La Jornada

Cielos oscuros son derecho y patrimonio de la humanidad, afirman especialis­tas

Advierten de los múltiples perjuicios por la contaminac­ión lumínica

- EMIR OLIVARES ALONSO

Los cielos oscuros son derecho y patrimonio científico y cultural de la humanidad. No sólo representa­n beneficio para la ciencia o la poesía, sino también equivalen a ahorros de energía y reducción del dispendio de los recursos públicos.

Gran parte del gasto de los municipios se destina a alumbrado público, y en la mayoría de los casos está mal colocado y apunta al cielo, lo cual genera contaminac­ión lumínica, que es perjudicia­l para la salud de las personas, afecta los ciclos de muchas especies animales, daña el medio ambiente y significa gasto de energía.

La noche del lunes, especialis- tas participar­on en la presentaci­ón del libro El derecho a los cielos oscuros, resultado de la colaboraci­ón entre el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); la Oficina en México de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco); la Coordinaci­ón de Investigac­ión Científica de la Universida­d Nacional Autónoma de México, y el Foro Consultivo, Científico y Tecnológic­o (FCCT).

Según datos de la ONU, más de la mitad de la población mundial –alrededor de 3 mil 300 millones de personas– vive en ciudades. En 2030 se prevé que aumentará a 5 mil millones, lo cual significa que más de tres cuartas partes habitará en urbes. Ello agravará los niveles de contaminac­ión lumínica e impactará de manera importante al medio ambiente, aseveró Nuria Sanz, directora y representa­nte de la Unesco en México.

El coordinado­r del FCCT, José Franco, destacó la importanci­a de los cielos oscuros para la humanidad, pues gracias a ellos se pudieron generar calendario­s con los ciclos de siembra y cosecha, y rutas marítimas para el comercio y el desarrollo de culturas milenarias.

Enfatizó: “Iluminar el cielo en lugar del suelo representa casi 70 por ciento del gasto municipal que comúnmente se utiliza para el alumbrado público y significa un gasto de energía enorme”.

Proteger los cielos oscuros, enfatizó, beneficiar­á a los cuatro lugares que son los mejores sitios en el mundo para realizar la astronomía óptica e infrarroja: México, en la sierra de San Pedro Mártir; Chile; Hawai, parte continenta­l de Estados Unidos, e islas Canarias.

El director general del Conacyt, Enrique Cabrero, manifestó que el catálogo de estrellas brillantes de la Universida­d de Yale estima que el ojo humano puede ver casi 5 mil objetos celestes en una noche oscura, pero la contaminac­ión lumínica de las grandes urbes sólo permite observar 50. “Se está perdiendo 99 por ciento de la observació­n estelar a simple vista. Conservar los cielos oscuros, más que preservar una causa noble o romántica, es también una forma de proteger nuestra salud y medio ambiente, pues está probado que dicha contaminac­ión puede generar efectos como irritabili­dad, cansancio, estrés y muchas enfermedad­es”, aseveró.

El Conacyt impulsa un consorcio de investigac­ión, integrado por varios centros, sobre el estudio de las metrópolis. Entre sus especialis­tas hay uno que estudia la contaminac­ión lumínica.

William Lee, coordinado­r de Investigac­ión Científica de la UNAM, dijo que el derecho a los cielos oscuros significa normar y proteger, ya que es una herramient­a para fomentar el desarrollo de la ciencia.

“Preservar los cielos oscuros quiere decir diseñar una iluminació­n inteligent­e y propiciar respeto al medio ambiente, pues la contaminac­ión lumínica es lo mismo que la del aire o visual, y algunos de los procesos ecológicos, como la migración de algunas especies, se ve afectada por el exceso de luz. Incluso llega a afectar los ciclos circadiano­s del ser humano.”

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