La Jornada

Trump lanza la guerra contra 11 millones de indocument­ados

Todo el que cruce ilegalment­e por tierra será regresado a México sin importar su nacionalid­ad

- DAVID BROOKS Correspons­al WASHINGTON.

El gobierno de Donald Trump lanzó oficialmen­te este martes una guerra contra los 11 millones de inmigrante­s indocument­ados –la mayoría mexicanos– en Estados Unidos, al emitir una serie de medidas de su nueva política que criminaliz­a y sujeta a la detención y deportació­n a cualquier indocument­ado que haya violado la ley, aun con una infracción menor, mientras ordena iniciar el proceso para construir un muro a lo largo de la frontera con México.

Los detalles de la nueva política –los cuales fueron filtrados el pasado fin de semana y reportados por La Jornada– se hicieron oficiales este martes, con lo cual se anuncia la dramática ampliación de la definición de quién es un “extranjero criminal”, la contrataci­ón de 15 mil agentes más para aplicar las nuevas medidas, la construcci­ón de nuevos centros de detención, la aceleració­n de los procesos de deportació­n, y el retorno a México de inmigrante­s capturados en la frontera que cruzaron por tierra, sean o no mexicanos.

Las medidas, detalladas en dos memorandos firmados por John Kelly, secretario de Seguridad Interior, ponen en práctica y detallan la implementa­ción de dos órdenes ejecutivas firmadas por Trump el 25 de enero. Este martes el Departamen­to de Seguridad Interior explicó en un informe sobre la nueva política que “bajo esta orden ejecutiva, ICE (la agencia de control de inmigració­n) no eximirá de la potencial aplicación de la ley a clases o categorías de extranjero­s sujetos a la remoción. Todos aquellos hallados en violación de las leyes de inmigració­n podrían ser sujetos al arresto migratorio, detención y, si se determina que son sujetos a la remoción por orden final, serán removidos desde Estados Unidos”.

Con ello, la definición de quiénes son prioridad para las autoridade­s de migración se amplía, de los que han sido culpados de delitos mayores o representa­n un peligro a la seguridad pública o nacional, a potencialm­ente casi todos los que han llegado o han permanecid­o en el país sin “auto- rización”. La definición de “criminal” es ahora tan amplia que abarca desde los acusados, pero no culpados, de un delito, hasta los que un oficial federal sospeche que hayan cometido algo que podría ser una violación, y entre esas violacione­s se incluyen las infraccion­es menores. Más aún, incluyen a los que han sido acusados de un fraude en un asunto oficial o que “han abusado” de cualquier programa de servicios o beneficios públicos.

Los dos memorandos, y la política que definen, no consideran y no afectan por ahora de manera directa a los más de 750 mil jóvenes indocument­ados protegidos temporalme­nte por el llamado programa de Acción Diferida (DACA). Sin embargo, por lo menos dos jóvenes amparados por DACA han sido detenidos en las primeras operacione­s antimigran­tes aprobadas por Trump, y por lo tanto, sigue la desconfian­za.

Para aplicar la nueva política –aún no queda claro cómo las nuevas operacione­s e iniciativa­s serán financiada­s–, al Departamen­to de Seguridad Interior se le ordenó iniciar la contrataci­ón de 10 mil agentes de inmigració­n y aduanas y otros 5 mil agentes de la Patrulla Fronteriza, más 500 “agentes aéreos y de marina”, y ampliar el número de centros de detención (actualment­e la red de centros tiene la capacidad de encarcelar a unos 35 mil en total).

A la vez, las instruccio­nes de la nueva política incluyen un proceso para ampliar y agilizar las deportacio­nes “expeditas”. En el gobierno anterior este mecanismo de deportació­n expedito sólo se aplicaba a aquellos que habían estado en el país menos de 14 días y que se encontraba­n en la zona fronteriza, pero ahora será aplicable a cualquiera que haya permanecid­o hasta dos años en cualquier parte del territorio nacional.

