El mundo y México, a la espera
democracia y la justicia social, es decir, cuando menos una redistribución de la riqueza mucho más equitativa. (En mi libro La crisis de las utopías amplío estas ideas; Anthropos, 2009, Barcelona.) Desde entonces, esta crisis se ha agravado, dejando en muchos sentidos sin esperanza a buena parte de la humanidad, aunque otros sectores parecen haber abandonado la perspectiva política y concentrado eminentemente en otras nociones, por ejemplo derivadas del pensamiento y de las técnicas digitales.
Las discusiones dominantes entre los jóvenes hoy parecen muy diferentes a las de hace 30 o 40 años y parecen concentrarse, por un lado, en la comunicación de datos y, por la otra, en la formación de grupos activos, e inclusive movimientos, a partir de los espectaculares avances últimos en estos campos. (Me temo, sin embargo, que no obstante estar cerradas en apariencia a las ideologías, en las discusiones más “técnicas” o “filosóficas” de la actualidad, en realidad están abiertas las compuertas del pensamiento capitalista en sus diversas modalidades, cada vez más radicales, que prevalecen en buena parte del mundo.)
Tal es la verdad en el mundo del capitalismo dominante hoy, con modalidades, pero al fin y al cabo el sistema como ganador indiscutible, con ventajas y privilegios ampliados para los más ricos, al mismo tiempo que los más pobres son obligados a cargar con miseria y carencias crecientes, incluso en los países “adelantados”. Teóricamente, sin embargo, los temas principales de reflexión se refieren antes que nada