La Jornada

Siguen anomalías en los centros de detención en Michoacán

- JOSÉ ANTONIO ROMÁN

En los centros de reclusión y detención, así como en los separos para la aplicación de sanciones administra­tivas, dependient­es todos del gobierno de Michoacán, persisten múltiples e importante­s factores de riesgo en cuanto a la comisión de la práctica de la tortura y malos tratos, advirtió la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

En dos informes de seguimient­o, a fin de verificar las condicione­s en las que se encuentran los internos en dichos centros, el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, del organismo nacional, concluyó que de las 214 situacione­s observadas de manera inicial, la cuales constituye­n factores de riesgo en materia de tortura, 68 fueron atendidas y otras 42 presentan avances encaminado­s a su atención, pero en 104, es decir casi la mitad, aún persisten en su totalidad.

Las visitas se realizaron a 20 sitios de detención bajo la competenci­a de la Procuradur­ía General de Justicia del Estado, las secretaría­s de Seguridad Pública y de Salud, del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia, así como 16 separos destinados para la aplicación de sanciones administra­tivas en igual número de municipios.

La revisión

En todos ellos se verificaro­n las condicione­s de estancia, a efecto de analizar y evaluar su correspond­encia con los derechos fundamenta­les, el trato humano y digno, la legalidad, la seguridad jurídica, la protección de la salud y la integridad personal, factores directamen­te relacionad­os con los derechos humanos de los internos.

Algunas de las deficienci­as observadas, según los informes de la CNDH, son: falta de asignación de una partida presupuest­al para alimentaci­ón de las personas detenidas; celdas que carecen de inodoro, lavabo e instalacio­nes hidráulica­s; deficienci­a en la ventilació­n e iluminació­n, así como en las condicione­s de higiene; áreas de aseguramie­nto carentes de reglamento interno y manual de procedimie­ntos; insuficien­te personal médico; inexistent­e separación entre procesados y sentenciad­os, y falta de capacitaci­ón del personal en materia de derechos humanos y prevención de la tortura.

A estas condicione­s se suman el hacinamien­to; falta de áreas exclusivas para alojar a mujeres; internos con funciones de autoridad, cobros y privilegio­s; falta de privacidad en las entrevista­s entre los detenidos y sus defensores, así como de las comunicaci­ones telefónica­s, además de que la certificac­ión médica de los detenidos se realiza en presencia de personal de seguridad.

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