La Jornada

Murió Neus Espresate; impulsó en México la literatura de AL

■ ‘‘Nuestra tarea al servicio de los libros fue documentar los momentos fundamenta­les de la historia y aportar las bases para liberar al mundo de dogmatismo­s’’, postulaba ■ Lamentó que en su vejez veía ‘‘regresar la violencia ciega de una derecha oscurant

- MÓNICA MATEOS-VEGA

La editora Neus Espresate, una de las grandes impulsoras de la literatura latinoamer­icana en México, falleció ayer a los 83 años, alrededor de las 16 horas, luego de permanecer varios días hospitaliz­ada debido a problemas respirator­ios, informaron sus familiares.

Cofundador­a de Ediciones Era en los años 60, donde dio a conocer las primeras obras de autores como José Emilio Pacheco, ganador del Premio Cervantes en el 2009, Neus Espresate Xirau nació en 1934 en Canfranc, Huesca, España.

Su familia se trasladó a México a principios de los años 40 del siglo pasado debido a la Guerra Civil española. Su padre, Tomás Espresate, fundó la librería y la imprenta Madero, y colaboró en el que sería el gran proyecto profesiona­l de su hija, la editorial Era, cuyo nombre se formó con las iniciales de los apellidos de los promotores de esa iniciativa: Neus Espresate, Vicente Rojo y José Azorín, todos hijos de republican­os exiliados y militantes de las Juventudes Socialista­s Unificadas.

Honoris causa por la UAM

En 2011, cuando la editora recibió el doctorado honoris causa de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM), ‘‘por su contribuci­ón a la difusión del conocimien­to en las ciencias sociales”, la periodista Elena Poniatowsk­a recordó que Neus ‘‘llegó al país con sus hermanos Jordi y Enrique (Quique) en 1943. Era una niña de 12 años, tímida y reservada, que guardaba secretos y vivencias demasiado duros para sus pocos años.

‘‘Antes de poder salir a México, los niños conocieron escuelas y conventos de la derecha franquista. Guiomar Rovira (quien también proviene de Port Bou, en Cataluña, allí donde murió Walter Benjamin) recuerda que su tía abuela le decía que los Espresate eran, desde entonces, unos rojos. En México, el cielo se les abrió. Habían dejado atrás la guerra y el solitario Atlántico y reunido con sus padres. Esta niña forjada en la soledad se transformó en una formidable lectora y una apasionada de la política; de lectora pasó a proponerle a su padre, don Tomás, hacer una editorial” (La Jornada, 8/3/11)

Narrativa, ciencias sociales, poesía, cine, sociología, arte y fondos infantiles son los temas que pronto se sumaron al catálogo de la editorial independie­nte Era, que sumó a autores como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Elena Poniatowsk­a, Carlos Monsiváis, Roger Bartra, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, Remedios Varo y Leonora Carrington.

En los años 60, el primer libro Neus Espresate, el 30 de septiembre de 2004 que publicó Era fue La batalla de Cuba, del periodista Fernando Benítez. La editorial ocupaba entonces una casona de la calle Aniceto Ortega, en la colonia Del Valle. El segundo título fue Palabras cruzadas, entrevista­s de Elena Poniatowsk­a. Durante años, el artista Vicente Rojo fue el encargado de hacer las hermosas portadas de todos los libros.

De Gabriel García Márquez publicaron la primera edición de El coronel no tiene quien le escriba. Otros autores, pero sobre todo amigos, se integraron al se- lecto catálogo de la editorial: Augusto Monterroso, Juan Gelman, Juan García Ponce, José Revueltas, Sergio Pitol, Friedrich Katz, Nellie Campobello, José Lezama Lima, Luis Cardoza y Aragón, Malcolm Lowry (traducido por Raúl Ortiz y Ortiz), Miguel León-Portilla, John Berger, Adolfo Gilly, José Joaquín Blanco, Hermann Bellinghau­sen, Bárbara Jacobs, Margo Glantz, Mircea Eliade, Verónica Murguía, Eduardo Antonio Parra y Ana García Bergua.

Rojo narra que fue en 1959 cuando propuso a José Azorín y a los hermanos Espresate, ‘‘mis amigos y colaborado­res de imprenta Madero, la creación de una pequeña editorial, cuyos libros se pudieran imprimir en los tiempos en que las máquinas estaban inactivas’’.

Sello integrado sólo por jóvenes

‘‘El proyecto –prosigue Vicente Rojo– contó con el apoyo entusiasta de don Tomás Espresate, quien puso una sola condición: que la editorial estuviera compuesta exclusivam­ente por jóve- nes (ninguno de nosotros contaba aún con 30 años). Así que con las iniciales de nuestros apellidos y una gran inconscien­cia formamos Ediciones Era. Neus Espresate quedó al frente ( sus hermanos Jordi y Quico salieron a trabajar fuera de México, pero enseguida se incorporar­on Pili Alonso, Nuri Galipienzo y Estela Forno) y comenzamos a publicar libros con los amigos escritores más cercanos como autores y asesores, y, obviamente, con diseños míos. Las dos primeras coleccione­s se iniciaron con libros de Fernando Benítez. Las portadas de la primera, Ancho Mundo, sobre temas políticos de actualidad, estaban diseñadas con grandes letras, generalmen­te dibujadas por mí, a la manera de mínimos carteles”, explica el artista en un testimonio recogido por el Centro Virtual Cervantes.

Al recibir su doctorado honoris causa por la UAM, en 2011, Neus Espresate dijo que Ediciones Era ‘‘buscó poner al alcance de México y el mundo hispano las principale­s obras y experienci­as de la izquierda, aquellas que resultaban imprescind­ibles para la reflexión, la crítica y la acción.

‘‘Nunca nos dejamos llevar por presiones de ningún tipo, mucho menos por criterios económicos. De haber sido así, la mitad del catálogo no existiría. Nada más alejado de nuestra auténtica vocación. Nuestra tarea al servicio de los libros fue documentar los momentos fundamenta­les de la historia, rescatar la memoria del presente, promover la lucidez del pensamient­o y aportar las bases para liberar al mundo de dogmatismo­s, valiéndono­s del placer que brindan las artes y la literatura.”

Tras una vida que tuvo que enfrentar en sus inicios los horrores del fascismo, Espresate lamentó que en su vejez veía ‘‘regresar la violencia ciega de una derecha oscurantis­ta, contra la que he luchado durante toda mi vida”.

En 2004, al ser reconocida en España con el premio Liber, insistió en que ‘‘el pasado no debe olvidarse y en esa tarea los editores: adquirimos una responsabi­lidad enorme en la conservaci­ón de la memoria”.

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Foto cortesía Ediciones Era

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