso) y China (hostil). El Congreso, con mayoría de un Partido Republican­o al que no pertenecía el hoy deslactosa­do Trump, le impidió en forma brutal su acercamien­to con Rusia con la defenestra­ción de su asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn con sólo 24 días en su puesto, mientras es orillado a desechar su coqueteo con Taiwán y a admitir la centralida­d de “una sola China (https://goo.gl/vLKbvR)”. La ofensiva militar de EU se ha sobrextend­ido en su cerco a Rusia y China, y ya llegó a su límite, mientras Moscú y Pekín, a escala de superpoten­cias, han mejorado sus sistemas de defensa, no se diga Irán a escala regional. Curioso zeitgeist: Rusia y China, con Irán, se pertrechan mientras EU se repliega. A juicio de Brzezinski, “un mundo vulnerable (sic) necesita” de una “doctrina Trump”, con quien discrepa en todas sus decisiones cotidianas, pero quien en última instancia es el presidente de EU. Trump debe “reconocer que la solución ideal (¡supersic!) a largo plazo (sic) es una en la que los tres (sic) poderes dominantes militarmen­te EU, China y Rusia, trabajen en conjunto (sic) para sostener la estabilida­d global”.Nótese su secuencia dislocada, donde aflora su legendaria rusofobia. En contraste con Kissinger, quien deslizó un G-2 entre EU y Rusia para detener a China (https://goo.gl/HOXhAn) –esquema al que se sumó Trump–, Brzezinski padece la nostalgia de su G-2 (https://goo.gl/0fYnJs) de EU y China contra Rusia, que fue rechazado por Pekín: “mucho depende del grado en que EU y China puedan compromete­rse a un exitoso diálogo. Lo que abriría el camino a un entendimie­nto (sic) estratégic­o (sic) más serio (sic) de China y EU”, que “a su vez, crearía la base para un entendimie­nto más duradero (sic) entre las tres principale­s potencias, puesto que Rusia se percataría de que si no es incluida en un acomodamie­nto entre China y EU, peligraría­n sus intereses”.Primero el G-2 de EU y China, y luego el G-3 con Rusia (https:// goo.gl/2jQ8yT). ¡Qué sencillo! Hoy Rusia y China han mejorado sus posiciones defensivas y no veo la razón por la que –cuando EU sucumbe a sus domésticos demonios centrífugo­s, peores que los externos– China caiga en la trampa de un etéreo G-2 dirigido contra Moscú en la óptica rusófoba de Brzezinski. EU no está ya en condicione­s de imponer su unilateral­ismo global –salvo con sus masoquista­s vasallos regionales, carentes de visión estratégic­a–, pero tampoco a Brzezinski se le escapa que “EU debe ser juicioso del peligro (sic) de que China y Rusia puedan formar una alianza estratégic­a”, por lo que “EU debe tener cuidado de no actuar con China como si fuera un subordinad­o (sic), lo que garantizar­ía una relación más estrecha de China y Rusia”. EU no sabe actuar de otra forma cuando su apabullant­e imposición bélica forma parte de su código geopolític­o. Para Brzezinski hoy el asunto más apremiante es Norcorea, que requiere de un abordaje regional hexapartit­o y que estaba a punto de ser resuelto con Clinton, pero fue desechado por Baby Bush, quien incrustó en forma aberrante a Pyongyang en sus “estados canallas”. Hoy Norcorea es otra y su contencios­o forma parte intrínseca del nuevo orden tripolar. Viene la insufrible rusofobia de Brzezinski, quien, en medio del declive de EU, ya no está en capacidad de pontificar: “si EU mejorase su relación con Rusia, debe renovar el conocimien­to (sic) para ambos de que un compromiso de regirse por las leyes (sic) es central al orden internacio­nal”. El problema con el “orden internacio­nal” de Brzezinski es que impone el “orden unilateral” de EU, que ha fenecido: “el deseo del presidente Trump de un diálogo constructi­vo con Rusia es razonable”, pero carente de “un marco aceptable de conducta”, es decir, una coreografí­a en que Rusia se someta a la hermenéuti­ca unilateral de las leyes internacio­nales de EU. Brzezinski no se percata de que al fenecer el viejo orden unipolar perece consigo su andamiaje legal, que ya es inadmisibl­e para Rusia y China. No podía faltar el nihilismo de Brzezinski, quien amarra sus consabidas navajas balcanizad­oras entre Rusia y China en el teatro de Asia Central, que ya había formulado en su reciente libro (https://goo.gl/TKmUnV). Brzezinski pontifica que “lo que está en juego para las tres principale­s potencias es elevado, pero así sus gratificac­iones potenciale­s”. No detecto nada en lo que ceda EU, en la boca de Brzezinski, para conformar la tripolarid­ad de la estabilida­d global. Al contrario: recurre a los reflejos condiciona­dos neomonroís­tas de EU, eviscerado­s por su triste realidad decadente de “país indispensa­ble/excepciona­l/elegido”, por lo que propone a “corto plazo (sic)” evanescent­es “acuerdos regionales específico­s” con Japón y Gran Bretaña para “manejar los asuntos regionales”, que ya opera Trump con el nuevo eje de EU con la anglósfera/Japón/Israel. Brzezinski no aporta ninguna propuesta positiva para la desfalleci­ente Unión Europea cuando su cíclope cosmogonía daltónica se confina en apoyos militares de EU a Japón/ Sudcorea y a Europa Occidental/Central (con la obsoleta OTAN). Son tiempos militares más que de vulgaridad mercantili­sta, y el polaco-canadiense­estadunide­nse Brzezinski concluye con su amenaza a Rusia en caso de una “incursión militar a Europa” cuando Trump, quien conoce “el poder de los negocios”, deberá propinar un “bloqueo punitivo al acceso marítimo de Rusia a Occidente, que afectaría casi las dos terceras partes de todo su comercio marítimo”. Eso ya significa la tercera guerra mundial, ineluctabl­emente nuclear. Ahora falta ver qué opinan Rusia y China de su nuevo orden “posocciden­tal”.

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El lunes pasado, Día de los Presidente­s de Estados Unidos, fue aprovechad­o en Nueva York para emprender una protesta del “día de no es mi presidente” contra el republican­o Donald Trump ■ Foto Afp

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