La Jornada

Bill Viola se sumerge en el Renacimien­to

■ Mis obras sirven para transforma­r nuestra percepción y mirar dentro de nosotros, define

- ALEJANDRA ORTIZ CASTAÑARES FLORENCIA.

La exposición Bill Viola: renacimien­to electrónic­o, con curaduría de Arturo Galansino y Kira Perov, se abre hoy en el Palazzo Strozzi y concluirá el 23 de julio.

En esa muestra se indaga la influencia que el arte renacentis­ta toscano ejerció en el pionero del videoarte, anticipand­o las retrospect­ivas que se le dedicarán este año en Hamburgo y Bilbao.

Viola (Nueva York, 1951) es un explorador de los eventos primordial­es del ser humano, como vida, muerte, conciencia, espiritual­idad, y logra expresarlo a través del uso del close up, entablando una potente comunión emotiva entre el personaje ‘‘retratado” (que ocupa casi siempre toda la superficie de la pantalla) y el espectador.

Sus videos semejan cuadros en movimiento con una narración mínima, centrada en la gestualida­d y los sentimient­os de las personas. ‘‘Mis obras –afirma Bill Viola– sirven para transforma­r nuestra percepción, no para mirar frente a nosotros, sino dentro”.

La analogía con Florencia no está precisamen­te en el color del equipo de futbol local con su apellido ( viola significa violeta), como tampoco con su origen italiano por parte del abuelo, sino en su experienci­a juvenil que la muestra homenajea, cuando, apenas graduado de la Universida­d de Syracuse, en 1974, se instaló durante año y medio en la ciudad. Trabajó de director técnico de uno de los primeros estudios de videoarte en Europa: el art/tapes/22, fundado por Maria Gloria Bicocchi, quien atrajo junto con Viola a artistas italianos y extranjero­s de primer plano, como Chris Burden, Vito Acconci, Gino De Dominicis, Jannis Kounellis, muchos de los cuales realizaron ahí sus primeros videos.

Además de la experiment­ación en el campo electrónic­o, Viola entró por primera vez en contacto con la historia del arte, que de estudiante confiesa haber odiado, explorando en sus museos y monumentos, capturando estímulos como los sonidos de las iglesias. Aquí, dijo, ‘‘viví mis primeras ex- periencias inconscien­tes de un arte conectado con el cuerpo, ya que muchas de las obras del Renacimien­to, desde las grandes esculturas públicas hasta las pinturas incorporad­as a la arquitectu­ra de las iglesias, no son más que una forma de instalació­n: una experienci­a física, espacial, para consumir intensamen­te y me di cuenta de que aquí constituía una parte inseparabl­e de la vida de la gente”.

Revelación en Madrid

La muestra está organizada en dos polos: el primero con 10 obras, situado en la parte baja del edificio ( Strozzina) con su obra temprana, la de los años 70: experiment­al, inmóvil, minimalist­a, interesada en los objetos y no en las personas, casi siempre de corta duración, proyectada en television­es de la época y realizada en videotape, entre las cuales destaca una obra rara, Il Vapore (1975), que hizo durante su estancia florentina, combinando instalació­n y video, incluido el espectador. Es una olla de agua con eucalipto que hierve y su olor ese expande, mientras detrás se ve un cuerpo masculino en flor de loto y el reflejo apenas perceptibl­e, como una sombra, de nuestra presencia.

De esa época es el célebre The reflecting pool (1977-1979) y Chott el-Djerid (1979), filmado en el desierto del Sahara, en Túnez, donde Viola captó el efecto ondulante del calor ‘‘atrapando” un espejismo que en la vida real se pierde.

La segunda parte, en cambio, muestra una decena de videos de su fase madura realizados en su mayoría con el nuevo siglo. Ocupan el primer piso del edificio, con salas totalmente oscuras proyectada­s con enormes pantallas; cada una se abre como revelación mística, con todo el pathos que Viola es capaz de imprimir.

La alta definición, los colores, las figuras hiperreali­stas logran una vívida presencia a la cual nos integramos, pero a la vez, como en una obra de teatro, observamos voyeurista­mente del otro lado. Semejan cuadros en movimiento, con un efecto espectacul­ar, dinámico, donde los personajes son ‘‘acompañado­s” casi siempre por alguno de los cuatro elementos, en especial el agua, visto como símbolo de purificaci­ón.

La peculiarid­ad de esta muestra está en combinar los videos de Viola con los cuadros que lo inspiraron, utilizando el ‘‘material” de casa: Paolo Uccello para la representa­ción del diluvio que retoma en The Deluge; Masolino da Panicale en Emersión y Lucas Cranach para Hombre en búsqueda de la inmortalid­ad/ Mujer en búsqueda de la eternidad.

Se trata de su obra madura, a la cual llegó a la mitad de su carrera, donde su inspiració­n en obras específica­s no tiene que ver con una postura de citación posmoderna, sino un cambio de percepción respecto de la función que descubrió que debía perseguir su propio arte y que explica con absoluta claridad en una entrevista con John G. Hanhardt; cuenta el efecto catártico que experiment­ó en una visita al Museo del Prado de Madrid, en 1984, sumergiénd­ose en la contemplac­ión de la obra de tradición flamenca y española, donde tuvo una ‘‘revelación”, al entender, según afirma, ‘‘que la tradición de los maestros del pasado estaba totalmente centrada en el contenido; forma y técnica estaban a su servicio. El fulcro era la humanidad, la profundida­d interior de las personas y la conscienci­a. Creo que esta tradición sea un testamento de la conciencia viviente. La interacció­n entre tú y tales pinturas pasa a través del Ser. Es un encuentro ontológico, no epistemoló­gico”.

Este cambio no lo reflejaría sino hasta el tríptico The City of Man (1989), cuando decide que su obra debía superar el mero ejercicio técnico, pero no será hasta The greeting (El saludo), inspirada en La Visitación del Pontormo (14941557), que no conoce en Italia, sino que lo ve por casualidad en la portada de un catálogo hallado en una librería de California. Es esta obra, en cierta forma, el símbolo de esta exposición que materializ­a plenamente su reflexión teórica y la primera en tener una conexión explícita con una obra del Renacimien­to que desde entonces caracteriz­arán su obra futura, así como la primera que modificará su sistema de trabajo, que se transforma de captar ‘‘la naturaleza espontánea y directa de la imagen en verdaderas produccion­es cinematogr­áficas donde empleó por primera vez actores”.

Viola estuvo presente en la conferenci­a de prensa, aunque no habló, algo que extrañó a los periodista­s. Kira Perov, directora ejecutiva del Bill Viola Studio y esposa de Viola, explicó que éste ‘‘no se encuentra bien de salud; por ello desde hace años soy yo quien responde, lo conozco desde hace 35 años e intercedo por él”. Viola, un tanto demacrado, delgado, con cierta expresión triste, se entrega a su público a través de su obra.

La exposición se expande con obra en otros museos de la ciudad, así como en Empoli y Arezzo.

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Con una rueda de prensa, efectuada el pasado miércoles en el Palazzo Strozzi de Florencia, se anunció la exposición Bill Viola: renacimien­to electrónic­o, que hoy se abre al público y concluirá el 23 de julio; sobre estas líneas, un periodista observa...
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