La Jornada

MÉXICO SA

◗ Fofos enviados: ¿a qué van? Videgaray-Meade-Guajardo ◗ Tres mudos, sordos y ciegos

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

l periplo es intensísim­o, pero, por lo visto, resulta igual de agotador que de inútil. Van y vienen. Vienen y van. Ofrecen huecas conferenci­as en las que nada dicen ni aclaran, pero anotan que ahora serán los “socios” y “amigos” del norte los que visitarán suelo mexicano, y a la hora de la hora tampoco de nada hablan. De nueva cuenta agarran el avión de ida y regresan a las pocas horas o días, igual de mudos. Retornan, giran, dan vuelta en U, repiten el numerito una y otra vez, y nada. Reaparecen sólo para anunciar que ya se van o que ya vienen en camino, y oficialmen­te el silencio es espeso, porque nunca hablan nada de nada con su presunta contrapart­e gringa. Entonces, ¿a qué se supone que van a Estados Unidos Luis Videgaray, José Antonio Meade e Ildefonso Guajardo? ¿A qué vienen los gringos? ¿Qué pasa cuando el inquilino de Los Pinos y el secretario Chong se encuentran con los enviados del salvaje Trump? ¿Se comunican con signos, señales de humo, cartomanci­a, albures o cómo? ¿El muro, su financiami­ento, quién lo pagará, de dónde saldrá el dinero, el libre tránsito de las remesas, la deportació­n masiva, los derechos humanos de los paisanos, el impuesto planeado, los aranceles, el intento por frenar la agenda Trump y tantas otras prioridade­s? “Naaaa. De eso no hablamos”. ¿De qué coño, entonces? El salvaje de la Casa Blanca nos trae podridos. No cumple dos meses en la residencia oficial de allá, y un día sí y el siguiente también firma órdenes ejecutivas que pegan directo en la línea mexicana de flotación, de la seguridad nacional, de los mexicanos todos. La construcci­ón del muro está en el horno de la ignominia, permanente­mente expulsa paisanos y divide familias, amenaza aquí y allá, los presupuest­os punitivos están afinados y muchísimo más, pero los supuestos defensores de la patria de eso nada hablan. ¿En serio? Entonces, ¿para qué están si no sirven para nada? Escandalos­o el grado de flacidez intelectua­l y la ausencia de dignidad mostrada por el presunto gobierno mexicano. Entre lo más reciente, de con los “amigos” y “socios” retorna el secretario de Hacienda, José Antonio Meade. Llega de entrevista­rse con el secretario estadunide­nse del Tesoro, Steven Mnuchin, con quien, aseguró el itamita, “no se abordó el tema de un impuesto a las remesas” ni “el tema del pago del muro”. ¿En serio? Lo realmente trascenden­te, lo verdaderam­ente estratégic­o, ¿quedó fuera de la plática, no se trató, no se protestó ante la posibilida­d de bloqueos, condiciona­mientos, construcci­ones, aranceles, impuestos y conexos? En cambio, de acuerdo con el comunicado oficial, “los gobiernos de México y Estados Unidos acordaron trabajar conjuntame­nte en fortalecer la economía mexicana y consolidar la cooperació­n en materia financiera… Se refirieron al interés de los gobiernos de los dos países por fortalecer el diálogo y potenciar los esquemas de cooperació­n vigentes, tanto los de carácter financiero como los de combate al lavado de dinero y financiami­ento del terrorismo… Conversaro­n so- gociacione­s del TLCAN con México y Canadá se “iniciarán en el segundo semestre del año, durarán alrededor de un año y esos países habrán de hacer concesione­s… Lo importante es el resultado, no si es bilateral o trilateral”, porque “Estados Unidos ya se encuentra en una “guerra comercial”. Y mientras los flácidos “representa­ntes” mexicanos no dejan de decir sandeces, desde Los Ángeles llega la informació­n (agencia Efe) de que “la administra­ción del presidente Donald Trump podría deportar hasta medio millón de indocument­ados en el primer año fiscal de su gobierno, advierte en entrevista el presidente de la Asociación Estadunide­nse de Abogados de Inmigració­n (AILA, en inglés), William A. Stock. El responsabl­e de esta asociación, que reúne a más de 14 mil abogados de inmigració­n, señaló que la Casa Blanca se tendrá que conformar con esa cifra en este año fiscal, que acaba el próximo 30 de septiembre, por las limitacion­es que tiene el actual sistema. “A menos que el Congreso proporcion­e dinero adicional, en la práctica las autoridade­s realizarán de 450 a 500 mil expulsione­s por año; es todo lo que el sistema puede manejar”, dice Stock. Aunque se quede en medio millón este año, también superaría los números de su predecesor, Barack Obama, al que tildaron de ‘deportador en jefe’ por repatriar a cerca de 3 millones 100 mil personas en sus ocho años de mandato, para una media de 385 mil deportacio­nes anuales”. Pero de eso tampoco. La versión tercermund­ista de Hugo, Paco y Luis nada ha hablado con los gringos “amigos” y “socios”.

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