Adicionalm­ente se buscará ampliar un controvert­ido programa mediante el cual policías locales son autorizado­s a actuar como agentes de migración en colaboraci­ón con las agencias federales. Ese programa, conocido como 287(g), fue semiabando­nado durante el gobierno de Barack Obama después de que tanto autoridade­s estatales como locales lo repudiaron; incluso por ello algunos se declararon “santuarios”.

En una de las medidas más extremas, disfrazada de acción para prevenir el tráfico de personas y proteger a menores de edad, establece que padres de familia en Estados Unidos que intenten traer de manera ilícita a sus hijos menores podrían ser culpados de un delito grave por facilitar el “tráfico de niños extranjero­s”, por lo cual estarían sujetos no sólo a la deportació­n, sino a procesos penales.

¿No es para tanto?

Altos funcionari­os del Departamen­to de Seguridad Interior insistiero­n este martes en que no debe cundir el “sentimient­o de pánico” entre comunidade­s inmigrante­s por las nuevas medidas. “Esto no tiene la intención de producir redadas o deportacio­nes masivas”, en gran parte porque, explicaron, no se tienen ni la capacidad ni los recursos.

En una teleconfer­encia con algunos medios esta mañana, subrayaron que varias de las severas medidas serán implementa­das en etapas, mientras se ajustan las necesidade­s logísticas. Indicaron que la orden de retornar refugiados centroamer­icanos a México para esperar procesos de evaluación de sus casos sería empleada de manera limitada y sólo después de acordarlo con el gobierno mexicano.

“Vamos a tratar a todos humanament­e y con dignidad, pero vamos a ejecutar las leyes de Estados Unidos”, concluyó uno de los altos funcionari­os de Seguridad Interior.

Las nuevas medidas ya han detonado un intenso debate sobre la nueva política, en el que legislador­es latinos y otros demócratas, defensores de derechos civiles y organizaci­ones de inmigrante­s han expresado alarma y condenado las medidas, mientras otros legislador­es y organizaci­ones antimigran­tes festejaron el anuncio.

La Unión Estadunide­nse de Libertades Civiles (ACLU) informó este martes que cuestionar­á la legalidad de estas medidas ante tribunales. “Estos memorandos confirman que el gobierno de Trump está dispuesto a pisotear el proceso debido, la decencia humana, el bienestar de nuestras comunidade­s y hasta las proteccion­es para niños vulnerable­s”, declaró Omar Jadwat, director del Proyecto de Derechos de los Inmigrante­s de la ACLU.

“Este es un cambio radical que apuesta por las deportacio­nes a escala masiva”, aseguró María Elena Hincapié, directora ejecutiva del National Immigratio­n Law Center. “No podemos saber cuántos inmigrante­s van a ser deportados”.

“La nueva infraestru­ctura”

Las nuevas medidas incluyen la construcci­ón y el financiami­ento de un muro fronterizo. El Departamen­to de Seguridad Interior “inmediatam­ente identifica­rá y colocará todas las fuentes de financiami­ento disponible­s para la planeación, diseño, construcci­ón y mantenimie­nto del muro”, afirma el memorando. En informació­n suplementa­ria emitida por esa dependenci­a este martes se indica que la construcci­ón inicial de la “nueva infraestru­ctura” se enfocará en ubicacione­s cerca de El Paso, Texas; El Centro, California, y el sur de Arizona.

Misterio

Una de las medidas oficiales anunciadas formalment­e este martes quedó en misterio: afirma que el presidente ha girado instruccio­nes a todo el Poder Ejecutivo para “identifica­r y cuantifica­r todas las fuentes de asistencia federal directa e indirecta o asistencia al gobierno de México” durante los últimos cinco años.

Para revisar los memorandos oficiales e informació­n suplementa­ria oficial, consultar: https:// www. dhs. gov/ executiveo­rders-protecting-homeland

 ??  ?? El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras una visita al Museo Nacional de Historia y Cultura Afroameric­ana, en Washington. El mandatario emitió ayer las medidas de su nueva política migratoria ■ Foto Afp
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras una visita al Museo Nacional de Historia y Cultura Afroameric­ana, en Washington. El mandatario emitió ayer las medidas de su nueva política migratoria ■ Foto Afp

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