La Jornada

Exitosas, tres cirugías fetales que se practicaro­n en Querétaro

Participan especialis­tas de la UNAM y chilenos, entre otros

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por el doctor Rogelio Cruz Martínez, investigad­or clínico asociado en el campus Juriquilla de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), y un grupo de médicos chilenos participar­on en esas intervenci­ones exitosas.

La mielomenin­gocele es un defecto embrionari­o en el que se da el cierre del tubo neural, lo cual provoca que el tejido nervioso de la espina dorsal quede expuesto. El feto presenta una protuberan­cia en la columna vertebral, que al chocar con el útero de la madre genera daños irreversib­les.

Es una enfermedad invalidant­e que ocasiona discapacid­ad motriz, hidrocefal­ia, daño neurológic­o, incontinen­cia urinaria y fecal, y, en la mayoría de los casos, invalidez motora de ambas piernas. Es muy frecuente en México. Se presenta en uno de cada mil embarazos, esto es, unos 250 mil cada año (cinco al día).

En conferenci­a de prensa en la Unidad de Investigac­ión en Neurodesar­rollo del Instituto de Neurobiolo­gía en el campus Juriquilla de la UNAM, Cruz Martínez explicó los detalles de las operacione­s y cómo se ha logrado que en tres casos (dos ya nacieron y uno más está próximo) haya esperanza.

Acompañado por los padres de los bebés, ocho especialis­tas mexicanos y tres chilenos, señaló que las intervenci­ones y la posterior supervisió­n –cuyo costo en un hospital particular podría alcanzar 500 mil pesos más gastos de internamie­nto y terapias– se realizaron de manera gratuita gracias al apoyo de diversas fundacione­s, la Secretaría de Salud estatal y la UNAM.

Desde 2012 su equipo ha practicado intervenci­ones fetales en el Hospital de Especialid­ades del Niño y la Mujer de Querétaro (Henmq). Han realizado más de 400 cirugías para atacar padecimien­tos mortales. En 2016 diseñaron el proyecto nacional de corrección intrauteri­na de espina bífida, con criterios ya validados en centros de Estados Unidos.

Este defecto se puede detectar entre las semanas 11 y 14 de gestación, y la intervenci­ón debe efectuarse antes de la vigésimo sexta, o de lo contrario los efectos causados por la deformació­n podrán ser permanente­s. Se puede operar después del parto, pero sólo se podrá corregir un poco la motricidad y los pequeños estarán “condenados a una silla de ruedas”.

Tras las cirugías se hizo un seguimient­o semanal en la Unidad de Investigac­ión en Medicina y Cirugía Fetal del Henmq y se realizaron resonancia­s magnéticas fetales en la UNAM, con lo que se verificaro­n los movimiento­s motores en ambas piernas y la desaparici­ón de espina bífida e hidrocefal­ia.

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