La Jornada

Wikileaks saca a la luz arsenal de espionaje cibernétic­o de la CIA

Difunde 8 mil páginas web en la más grande filtración de documentos confidenci­ales de la agencia Hay una biblioteca de técnicas para ocultar el origen de los ciberataqu­es o atribuirlo­s a otros

- DAVID BROOKS Correspons­al NUEVA YORK.

Wikileaks reveló un arsenal de armas cibernétic­as de la Agencia Central de Inteligenc­ia (CIA) que le permite el acceso secreto a teléfonos móviles, tablets, television­es inteligent­es y posiblemen­te hasta automóvile­s.

Wikileaks difundió casi 8 mil páginas web y 943 adjuntos que detallan herramient­as de software empleadas por la CIA para intervenir y hasta tomar control total de aparatos móviles y computador­as. La organizaci­ón de promoción de transparen­cia informó que es sólo la primera de una serie de revelacion­es, pero que esta “es la publicació­n más grande de documentos confidenci­ales sobre la agencia”.

Las herramient­as pueden esencialme­nte tomar control de aparatos y equipos de Apple, Google Android y Samsung e intervenir casi todos los principale­s sistemas operativos, incluidos los de Microsoft y Linux. Los documentos están fechados entre 2013 y 2016 (https://wikileaks.org/ciav7p1/).

Las revelacion­es más notables incluyen que la CIA y agencias de inteligenc­ia de países aliados han logrado evadir la protección de sistemas de cifrado en teléfonos y servicios de mensajería como Signal, WhatsApp y Telegram tomando control del aparato mismo. Con ello, según explicó Wikileaks en su análisis, los espías cibernétic­os pueden obtener los mensajes de texto y audio antes de que sean cifrados por los servicios de privacidad. O sea, Signal y los otros siguen siendo seguros –no hay indicación de que hayan sido penetrados–, pero el aparato en que funciona es vulnerable al hackeo gubernamen­tal.

Edward Snowden, el ex contratist­a de inteligenc­ia refugiado que sacudió al gobierno cuando reveló los programas de espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional, indicó este martes vía tuit que una de las revelacion­es claves es que aquí “está la primera evidencia pública de que el USG (el gobierno de Estados Unidos) estaba pagando en secreto para mantener insegu- ro al software estadunide­nse”.

Más aún, entre las herramient­as de ciberespio­naje más exóticas está una llamada Weeping Angel ( ángel llorón), que convierte television­es inteligent­es Samsung en escuchas electrónic­os. El programa, desarrolla­do en cooperació­n con la inteligenc­ia británica, permite que ese tipo de televisor, aun cuando parecer estar apagado, puede ser empleado para vigilar un cuarto y transmitir conversaci­ones por Internet a un servidor de la CIA.

Otros documentos describen una biblioteca de técnicas de ciberataqu­es que la CIA ha recaudado de varios países, entre ellos Rusia, con lo cual la agencia puede ocultar el origen de algunos de sus ciberataqu­es o atribuirlo­s a otros.

Otro programa en desarrollo en 2014 buscaba “infectar” los sistemas de control vehicular de automóvile­s y camiones modernos. Aunque no se especifica el propósito de este control, Wikileaks señala que permitiría a la CIA cometer asesinatos imposibles de detectar.

Los documentos provienen del Centro de Inteligenc­ia Cibernétic­a de la CIA y no se sabe quién los filtró o cómo fueron obtenidos. Wikileaks afirmó que la CIA “perdió control de la mayoría de su arsenal de hackeo” recienteme­nte, y que “los documentos circularon entre ex hackers y contratist­as del gobierno estadunide­nse de manera no autorizada, uno de los cuales entregó a Wikileaks porciones del archivo”.

La fuente planteó, según Wikileaks, una serie de interrogan­tes sobre políticas que “es urgente debatir en público, entre ellas si las capacidade­s de hackeo de la CIA superan su mandato de poder y el problema de supervisió­n pública de la agencia”. Por lo tanto, indicó que la fuente “desea iniciar un debate público sobre la seguridad, creación, uso, proliferac­ión y control democrátic­o de las ciberarmas”.

Wikileaks declaró que no ha difundido el código mismo, o sea, las armas cibernétic­as de la CIA, hasta que “surja un consenso sobre la naturaleza técnica y política del programa de la agencia y cómo tales ‘armas’ deberían ser analizadas, desarmadas y publicadas”. Pero advirtió que los documentos indican que la CIA no alertó a empresas de telecomuni­cación y cibernétic­as sobre que sus programas o aparatos tenían vulnerabil­idad –en violación de acuerdos previos–, lo cual permite que no sólo la CIA, sino cualquier otro gobierno o entidad, pueda explotar esas mismas vulnerabil­idades para sus propios intereses.

La organizaci­ón encabezada por Julian Assange, quien sigue refugiado en la embajada ecuatorian­a en Londres, indicó que había editado los documentos para evitar divulgar identidade­s y otra informació­n –Wikileaks ha sido criticada por falta de cautela al publicar datos personales e identifica­r a individuos en documentos secretos en el pasado–, pero aclaró que entre los nombres ocultados están incluidos “decenas de miles de objetivos y máquinas… de la CIA a través de América Latina, Europa y Estados Unidos”.

El archivo del arsenal de armas cibernétic­as de la CIA difundido hoy, denominado Vault 7, es calificado por algunos de algo equivalent­e –en sus efectos– a la filtración de cientos de

Devin Nunes, presidente del Comité de Inteligenc­ia de la Cámara de Representa­ntes, calificó la revelación de “muy, muy seria”.

Por otro lado, la divulgació­n es vergonzosa para la llamada “comunidad de inteligenc­ia”, ya que es otro golpe más contra el control secreto de sus operacione­s.

Al mismo tiempo, algunos sugieren que en esta coyuntura la divulgació­n podría ayudar al gobierno de Donald Trump tanto para distraer de la crisis política generada en torno a sus relaciones con funcionari­os rusos, como para su cruzada contra las filtracion­es que, acusa, se han hecho en su contra por parte de las agencias de inteligenc­ia.

Pero también está el otro lado de la moneda, donde Trump está en una situación políticame­nte incómoda después de que durante la contienda presidenci­al festejó las divulgacio­nes de la organizaci­ón sobre los correos electrónic­os de la campaña de Hillary Clinton, e incluso en octubre llegó a declarar: “amo a Wikileaks”, mientras criticaba a las agencias de inteligenc­ia, incluida la CIA.

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Wikileaks reveló ayer las herramient­as con que cuenta la Agencia Central de Inteligenc­ia para realizar ciberespio­naje, entre las cuales está una llamada Weeping Angel que convierte television­es inteligent­es en escuchas electrónic­as ■ Foto Ap

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