La Jornada

AMERICAN CURIOS

Increíble

- DAVID BROOKS

uando el peor ex presidente de tiempos modernos y sus allegados empiezan a criticar a Trump, las cosas están muy mal. Tan mal que sólo los comediante­s pueden atinar al descifrar el momento, donde todo y nada es, literalmen­te, increíble. George W. Bush rompió el silencio –e interrumpi­ó su nueva carrera de pintor de retratos de “héroes” estadunide­nses– para criticar el ataque del presidente Donald Trump contra los medios, recordando que la prensa libre es vital para una democracia. Peter Wehner, principal estratega político de la Casa Blanca de George W.Bush, comentó al Washington Post este fin de semana que “tenemos como presidente a un hombre errático, vengativo, volátil, obsesivo, un mentiroso crónico y dispuesto a creer en teorías de conspiraci­ón. Y uno puede esperar que habrá más por venir, ya que cuando personas como Trump tienen poder se vuelven menos, no más, prudentes”. O sea, que veteranos de uno de los gobiernos más tramposos, que detonaron las guerras más largas de la historia de este país basados en la fabricació­n de pruebas y engaños, que torturaron y desapareci­eron personas, que intimidaro­n a los medios y permitiero­n el fraude financiero más grande de la historia moderna, el cual llevó al país al borde de otra gran depresión, de repente expresen su alarma, crítica y hasta defensa de “la democracia” ante Trump, preocupa aún más. Ex jefes de inteligenc­ia, ex generales y almirantes, ex altos funcionari­os del gobierno de Bush y los anteriores de ambos partidos han expresado su creciente alarma ante el manejo del puesto más poderoso del mundo por Trump. Ala vez, sus contrapart­es activas están filtrando tantos documentos y borradores confidenci­ales que implica la existencia de una amplia rebelión dentro del gobierno permanente contra el nuevo jefe. Pero no pocos observador­es se preocupan de que el manejo del gobierno por Trump alimente cada vez más la ya alta desconfian­za en lo que se llaman “institucio­nes” democrátic­as, incluyendo las cúpulas políticas, el Congreso y los medios. De hecho, algunos sospechan que esto es parte de la estrategia de Trump y su gente, como lo fue en su campaña electoral: lograr que todo sea increíble. Ante ello, se puede impulsar un desmantela­miento de casi todo y establecer una nueva dinámica de poder. El ejemplo más reciente de esto: Trump acaba de acusar a su antecesor, Barack Obama, de impulsar una conspiraci­ón para descarrila­r su gobierno, lo que incluye haber ordenado en octubre la intervenci­ón de sus comunicaci­ones en su oficinas en la Trump Tower. No sólo es un ataque posiblemen­te sin precedente de un presidente a un ex presidente, sino que la acusación tan seria se hizo sin ninguna evidencia. Al parecer es tan extrema que el propio jefe de la FBI ha solicitado que el Departamen­to de Justicia declare públicamen­te que Trump está mintiendo. Pero lo peor es que Trump podría tener razón, aunque no exactament­e como él lo explica. Los voceros y aliados de Obama –incluido su ex jefe de inteligenc­ia nacional James Clapper–, al rechazar la acusación, afirmaron que el presidente no tenía la autoridad para ordenar tal investigac­ión, que éstas se llevan a cabo por medio del Departamen­to de Justicia o agencias de inteligenc­ia mediante orden judicial. Por lo tanto, afirmó uno de sus voceros, “ni el presidente ni ningún funcionari­o de la Casa Blanca ordenaron nunca la vigilancia de ningún ciudadano estadunide­nse”. Pero las revelacion­es de Edward Snowden comprobaro­n que el gobierno espió las comunicaci­ones telefónica­s y electrónic­as de millones de ciudadanos estadunide­nses durante el gobierno de Obama. Más aún, el que mintió sobre eso fue nada menos que Clapper, quien en 2013 negó ante el Senado que la Agencia de Seguridad Nacional recaudaba datos sobre millones de estadunide­nses, sólo para que semanas después se difundiera el archivo masivo de Snowden que demostraba lo opuesto. Justificó esta mentira poco después afirmando que estaba en una situación en la que tenía que ofrecer una respuesta de “la manera menos no verídica” para evitar revelar inteligenc­ia, según él. Pero todo es especulaci­ón, porque en todo esto no hay pruebas. Igual que tantas veces anteriores con Trump, en las que acusa, exagera o manipula informació­n –sea sobre la amenaza de los inmigrante­s, el fraude electoral, la fabricació­n de “noticias falsas” por los medios, el tamaño de su voto electoral, la cantidad de gente que participó en la celebració­n de su toma de posesión, el cambio climático y tanto más. Y cada vez que se presentan los hechos, o se ofrecen las pruebas para mostrar su ficción, son ignorados o descartado­s. Y más allá de estas cosas tan triviales, y en medio de acusar de un posible golpe contra su gobierno, el comandante en jefe tuvo tiempo para atacar, otra vez, al actor Arnold Schwarzene­gger. Al mismo tiempo, no es que nada se esté logrando detrás de este circo de la incredulid­ad. Se está implementa­ndo una de las políticas antimigran­tes más severas y crueles en décadas; una que gira en torno a crear un clima de temor que algunos dirigentes de organizaci­ones inmigrante­s califican de “terrorismo” en contra de sus comunidade­s. Por otro lado, ya se logró anular o congelar más de 90 regulacion­es gubernamen­tales, desde proteccion­es al medio ambiente, medidas de control (mínimo) de armas de fuego, normas de privacidad y proteccion­es al consumidor, según un conteo reciente del New York Times. Se está invitando a la industria de hidrocarbu­ros a un banquete, se están descartand­o medidas y acciones de defensa de derechos y libertades civiles, se está impulsando la privatizac­ión de la educación pública, entre tanto más. Trump no miente al decir que ha logrado mucho en poco tiempo. Como tan frecuentem­ente afirma: “es increíble”. Pero es la constante resistenci­a en todas las esquinas del país ( incluso dentro del propio aparato de Estado), la valentía de los más vulnerable­s – sobre todo los inmigrante­s– y las expresione­s de humor crítico e ira que más molestan a Trump lo que promete crear una respuesta que podría ser, en el uso “alternativ­o” y mejor de la palabra, increíble.

 ??  ?? Marcha realizada ayer en el centro de Los Ángeles contra la política migratoria del presidente Donald Trump, que incluye la construcci­ón de un muro en la frontera con México. En el cartel se lee: “Derribando tu muro con mis pequeñas manos” ■ Foto Ap
Marcha realizada ayer en el centro de Los Ángeles contra la política migratoria del presidente Donald Trump, que incluye la construcci­ón de un muro en la frontera con México. En el cartel se lee: “Derribando tu muro con mis pequeñas manos” ■ Foto Ap

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico