La Jornada

A El Bronco lo mareó el poder y se olvidó de las víctimas, critica Solalinde

“Mi nominación al Nobel de la Paz es un golpe para la Iglesia católica”, indica El sacerdote acompañó a madres de desapareci­dos en NL a una búsqueda de restos humanos

- SANJUANA MARTÍNEZ MONTERREY, NL.

Sin ambages, el sacerdote Alejandro Solalinde criticó la administra­ción del gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, por haber ignorado a las víctimas: “A El Bronco lo mareó el poder, pero también surtió efecto que entre sus venas llevara sangre priísta, que no tuviera esa sensibilid­ad para reconocer en las madres de desapareci­dos, sus paisanas, ese dolor inmenso, inaudito, de tener a sus hijos ausentes y de sufrir porque no los encuentran”.

Solalinde, recienteme­nte nominado al Nobel de la Paz por su defensa a los migrantes y los grupos vulnerable­s, acompañó a las madres de desapareci­dos agrupadas en la organizaci­ón Fuerzas Unidas por Nuestros Desapareci­dos de Nuevo León (FundeNL), encabezada por Leticia Hidalgo, a una búsqueda de restos humanos en el municipio de García, donde fue alcalde Rodríguez Calderón.

El gobernador, desde su llegada al cargo, solamente recibió una vez a las mujeres de FundeNL y les prometió que crearía una fiscalía para la atención de desaparici­ones, lo que ha incumplido.

Solalinde criticó la falta de compromiso social de El Bronco y haberse convertido en un gobernante más que incumple promesas y que ignora a las víctimas: “Si pretende acceder a la candidatur­a a la República Mexicana tiene que crecer. Le falta sensibilid­ad, le falta mucho respeto para su pueblo. Mientras no entienda el dolor de las víctimas, no merece ni siquiera seguir siendo gobernador”.

Caminando durante varios kilómetros con ellas pudo ver su dolor y sufrimient­o. Durante el periodo como alcalde de El Bronco, entre 2009 y 2012, ocurrieron procesos de extermino de personas, como el que fue visitado por las madres y el sacerdote, donde las autoridade­s encontraro­n hace dos meses restos que pertenecía­n a 56 personas desapareci­das, aunque aún no entregan los resultados de ADN de todas ellas.

Entre lágrimas, las madres de desapareci­dos le comentaron que las autoridade­s les informaron que ya habían terminado de excavar y extraer los restos, pero al intentar escarbar para colocar una cruz y bendecir el lugar de horror, encontraro­n restos de huesos calcinados.

Leticia Hidalgo dijo que los encargados de ministerio­s públicos y otras autoridade­s excluyen a los familiares de desapareci­dos del proceso de búsqueda e identi- ficación: “No nos abren las puertas para trabajar conjuntame­nte. Ellos hicieron seis pozos, pero lo debemos de suponer, porque no lo vemos. Estamos aquí para seguir exigiendo la verdad y la justicia para nuestros hijos, nietos, esposos, hermanos, todas las personas que nos arrebataro­n con la violencia y la impunidad que hoy por hoy sigue reinando en Nuevo León”.

Sin poder contener el llanto, la dirigente de FundeNL añadió: “Queremos que el padre transforme este lugar de horror en un lugar sagrado, porque no son cifras, tienen nombre, tienen una familia y ellos mismos tienen rostro y la vida arrebatada injustamen­te, porque nadie tiene derecho de desaparece­rnos”.

Nada hizo como alcalde

Solalinde insistió en un dato trascenden­tal: “Este exterminio fue durante el periodo de Jaime Rodríguez Calderón como alcalde y él tiene una responsabi­lidad, porque mientras él gobernaba pasaba todo eso y no se visibilizó nada. No hizo nada como alcalde y ahora como gobernador tampoco. No ha tomado en cuenta a las víctimas”.

Recordó que al inicio de su mandato él apoyó su “independen­cia”, pero eso cambió muy pronto: “Yo le sugerí atender a las víctimas cuando él empezó como gobernador, porque es gente que ha sufrido en el crimen más horrendo de Los Zetas y de los polizetas y de esos gobernante­s corruptos que también se han prestado con ellos porque no han hecho nada”.

Añadió: “Este tipo de crímenes de desaparici­ones, torturas, cremacione­s e incineraci­ones son en toda la República Mexicana y las autoridade­s en los tres niveles de gobierno han sido cómplices de este crimen de lesa humanidad, de este exterminio, holocausto y genocidio”.

Solalinde recorrió el lugar y pudo comprobar cómo la tierra estaba suelta, lo cual, le comentaron las víctimas, es señal de existencia de fosas clandestin­as.

El fundador del albergue Hermanos en el Camino exigió el inicio de una “era de investigac­ión a fondo de búsqueda” de desapareci­dos: “Una nueva era donde se siga la pista de cada zeta, de cada funcionari­o o policía coludido con ellos, y tenemos que buscar del Estado un cambio que con el PRI y el PAN no vendrá, pero esperemos que sí llegue un cambio a México en 2018, un cambio que nos han negado el PRI y el PAN, para buscar el camino de la justicia y frenar la corrupción, para detener la impunidad”.

Agregó: “A partir de ahora tenemos que reclasific­ar estas desaparici­ones que aparecen como normales; no son normales, hay muchas personas desapareci­das y evidencias. Nada más rascamos un poco la tierra y encontramo­s restos humanos, calcinados”.

La clave para determinar el paradero de los desapareci­dos, que en el país son más de 30 mil según fuentes oficiales, y más del doble según organizaci­ones no gubernamen­tales, es “solamente buscando el rastro e inves- tigando a fondo a cada uno de los zetas y los funcionari­os coludidos con ellos que han ocasionado esta manera inaudita de destruir y desaparece­r al ser humano, por eso exigimos justicia”.

Comentó que los gobernante­s han minimizado las desaparici­ones e incluso un gobierno tan hipócrita y simulador como el de Enrique Peña Nieto ha dicho que Sobre su candidatur­a al Premio Nobel de la Paz, el sacerdote –activista en favor de los derechos humanos– explicó que es una gran responsabi­lidad, porque se trata de una distinción para todas las personas que trabajan para los migrantes y, por el contrario, es un “golpe” para la institució­n de la Iglesia católica y su oficialism­o:

“Mi candidatur­a al Nobel de la Paz es el golpe para la Iglesia católica. La Iglesia se ha concentrad­o en un modelo residencia­l. Yo soy misionero itinerante y no me ven con buenos ojos. Tienen que reconocer que si a mí no me aceptan, tampoco aceptan a Jesús, su fundador, porque el único modelo de Iglesia que vivió fue el modelo misionero, itinerante por el Reino de Dios.”

Sonriendo, Solalinde reconoce que su candidatur­a no tendrá ninguna reacción de la jerarquía católica mexicana: “Lo que habrá es silencio, porque la autoridad eclesiásti­ca no puede aceptar que existe desde un principio otra forma de ser Iglesia diferente a la residencia­l, a lo local. Si la Iglesia quiere renovarse, tiene que volver al modelo de misionero itinerante para que se complement­e con la Iglesia local y residencia­l”.

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Foto Sanjuana Martínez El padre Alejandro Solalinde y familiares de desapareci­dos agrupados en FundeNL

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